Mihaly Csikszentmihalyi (1934)
Profesor de psicología en la Universidad de Claremont
(California). Es uno de los psicólogos más
citados en campos diversos de la psicología y los
negocios
Tomado de: Creatividad. El fluir y la psicología des
descubrimiento y la invención
El proceso creativo comienza con una sensación
que en algún sitio hay un rompecabezas
o una tarea que se ha de llevar a cabo. Quizás
algo que no esta bien, el algún sitio existe un
conflicto, una tensión, una necesitada que se ha
de satisfacción problemática puede estar desencadenada
por una experiencia personal, por
un desajuste en el sistema simbólico, por la
estimulación de los colegas o por necesidades
publicas. En cualquier caso, si no se experimenta
una tensiona si, que atraiga la energía
psíquica de la persona, no hay necesidad de
una reacción nueva. Por tanto, sin un estimulo
de esta clase, es improbable que el proceso
creativo se ponga en marcha.
PROBLEMAS RECIBIDOS
Y DESCUBIERTOS
No todos los problemas llaman la atención
de una persona de manera parecida. La mayoría
de los problemas están ya formulados,
todo el mundo sabe lo que se ha de hacer, lo
único que falta es la solución. Los empresarios,
patrocinadores, o alguna otra presión externa,
esperan de la persona en cuestión que aplique
su entendimiento a la solución de un rompecabezas.
Estos son los problemas “recibidos”.
Pero también hay situaciones en las que nadie
ha formulado la pregunta todavía, nadie sabe si quiera que haya un problema. En este caso, la
persona creativa determina tanto el problema
como la solución. Tenemos así un problema
“descubierto”. Einstein, entre otros, creía que
los avances realmente importantes en la ciencia
llegan como resultado de la formulación nueva
de problemas viejos o del descubrimiento de
otros nuevos, y no tanto de la simple resolución
de los problemas existentes. O como decía
Freeman Dyson: “Una característica de la vida
científica es que resulta fácil cuando tienes un
problema sobre el cual trabajar. Lo difícil es
encontrar de un problema”
Frank Offner ejemplifica el proceso de resolución
de un problema recibido:
Cuando me estaba introduciendo por primera
vez en la aeronáutica, yo tenía un muy buen
amigo que me presentó en Hamilton Standard,
que fabricaba hélices y ahora forma parte de
United Technology. Me sugirió que fuera a verles
para ver si podía ayudarles, y el jefe del
grupo de vibración me dijo: “Bueno, Frank,
hemos tenido este problema durante meses, no
podemos imaginar la manera de conseguir el
valor positivo máximo y negativo máximo del
voltaje, tomar la suma de ambos y calcular la
tensión total. No sabemos como elegir el resistor.
Hay que tener un condensador que se corresponda
con el resistor, porque si el resistor
es demasiado alto resulta demasiado lento y si
es demasiado bajo pierdes una antes de conseguir
el otro”. Bien antes de que hubiera acabado
de hablar, yo ya sabía la respuesta. Le dije:
“No use un resistor, use un pequeño relé y ponga
el condensador en cortocircuito….”
En cambio, Robert Galvin describe un problema
que es descubierto. Su padre había fundado
Motorola a principios de este siglo para
fabricar radios de coches. Durante varias décadas
el negocio fue una pequeña explotación de
una sola sala, con quizás una docena de ingenieros
y contratos no muy grandes, de modo
que el padre de Galvin trabajaba muy duro para
poder llegar al fin de mes. En 1936 creyó que
finalmente podía permitirse tomar unas vacaciones.
Se llevó a su esposa y al joven Robert a
hacer un viaje por Europa. Mientras viajaban
por Alemania, Galvin padre llegó a la convicción
de que antes o después Hitler desencadenaría
una guerra. A su regreso a casa, obtuvo
más detalles sobre su corazonada enviando a
Don Mitchell, uno de sus ayudantes, a Camp
McCoy, en Wisconsin para averiguar como
transmitía el ejército la información entre sus
diversas unidades.
Mitchell cogió el coche y se fue a Wisconsin,
tocó el timbre de la puerta del campamento,
se sentó con el comandante en jefe y en
poco tiempo descubrió que, en lo referente a
las comunicaciones, el ejercito no había cambiado
en absoluto desde la primera guerra
mundial: se tendía un cable telefónico desde el
frente de las trincheras de retaguardia. Cuando
oyó esto, Galvin aguzó el oído. “Don”, se supone
que dijo, “si fabricamos una radio que se
ajuste a un coche y reciba señales, ¿no podríamos
acoplarle un pequeño transmisor, añadir
algún tipo de grupo electrógeno y ponerla en
una caja de modo que alguien pudiera cargar
con ella, y hablar desde la trinchera del frente
con la retaguardia con radios, en lugar de desenrollando
un cable?” Creyeron que era una
buena idea y se pusieron a trabajar. Para cuando
Hitler invadió Polonia, Motorola esta preparada
para producir lo que se convirtió en el
SCR 536, el walkie-talkie de la Segunda Guerra
Mundial, Robert Galvin usa esta historia
para explicar lo que quiere decir cuando habla
de anticipación y empeño: por un lado, tener la
previsión para darse cuenta de cómo podrías
contribuir al futuro, y por tanto, sacar provecho
de el; y por otro, tener fe en tu intuición y trabajar
duro para convertirla en realidad.
exige, por lo general, un periodo de preparación
mucho más corto que la de los problemas
descubiertos. A veces la solución aparece con
la inmediatez del caso de Offner. Aunque puede
requerir poco tiempo y esfuerzo, una solución
novedosa a un problema recibido podría
cambiar el campo de forma importante y podría,
por tanto, ser juzgada creativa. Incluso en
las artes, algunas de las pinturas más perdurables
de la Edad Media y el Renacimiento fueron
encargadas por mecenas que especificaron
el tamaño del lienzo, el número y el tipo de las
figuras, la cantidad de caro pigmento de lapislázuli
que se había de usar, el peso de pan
de oro que se tenía que utilizar en el marco,
hasta el detalle mas nimio. Bach componía una
nueva cantata cada pocas semanas para satisfacer
las exigencias de himnos religiosos de sus. mecenas.
Estos ejemplos demuestran que,
cuando se afrontan con el deseo de ofrecer la
mejor solución, incluso los problemas más
rígidamente definidos de antemano puedan
traducirse en resultados creativos.
Sin embargo, los problemas descubiertos
cuentan con la posibilidad de tener mayor repercusión
en la forma en que vemos el mundo-
Un ejemplo es la lenta elaboración por parte de
Darwin de la teoría de la evolución. A Darwin
se le encargó que viajara con el Beagle costeando
Sudamérica y describiera la vida vegetal
y animal, en gran medida no registrada, que
encontrara allí. Esta no era una misión que
requiriera, una solución creativa, y Darwin
hizo lo que de el se esperaba. Pero al mismo
tiempo fue sintiendo cada vez mayor interés, y
después perplejidad, por las sutiles diferencias
entre especies, por lo demás semejantes, que
Vivian en lo que hoy llamaríamos diferentes
nichos ecológicos. Vio la conexión entre los
rasgos físicos concretos y las posibilidades
medioambientales correspondientes, tales como
la forma del pico de un pájaro y el tipo de
comida disponible. Estas observaciones le llevaron
al concepto de adaptación diferencial, el
cual, a su vez, tras muchas observaciones más
detalladas, le condujo a la idea de la selección
natural y finalmente al concepto de la evolución
de las especies
La teoría de la evolución respondía un gran
número de preguntas, que iban desde por qué
los animales tienen aspectos tan diferentes
entre sí, hasta de dónde vienen los hombres y
las mujeres. Pero quizás la característica más
notable de la realización de Darwin fue que
estas preguntas no habían sido formuladas
antes en forma susceptible de respuesta, y que
él tuvo que enunciar el problema y a la vez
proponer la solución. La mayoría de los grandes
cambios en un campo comparten esta característica
del trabajo de Darwin: en el continuo
de las situaciones problemáticas, tienden a
estar más cerca del extremo descubierto que
del recibido.
EL TIEMPO MISTERIOSO
Después de que una persona creativa tiene la
sensación de que el horizonte de su especialidad
hay algo que no encaja, algún problema
que tal vez mereciera la pena abordar, el proceso
de creatividad habitualmente prosigue en
secreto durante algún tiempo. Los indicios de
incubación proceden de relatos de descubrimientos
en los que el creador queda perplejo
ante una cuestión y recuerda haber llegado a
una repentina intuición de la naturaleza del
problema, pero no recuerda ningún paso mental
consiente intermedio. Debido a este espacio
vacío entre la percepción de un problema y la
intuición de su solución, se da por supuesto
que en un intervalo del proceso conciente debe
de tener lugar una etapa imprescindible de
incubación.
Debido a su carácter misterioso, la incubación
con frecuencia ha sido considerada la
parte más creativa de todo el proceso. Las secuencias
concientes se pueden analizar, hasta
cierto punto, según las reglas de la lógica y la
racionalidad. Pero lo que sucede en los espacios
“oscuros” desafía al análisis ordinario y
evoca el misterio original que envuelve la obra
del genio: uno casi siente la necesidad de recurrir
al misticismo, de invocar la voz de la musa
como explicación.
Nuestros entrevistados concuerdan de forma
unánime en que es importante dejar que los
problemas hiervan durante un tiempo por debajo
del umbral de conciencia. Uno de los relatos
más elocuentes de la importancia de esta fase
es, de nuevo, el del físico Freeman Dyson. Al
describir su trabajo habitual dice lo siguiente:
Estoy perdiendo el tiempo a lo tonto sin
hacer nada, lo cual probablemente significa que
estoy en un periodo creativo, aunque por supuesto
eso no se sabe hasta más tarde. Creo que
es muy importante estar ocioso. Siempre se dice
que Shakespeare estaba ocioso entre obra y
obra. No estoy comparándome con Shakespeare,
pero quienes están ocupados todo el tiempo
no suelen ser creativos. De manera que no me
avergüenzo de este ocioso.
Frank Offner cree con la misma firmeza en
la importancia de no estar siempre pensando en
el problema:
Le diré una cosa que he descubierto tanto
en la ciencia como en la tecnología: se tiene un
problema, no hay que sentarse a intentar resolverlo.
Porque nunca lo resolveré si me limito a
sentarme a pensar sobre él. La solución quizás
se me ocurra en mitad de la noche, mientras
conduzco mi coche o me ducho, o algo así.
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