Platón (427 – 347 a. C.)
Fue un filósofo griego, alumno de
Sócrates y maestro de Aristóteles
-¿Qué puede ser, entonces, Eros? -dije yo-.
¿Un mortal?
-En absoluto.
-¿Pues qué entonces?
-Como en los ejemplos anteriores -dijo-, algo intermedio
entre lo mortal y lo inmortal.
-¿Y qué es ello, Diotima?
-Un gran demon, Sócrates. Pues también todo lo
demónico está entre la divinidad y lo mortal.
-¿Y qué poder tiene? -dije yo.
- Interpreta y comunica a los dioses las cosas de
los hombres y a los hombres las de los dioses,
súplicas y sacrificios de los unos y de los otros
órdenes y recompensas por los sacrificios. Al estar
en medio de unos y otros llena el espacio entre
ambos, de suerte que el todo queda unido consigo
mismo como un continuo 2. A través de él funciona
toda la adivinación y el arte de los sacerdotes
relativa tanto a los sacrificios como a los ritos,
ensalmos, toda clase de mántica y la magia. La
divinidad no tiene contacto con el hombre, sino
que es a través de este demon como se produce
todo contacto y diálogo entre dioses y hombres,
tanto como si están despiertos como si están durmiendo.
Y así, el que es sabio en tales materias es un hombre
demónico, mientras que el que lo es en cualquier
otra cosa, ya sea en las artes o en los trabajos
manuales, es un simple artesano. Estos démones,
en efecto, son numerosos y de todas clases, y uno
de ellos es también Eros.
-¿Y quién es su padre y su madre? -dije yo.
Es más largo -dijo- de contar, pero, con todo, te lo
diré. Cuando nació Afrodita, los dioses celebraron
un banquete y, entre otros, estaba también Poros,
el hijo de Metis. Después que terminaron de comer,
vino a mendigar Penía, como era de esperar
en una ocasión festiva, y estaba cerca de la puerta.
Mientras, Poros, embriagado de néctar –pues aún
no había vino-, entró en el jardín de Zeus y, entorpecido
por la embriaguez, se durmió. Entonces
Penía, maquinando, impulsada por su carencia de
recursos, hacerse un hijo de Poros, se acuesta a su
lado y concibió a Eros. Por esta razón, precisamente,
es Eros también acompañante y escudero
de Afrodita, al ser engendrado en la fiesta del nacimiento
de la diosa y al ser, a la vez, por naturaleza
un amante de lo bello, dado que también Afrodita
es bella. Siendo hijo, pues, de Poros y Penía,
Eros se ha quedado con las siguientes características.
En primer lugar, es siempre pobre, y lejos de
ser delicado y bello, como cree la mayoría, es, más
bien, duro y seco, descalzo y sin casa, duerme
siempre en el suelo y descubierto, se acuesta a la
intemperie en las puertas y al borde de los caminos,
compañero siempre inseparable de la indigencia
por tener la naturaleza de su madre. Pero, por
otra parte, de acuerdo con la naturaleza de su padre,
está al acecho de lo bello y de lo bueno; es
valiente, audaz y activo, hábil cazador, siempre
urdiendo alguna trama, ávido de sabiduría y rico
en recursos, un amante del conocimiento a lo largo
de toda su vida, un formidable mago, hechicero y
sofista. No es por naturaleza ni inmortal ni mortal,
sino que en el mismo día unas veces florece y vive,
cuando está en la abundancia, y otras muere,
pero recobra e la vida de nuevo gracias a la naturaleza
de su padre. Mas lo que consigue siempre se
le escapa, de suerte que Eros nunca ni está falto de
recursos ni es rico, y está, además, en el medio de
la sabiduría y la ignorancia. Pues la cosa es como
sigue: ninguno de los dioses ama la sabiduría ni
desea ser sabio, porque ya lo es, como tampoco
ama la sabiduría cualquier otro que sea sabio. Por
otro lado, los ignorantes ni aman la sabiduría ni
desean hacerse sabios, pues en esto precisamente
es la ignorancia una cosa molesta: en que quien no
es ni bello, ni bueno, ni inteligente se crea a sí
mismo que lo es suficientemente. Así, pues, el que
no cree estar necesitado no desea tampoco lo que
no cree necesitar.
-¿Quiénes son, Diotima, entonces -dije yo- los que
aman la sabiduría, si no son ni los sabios ni los
ignorantes?
-Hasta para un niño es ya evidente -dijo- que son
los que están en medio de estos dos, entre los cuales
estará también Eros 6. La sabiduría, en efecto,
es una de las cosas más bellas y Eros es amor de lo
bello, de modo que Eros es necesariamente amante
de la sabiduría, y por ser amante de la sabiduría
está, por tanto, en medio del sabio y del ignorante.
Y la causa de esto es también su nacimiento, ya
que es hijo de un padre sabio y rico en recursos y
de una madre no sabia e indigente. Ésta es, pues,
querido Sócrates, la naturaleza de este demon.
Pero, en cuanto a lo que tú pensaste que era Eros,
no hay nada sorprendente en ello. Tú creíste,
según me parece deducirlo de lo e que dices, que
Eros era lo amado y no lo que ama. Por esta razón,
me imagino, te parecía Eros totalmente bello, pues
lo que es susceptible de ser amado es también lo
verdaderamente bello, delicado, perfecto y digno
de ser tenido por dichoso, mientras que lo que ama
tiene un carácter diferente, tal como yo lo describí
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