domingo, 30 de mayo de 2010

Manejo creativo de problemas

Mauro Rodríguez Estrada (1936 - 2007)

Fundador y primer presidente de la Asociación
Mexicana de la Creatividad. Fue el mayor promotor
de la creatividad en Latinoamérica, dedicado por
entero a la creatividad desde 1975

Tomado de Manual de creatividad (pp. 117-123).
México: Trillas. (2006)

El verdadero creador
es un creador de problemas
L. A. Machado
Se procura la creatividad
con el objeto de emancipar al individuo
y concederle un mayor dominio de la realidad,
por medio de la transformación
J. Sikora

El problema es una realidad omnipresente
en la vida de los individuos, de las instituciones
y de los pueblos; es parte integral del tejido
de la vida. La capacidad de afrontarlo mide, en
cierto modo, la calidad de la vida.
¿Qué es un problema? Es una situación con
uno o varios elementos de oscuridad: queremos
lograr algo, pero no hallamos cómo; necesitamos
movemos hacia un determinado punto,
pero no vemos claro el camino.
El concepto de problema es esencialmente
relativo, pues incluye en sí la referencia a un
sujeto determinado. Lo que para Juan es un
problema, puede no serlo para Pedro, pues para
éste no entraña dificultad ni oscuridades.
Muchos problemas son personales y muchos
otros son grupales o sociales, según afecten
a individuos, grupos o sociedades, y según
estén en manos de individuos o de grupos para
ser resueltos.
¿Qué relación existe entre los problemas y
la creatividad? Una muy estrecha. Por definición,
todo problema apela a la creatividad de
alguien, ya que el sujeto no conoce la solución.
Sus rutinas de pensamiento y las técnicas bien
conocidas no le sirven para el caso, por eso
tiene el problema. Como la mayoría de las
personas no son pintores, escritores, ni directores
de cine, podemos decir que el uso más
común y cotidiano de la creatividad, para casi
todo el género humano, consiste en afrontar y
resolver problemas.
Frente a la creatividad elitista de pocos, se
adelanta la creatividad democrática de todos.
Al crecer en los últimos decenios la envergadura
y la complejidad de los problemas institucionales,
comenzaron a hacerse estudios
sobre el proceso de análisis y solución, y nació
un nuevo arte: la heurística (del griego heuriskein:
encontrar). Pero no hay que ilusionarse:
para el fascinante arte de resolver problemas,
no existen ni existirán recetas prefabricadas.
El manejo de los problemas se desarrolla
en dos etapas distintas: el planteamiento y la
solución. Nosotros, por motivos didácticos,
vamos a desmenuzarlo en cinco pasos o momentos:

1. Definir el problema.
Partimos de una
observación que cualquiera está en grado de
verificar: en las discusiones es muy frecuente
la tendencia a mezclar planteamientos con
soluciones; es decir, que ya en los primeros
momentos, cuando aún hay oscuridad es sobre
cuál es propiamente la dificultad, se barajan
soluciones. Esto es tan poco lógico como el
médico que receta antes de diagnosticar la enfermedad.
El sentido común, tan poco común aquí como
en todo lo demás, reclama una separación análoga
a la que explicábamos en el caso del
brainstorming. Primero hay que definir bien el
problema (p) y luego buscarle las soluciones (s).

pss
pss
ss
pp
p
s
p
Así suele ser
fase I

pp
pp
pp
fase II
ss
ss
ss
s
Así debe ser

¡Qué ilusión tan simplista la de creer que
los problemas están ahí, enfrente, como puede
estar un edificio o un pozo! No, los problemas
no son enteramente realidades físicas externas,
sino psíquicas e internas; son realidades parcialmente
objetivas y parcialmente subjetivas.
Requieren procesos de percepción y de organización
e interpretación de datos. No siempre la
primera formulación es la más feliz. Nada lo
garantiza. Una formulación poco afortunada
confunde y extravía. Vienen al caso cuatro
ejemplos:
 En la recesión económica mexicana de
1983, un amigo me decía angustiado:
“Acabé de construir cinco departamentos
para venderlos totalmente terminados. Debo
pagar cada mes a la constructora cientos
de miles de pesos. Nadie quiere comprar.
Me he reducido en el precio hasta por debajo
de mis costos; pero ni así”.
Problema: ¿Cómo vender los departamentos en
un breve plazo?
 He ordenado una construcción en la cima
de una colina. Cuento con el dinero suficiente
para toda, o casi toda, la obra, pero
se nos echa encima la crisis inflacionaria.
Me urge que los trabajos se hagan con celeridad.
El arquitecto-contratista opera con
equipos raquíticos de trabajadores; cada
semana observo que en lugar de los veinte
o treinta trabajadores prometidos han llegado
sólo tres o cuatro, o ninguno. Y la inflación
galopa sañuda... Pasan los meses;
en vano he intentado todos los recursos para
apremiar al arquitecto.
Problema: ¿Cómo hago para que el escurridizo
arquitecto cumpla el convenio y concluya la
obra?
 En casa de Juan Pérez hay ratones. Las
ratoneras que se han usado son eficaces,
pero dan un espectáculo muy desagradable.
Problema: ¿Cómo mejorar las ratoneras, o
cómo conseguir otras más adecuadas?
 Crece el uso de las drogas y los tribunales
de muchos países se enfrascan en miles de
casos de delincuencia a raíz de ello.
Problema: ¿Cómo puede el gobierno eliminar
el tráfico y consumo de drogas?
Un mínimo de análisis nos revela que los cuatro
problemas están mal planteados.
El primero no es cómo vender, aun malbaratándolos,
los cinco departamentos, sino cómo
conseguir el dinero necesario.
El segundo no consiste en cómo motivar al
arquitecto, sino en cómo activar la construcción
hasta finalizarla.
El tercero no es un problema de ratoneras,
sino de librar la casa de ratones.
El cuarto supone, sin haberlo probado, que
corresponde a los gobiernos eliminar las drogas.
Pretende configurar el problema con lo
que es una de las posibles alternativas de solución.
¡Qué frecuente es que los planteamientos
estén ya “casados” con una solución, una entre
varias posibles! ¡Y que cándidamente se ignore
este mal matrimonio!
En los ejemplos anteriores, vender los departamentos
en plena crisis, seguir con el mismo
arquitecto y utilizar ratoneras son ya esbozos
de solución; pero no planteamientos lúcidos.
Antes que resolver los problemas hay que
tener la capacidad para identificarlos, es decir,
para formular preguntas que nos lleven a detectarlos
y definirlos. Esta facultad es uno de los
rasgos inconfundibles de la conducta creativa.
Además, sucede que la correcta definición
de un problema ya muestra por sí sola el camino
de salida. Lo malo es que, como deplora
Edwards: "We are basically solution-minded
rather than problem-minded".1

2. Averiguar las causas del problema, sus
raíces, sus factores, y las condiciones que lo
hicieron nacer. Hay que reunir e interpretar
todos los hechos que se producen en torno a
una situación, y seguir los hilos que los entrelazan
para formar la maraña.
En los casos más complejos conviene distinguir
la realidad misma, por una parte, y, por
otra, todo lo dicho y escrito sobre ella: juicios,
opiniones, documentos, etc. Estos también son
hechos, pero de orden diferente.

3. Imaginar todas las posibles soluciones.
Para esta fase el mejor método suele ser el
brainstorming, porque sólo si se afloja al
máximo la mente, sin inhibiciones, y se consi
deran muchas alternativas, puede aspirarse a
optar por una solución verdaderamente profunda
y creativa. La relatividad que señalamos
como esencial al concepto de problema, pide
no sólo estar concientizados del problema, sino
de sí mismo ante él. De este modo, conviene
aplicar a los problemas, además de la inteligencia,
también los sentidos: visualizarlos (tal
vez dibujarlos), tocarlos, olerlos, escucharlos...

4. Seleccionar la solución. Esto supone un
proceso de deliberación, pero es propiamente
un acto de toma de decisión. Tal cosa es factible
a veces por el método de la comprensión
(captación intuitiva de la realidad completa
como un todo o como una gestalt). Otras veces
hay que recurrir al método de ensayo y error. A
veces se requieren razonamientos inductivos,
otras, deductivos. Lo más común es que intervengan
ambos tipos.
Hay estudios que revelan que las personas
muy creativas se distinguen de las poco creativas
principalmente por el proceso que siguen
para resolver problemas. Las primeras emplean
más tiempo en analizar, la información y menos
en sintetizarlo que las segundas.

5. Implementar la solución. Más allá de
capacidades intelectuales y competencias
técnicas, hay otros aspectos que muchas personas
tienden a ignorar o a dejar al margen: las
actitudes. Actitudes de optimismo, de seguridad,
de fuerza, de fe, de esperanza, de audacia,
de participación, de compromiso, o sus contrarias.
¡Qué diferente es afrontar un problema visto
como una oportunidad, a encararlo como un
obstáculo molesto! Viene a cuento un dato
etimológico curioso: la palabra griega problema
corresponde a la palabra latina pro-jectum
(véanse los términos afines: emblema, proyección,
inyección, deyecciones, sujeción). De
este modo tenemos convertidos los problemas
en proyectos, es decir, en retos y desafíos y, lo
que es lo mismo, en oportunidades que nos
brinda la vida.

Si tú crees que no tienes ningún problema,
busca o inventa algunos. De lo contrario, estás
perdiendo oportunidades de vivir y de crecer.

El proceso creativo

Mihaly Csikszentmihalyi (1934)
Profesor de psicología en la Universidad de Claremont
(California). Es uno de los psicólogos más
citados en campos diversos de la psicología y los
negocios

Tomado de: Creatividad. El fluir y la psicología des
descubrimiento y la invención

El proceso creativo comienza con una sensación
que en algún sitio hay un rompecabezas
o una tarea que se ha de llevar a cabo. Quizás
algo que no esta bien, el algún sitio existe un
conflicto, una tensión, una necesitada que se ha
de satisfacción problemática puede estar desencadenada
por una experiencia personal, por
un desajuste en el sistema simbólico, por la
estimulación de los colegas o por necesidades
publicas. En cualquier caso, si no se experimenta
una tensiona si, que atraiga la energía
psíquica de la persona, no hay necesidad de
una reacción nueva. Por tanto, sin un estimulo
de esta clase, es improbable que el proceso
creativo se ponga en marcha.

PROBLEMAS RECIBIDOS
Y DESCUBIERTOS


No todos los problemas llaman la atención
de una persona de manera parecida. La mayoría
de los problemas están ya formulados,
todo el mundo sabe lo que se ha de hacer, lo
único que falta es la solución. Los empresarios,
patrocinadores, o alguna otra presión externa,
esperan de la persona en cuestión que aplique
su entendimiento a la solución de un rompecabezas.
Estos son los problemas “recibidos”.
Pero también hay situaciones en las que nadie
ha formulado la pregunta todavía, nadie sabe si quiera que haya un problema. En este caso, la
persona creativa determina tanto el problema
como la solución. Tenemos así un problema
“descubierto”. Einstein, entre otros, creía que
los avances realmente importantes en la ciencia
llegan como resultado de la formulación nueva
de problemas viejos o del descubrimiento de
otros nuevos, y no tanto de la simple resolución
de los problemas existentes. O como decía
Freeman Dyson: “Una característica de la vida
científica es que resulta fácil cuando tienes un
problema sobre el cual trabajar. Lo difícil es
encontrar de un problema”

Frank Offner ejemplifica el proceso de resolución
de un problema recibido:

Cuando me estaba introduciendo por primera
vez en la aeronáutica, yo tenía un muy buen
amigo que me presentó en Hamilton Standard,
que fabricaba hélices y ahora forma parte de
United Technology. Me sugirió que fuera a verles
para ver si podía ayudarles, y el jefe del
grupo de vibración me dijo: “Bueno, Frank,
hemos tenido este problema durante meses, no
podemos imaginar la manera de conseguir el
valor positivo máximo y negativo máximo del
voltaje, tomar la suma de ambos y calcular la
tensión total. No sabemos como elegir el resistor.
Hay que tener un condensador que se corresponda
con el resistor, porque si el resistor
es demasiado alto resulta demasiado lento y si
es demasiado bajo pierdes una antes de conseguir
el otro”. Bien antes de que hubiera acabado
de hablar, yo ya sabía la respuesta. Le dije:
“No use un resistor, use un pequeño relé y ponga
el condensador en cortocircuito….”

En cambio, Robert Galvin describe un problema
que es descubierto. Su padre había fundado
Motorola a principios de este siglo para
fabricar radios de coches. Durante varias décadas
el negocio fue una pequeña explotación de
una sola sala, con quizás una docena de ingenieros
y contratos no muy grandes, de modo
que el padre de Galvin trabajaba muy duro para
poder llegar al fin de mes. En 1936 creyó que
finalmente podía permitirse tomar unas vacaciones.
Se llevó a su esposa y al joven Robert a
hacer un viaje por Europa. Mientras viajaban
por Alemania, Galvin padre llegó a la convicción
de que antes o después Hitler desencadenaría
una guerra. A su regreso a casa, obtuvo
más detalles sobre su corazonada enviando a
Don Mitchell, uno de sus ayudantes, a Camp
McCoy, en Wisconsin para averiguar como
transmitía el ejército la información entre sus
diversas unidades.

Mitchell cogió el coche y se fue a Wisconsin,
tocó el timbre de la puerta del campamento,
se sentó con el comandante en jefe y en
poco tiempo descubrió que, en lo referente a
las comunicaciones, el ejercito no había cambiado
en absoluto desde la primera guerra
mundial: se tendía un cable telefónico desde el
frente de las trincheras de retaguardia. Cuando
oyó esto, Galvin aguzó el oído. “Don”, se supone
que dijo, “si fabricamos una radio que se
ajuste a un coche y reciba señales, ¿no podríamos
acoplarle un pequeño transmisor, añadir
algún tipo de grupo electrógeno y ponerla en
una caja de modo que alguien pudiera cargar
con ella, y hablar desde la trinchera del frente
con la retaguardia con radios, en lugar de desenrollando
un cable?” Creyeron que era una
buena idea y se pusieron a trabajar. Para cuando
Hitler invadió Polonia, Motorola esta preparada
para producir lo que se convirtió en el
SCR 536, el walkie-talkie de la Segunda Guerra
Mundial, Robert Galvin usa esta historia
para explicar lo que quiere decir cuando habla
de anticipación y empeño: por un lado, tener la
previsión para darse cuenta de cómo podrías
contribuir al futuro, y por tanto, sacar provecho
de el; y por otro, tener fe en tu intuición y trabajar
duro para convertirla en realidad.

exige, por lo general, un periodo de preparación
mucho más corto que la de los problemas
descubiertos. A veces la solución aparece con
la inmediatez del caso de Offner. Aunque puede
requerir poco tiempo y esfuerzo, una solución
novedosa a un problema recibido podría
cambiar el campo de forma importante y podría,
por tanto, ser juzgada creativa. Incluso en
las artes, algunas de las pinturas más perdurables
de la Edad Media y el Renacimiento fueron
encargadas por mecenas que especificaron
el tamaño del lienzo, el número y el tipo de las
figuras, la cantidad de caro pigmento de lapislázuli
que se había de usar, el peso de pan
de oro que se tenía que utilizar en el marco,
hasta el detalle mas nimio. Bach componía una
nueva cantata cada pocas semanas para satisfacer
las exigencias de himnos religiosos de sus. mecenas.
Estos ejemplos demuestran que,
cuando se afrontan con el deseo de ofrecer la
mejor solución, incluso los problemas más
rígidamente definidos de antemano puedan
traducirse en resultados creativos.

Sin embargo, los problemas descubiertos
cuentan con la posibilidad de tener mayor repercusión
en la forma en que vemos el mundo-
Un ejemplo es la lenta elaboración por parte de
Darwin de la teoría de la evolución. A Darwin
se le encargó que viajara con el Beagle costeando
Sudamérica y describiera la vida vegetal
y animal, en gran medida no registrada, que
encontrara allí. Esta no era una misión que
requiriera, una solución creativa, y Darwin
hizo lo que de el se esperaba. Pero al mismo
tiempo fue sintiendo cada vez mayor interés, y
después perplejidad, por las sutiles diferencias
entre especies, por lo demás semejantes, que
Vivian en lo que hoy llamaríamos diferentes
nichos ecológicos. Vio la conexión entre los
rasgos físicos concretos y las posibilidades
medioambientales correspondientes, tales como
la forma del pico de un pájaro y el tipo de
comida disponible. Estas observaciones le llevaron
al concepto de adaptación diferencial, el
cual, a su vez, tras muchas observaciones más
detalladas, le condujo a la idea de la selección
natural y finalmente al concepto de la evolución
de las especies

La teoría de la evolución respondía un gran
número de preguntas, que iban desde por qué
los animales tienen aspectos tan diferentes
entre sí, hasta de dónde vienen los hombres y
las mujeres. Pero quizás la característica más
notable de la realización de Darwin fue que
estas preguntas no habían sido formuladas
antes en forma susceptible de respuesta, y que
él tuvo que enunciar el problema y a la vez
proponer la solución. La mayoría de los grandes
cambios en un campo comparten esta característica
del trabajo de Darwin: en el continuo
de las situaciones problemáticas, tienden a
estar más cerca del extremo descubierto que
del recibido.

EL TIEMPO MISTERIOSO

Después de que una persona creativa tiene la
sensación de que el horizonte de su especialidad
hay algo que no encaja, algún problema
que tal vez mereciera la pena abordar, el proceso
de creatividad habitualmente prosigue en
secreto durante algún tiempo. Los indicios de
incubación proceden de relatos de descubrimientos
en los que el creador queda perplejo
ante una cuestión y recuerda haber llegado a
una repentina intuición de la naturaleza del
problema, pero no recuerda ningún paso mental
consiente intermedio. Debido a este espacio
vacío entre la percepción de un problema y la
intuición de su solución, se da por supuesto
que en un intervalo del proceso conciente debe
de tener lugar una etapa imprescindible de
incubación.

Debido a su carácter misterioso, la incubación
con frecuencia ha sido considerada la
parte más creativa de todo el proceso. Las secuencias
concientes se pueden analizar, hasta
cierto punto, según las reglas de la lógica y la
racionalidad. Pero lo que sucede en los espacios
“oscuros” desafía al análisis ordinario y
evoca el misterio original que envuelve la obra
del genio: uno casi siente la necesidad de recurrir
al misticismo, de invocar la voz de la musa
como explicación.

Nuestros entrevistados concuerdan de forma
unánime en que es importante dejar que los
problemas hiervan durante un tiempo por debajo
del umbral de conciencia. Uno de los relatos
más elocuentes de la importancia de esta fase
es, de nuevo, el del físico Freeman Dyson. Al
describir su trabajo habitual dice lo siguiente:

Estoy perdiendo el tiempo a lo tonto sin
hacer nada, lo cual probablemente significa que
estoy en un periodo creativo, aunque por supuesto
eso no se sabe hasta más tarde. Creo que
es muy importante estar ocioso. Siempre se dice
que Shakespeare estaba ocioso entre obra y
obra. No estoy comparándome con Shakespeare,
pero quienes están ocupados todo el tiempo
no suelen ser creativos. De manera que no me
avergüenzo de este ocioso.

Frank Offner cree con la misma firmeza en
la importancia de no estar siempre pensando en
el problema:

Le diré una cosa que he descubierto tanto
en la ciencia como en la tecnología: se tiene un
problema, no hay que sentarse a intentar resolverlo.
Porque nunca lo resolveré si me limito a
sentarme a pensar sobre él. La solución quizás
se me ocurra en mitad de la noche, mientras
conduzco mi coche o me ducho, o algo así.

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