Gilbert Keith Chesterton (1874 -
1936)
Escritor británico. Se han referido a él
como el "príncipe de las paradojas".
Podemos decirlo de este modo: hay ciertas secuencias
o desarrollos (casos en los que una cosa sigue
a la otra), que son, en el verdadero sentido del
vocablo, razonables. Tales son las secuencias matemáticas
y lógicas. Nosotros, en el país de las
hadas (que somos las más razonables de todas las
criaturas), admitimos aquella razón y aquella necesidad.
Por ejemplo, si las hermanas feas son mayo5
res que la Cenicienta, es (en un sentido férreo y
terrible) necesario que la Cenicienta sea más joven
que las hermanas feas. Aquí no hay nada fuera de
lugar. Haeckel puede hablar cuanto quiera de fatalismo
acerca de este hecho: éste debe ser tal como
es. Si Jack es el hijo de un molinero, un molinero
es el padre de Jack. La fría razón lo decreta desde
su frío trono, y nosotros, en el país de las hadas,
nos sometemos. Si los tres hermanos cabalgan
sobre caballos, hay, en consecuencia, seis seres
animados y dieciocho extremidades inferiores: este
es auténtico racionalismo y el país de las hadas
está colmado de él. Pero cuando puse mi mente en
el reino de las hadas y comencé a advertir el mundo
natural, observé algo extraordinario. Observé
que los hombres educados que llevan anteojos
hablaban de las cosas que acontecían (la aurora, la
muerte, etc.) como si fuesen racionales e inevitables.
Hablaban como si el hecho de que los árboles
produzcan frutos fuese tan necesario como el
hecho de que dos árboles y un árbol sean tres. Pero
no es así. Cuando se le aplica el criterio del país de
las hadas, se percibe la enorme diferencia. Ese
criterio es el de la imaginación. Pero tú no puedes
imaginar que dos y uno no constituyan tres. No
obstante, tu puedes imaginar árboles que no produzcan
fruto; puedes imaginarlos produciendo
velas doradas o tigres que cuelguen de ellos por la
cola. Estos hombres que llevan lentes hablan mucho
de un hombre llamado Newton que fue golpeado
por una manzana y descubrió una ley. Pero
no pueden ver la distinción existente entre una
verdadera ley, una ley racional, y el hecho simple
de que las manzanas caigan. Si la manzana golpeó
la nariz de Newton, la nariz de Newton golpeó la
manzana. Así es la auténtica necesidad; por ella no
podemos concebir que una cosa ocurra sin la otra.
Pero podemos muy bien concebir que la manzana
no caiga sobre su nariz; podemos imaginarla volando
por el aire, alegremente, para golpear alguna
otra nariz, por la que siente un desagrado especial.
Nosotros hemos distinguido siempre, en nuestros
cuentos de hadas, entre la ciencia de las relaciones
mentales, en las que hay realmente leyes, y la
ciencia de los hechos físicos, en la cual no hay
leyes sino sólo sorprendentes repeticiones. Creemos
en milagros corpóreos, pero no en imposibilidades
mentales. Creemos que el tallo de una habichuela
ascendió hasta los cielos; pero esto no significa
que confundamos nuestras certidumbres
cuando abordamos la pregunta filosófica acerca de
cuantas habichuelas hacen cinco.
Aquí residen el timbre y la verdad de la perfección
peculiar de los cuentos infantiles. El hombre de
ciencia dice: “corta el tallo y la manzana caerá”; lo
dice con calma, como si una idea condujese a la
otra. La bruja dice en el cuento de hadas: “sopla la
trompeta, y caerá el castillo del ogro”; pero no lo
dice como si debiera acontecer algo en lo cual el
efecto siga obviamente a la causa. Sin duda, la
bruja aconsejó a muchos campeones y vió caer a
muchos castillos, pero no abandonó, ni su capacidad
de maravillarse, ni su razón. Ella no enturbia
su mente intentando imaginar una conexión mental
necesaria entre el sonido de una trompeta y la caída
de una torre. Pero los hombres de ciencia enturbian
sus mentes hasta que logran imaginar una
conexión mental necesaria entre una manzana que
abandona un árbol y una manzana que llega al
piso. Ellos no hablan sobre eso como si hubiesen
encontrado no sólo un conjunto de hechos maravillosos,
sino una verdad que conecta aquellos
hechos. Hablan como si la conexión física de dos
cosas extrañas, las conecte filosóficamente. Creen
que porque una cosa incomprensible, siga constantemente
a otra cosa incomprensible, de algún modo,
ambas producirán una cosa comprensible. Que
dos oscuros enigmas producen una clara respuesta.
(…)Cuando se nos pregunta por qué los huevos se
convierten en aves o los frutos caen en otoño, debemos,
responder exactamente, como lo hace la
madrina preguntada por Cenicienta acerca de por
qué los ratones se convierten en caballos o por qué
sus vestiduras desaparecen a medianoche. Debemos
responder que es a causa de la magia. No es
una “ley”, pues, no comprendemos su fórmula
general. No es una necesidad, pues, aún cuando
podamos suponerla como aconteciendo prácticamente,
no podemos decir que acontecerá siempre.
Que confiemos en el curso ordinario de las cosas
no es ningún argumento a favor de una ley inalterable
(como creía Huxley). No confiamos en él;
apostamos sobre él. Arriesgamos la posibilidad
remota de un milagro, como cuando lo hacemos en
relación a un panqueque envenenado o un cometa
que destruya el mundo. Lo dejamos fuera de cálculo,
no porque sea un milagro, y, en consecuencia
una imposibilidad, sino precisamente porque es un
milagro, y, en consecuencia, una excepción. Todos
los términos utilizados en los libros de ciencias,
“ley”, “necesidad”, “orden”, “tendencia”, etc., son,
realmente, no intelectuales, porque asumen una
síntesis interior que no poseemos. Las únicas palabras
que siempre me han satisfecho para describir
la naturaleza son las palabras utilizadas en los
libros de cuentos de hadas, “encantamiento”, “conjuro”,
“hechizo”. Expresan la arbitrariedad de los
hechos y su misterio. Un árbol produce fruto porque
es un árbol mágico. El agua desciende por la
colina porque está embrujada. El sol brilla porque
está embrujado.
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En realidad, si es un análisis esta muy apegado al texto. Sólo citas y citas.. pero si es un "resumen" también se queda corto, debes meter más teoría, no tanto ejemplo. Te comiste muuuuchas partes.
ResponderEliminarJaja, es una lectura implantada que utilicé para un trabajo, nada pretencioso. Fue para facilitar mi lectura. Lo pegué aquí y ya.
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