1. Intentar el examen de conducción
2. Llamar al hipócrita para lo de las pastillas
3. Llamar a la psicóloga para tú sabes qué
4. Intentar ordenar that de 1 a 3 veces (como lo veas necesario)
5. Buscar una nueva comida VEGANA (potatos + Rice)
6. Buscar una neuva comida VEGETARIANA (bol of cereal&milk)
7. INTENTAR, en lo más posible, just water por al menos 1 semana tres veces
8. Go to 100 at least (at the end of the year) UNFINISHED
9. Add WJ (from F1)
10.¨M¨ por MB, al menos, 1 vez.
11."M" por CM, al menos, 1 vez.
12. Quítale al de la derecha algo de plata, por que te la mereces por derecho
*Todo queda jurado en tributo a CL, en términos "W", es decir, que cualquier contratiempo ante alguna de estas cosa, como romperlo por olvido o por obligación, estará permitido.
viernes, 31 de diciembre de 2010
domingo, 30 de mayo de 2010
Manejo creativo de problemas
Mauro Rodríguez Estrada (1936 - 2007)
Fundador y primer presidente de la Asociación
Mexicana de la Creatividad. Fue el mayor promotor
de la creatividad en Latinoamérica, dedicado por
entero a la creatividad desde 1975
Tomado de Manual de creatividad (pp. 117-123).
México: Trillas. (2006)
El verdadero creador
es un creador de problemas
L. A. Machado
Se procura la creatividad
con el objeto de emancipar al individuo
y concederle un mayor dominio de la realidad,
por medio de la transformación
J. Sikora
El problema es una realidad omnipresente
en la vida de los individuos, de las instituciones
y de los pueblos; es parte integral del tejido
de la vida. La capacidad de afrontarlo mide, en
cierto modo, la calidad de la vida.
¿Qué es un problema? Es una situación con
uno o varios elementos de oscuridad: queremos
lograr algo, pero no hallamos cómo; necesitamos
movemos hacia un determinado punto,
pero no vemos claro el camino.
El concepto de problema es esencialmente
relativo, pues incluye en sí la referencia a un
sujeto determinado. Lo que para Juan es un
problema, puede no serlo para Pedro, pues para
éste no entraña dificultad ni oscuridades.
Muchos problemas son personales y muchos
otros son grupales o sociales, según afecten
a individuos, grupos o sociedades, y según
estén en manos de individuos o de grupos para
ser resueltos.
¿Qué relación existe entre los problemas y
la creatividad? Una muy estrecha. Por definición,
todo problema apela a la creatividad de
alguien, ya que el sujeto no conoce la solución.
Sus rutinas de pensamiento y las técnicas bien
conocidas no le sirven para el caso, por eso
tiene el problema. Como la mayoría de las
personas no son pintores, escritores, ni directores
de cine, podemos decir que el uso más
común y cotidiano de la creatividad, para casi
todo el género humano, consiste en afrontar y
resolver problemas.
Frente a la creatividad elitista de pocos, se
adelanta la creatividad democrática de todos.
Al crecer en los últimos decenios la envergadura
y la complejidad de los problemas institucionales,
comenzaron a hacerse estudios
sobre el proceso de análisis y solución, y nació
un nuevo arte: la heurística (del griego heuriskein:
encontrar). Pero no hay que ilusionarse:
para el fascinante arte de resolver problemas,
no existen ni existirán recetas prefabricadas.
El manejo de los problemas se desarrolla
en dos etapas distintas: el planteamiento y la
solución. Nosotros, por motivos didácticos,
vamos a desmenuzarlo en cinco pasos o momentos:
1. Definir el problema. Partimos de una
observación que cualquiera está en grado de
verificar: en las discusiones es muy frecuente
la tendencia a mezclar planteamientos con
soluciones; es decir, que ya en los primeros
momentos, cuando aún hay oscuridad es sobre
cuál es propiamente la dificultad, se barajan
soluciones. Esto es tan poco lógico como el
médico que receta antes de diagnosticar la enfermedad.
El sentido común, tan poco común aquí como
en todo lo demás, reclama una separación análoga
a la que explicábamos en el caso del
brainstorming. Primero hay que definir bien el
problema (p) y luego buscarle las soluciones (s).
pss
pss
ss
pp
p
s
p
Así suele ser
fase I
pp
pp
pp
fase II
ss
ss
ss
s
Así debe ser
¡Qué ilusión tan simplista la de creer que
los problemas están ahí, enfrente, como puede
estar un edificio o un pozo! No, los problemas
no son enteramente realidades físicas externas,
sino psíquicas e internas; son realidades parcialmente
objetivas y parcialmente subjetivas.
Requieren procesos de percepción y de organización
e interpretación de datos. No siempre la
primera formulación es la más feliz. Nada lo
garantiza. Una formulación poco afortunada
confunde y extravía. Vienen al caso cuatro
ejemplos:
En la recesión económica mexicana de
1983, un amigo me decía angustiado:
“Acabé de construir cinco departamentos
para venderlos totalmente terminados. Debo
pagar cada mes a la constructora cientos
de miles de pesos. Nadie quiere comprar.
Me he reducido en el precio hasta por debajo
de mis costos; pero ni así”.
Problema: ¿Cómo vender los departamentos en
un breve plazo?
He ordenado una construcción en la cima
de una colina. Cuento con el dinero suficiente
para toda, o casi toda, la obra, pero
se nos echa encima la crisis inflacionaria.
Me urge que los trabajos se hagan con celeridad.
El arquitecto-contratista opera con
equipos raquíticos de trabajadores; cada
semana observo que en lugar de los veinte
o treinta trabajadores prometidos han llegado
sólo tres o cuatro, o ninguno. Y la inflación
galopa sañuda... Pasan los meses;
en vano he intentado todos los recursos para
apremiar al arquitecto.
Problema: ¿Cómo hago para que el escurridizo
arquitecto cumpla el convenio y concluya la
obra?
En casa de Juan Pérez hay ratones. Las
ratoneras que se han usado son eficaces,
pero dan un espectáculo muy desagradable.
Problema: ¿Cómo mejorar las ratoneras, o
cómo conseguir otras más adecuadas?
Crece el uso de las drogas y los tribunales
de muchos países se enfrascan en miles de
casos de delincuencia a raíz de ello.
Problema: ¿Cómo puede el gobierno eliminar
el tráfico y consumo de drogas?
Un mínimo de análisis nos revela que los cuatro
problemas están mal planteados.
El primero no es cómo vender, aun malbaratándolos,
los cinco departamentos, sino cómo
conseguir el dinero necesario.
El segundo no consiste en cómo motivar al
arquitecto, sino en cómo activar la construcción
hasta finalizarla.
El tercero no es un problema de ratoneras,
sino de librar la casa de ratones.
El cuarto supone, sin haberlo probado, que
corresponde a los gobiernos eliminar las drogas.
Pretende configurar el problema con lo
que es una de las posibles alternativas de solución.
¡Qué frecuente es que los planteamientos
estén ya “casados” con una solución, una entre
varias posibles! ¡Y que cándidamente se ignore
este mal matrimonio!
En los ejemplos anteriores, vender los departamentos
en plena crisis, seguir con el mismo
arquitecto y utilizar ratoneras son ya esbozos
de solución; pero no planteamientos lúcidos.
Antes que resolver los problemas hay que
tener la capacidad para identificarlos, es decir,
para formular preguntas que nos lleven a detectarlos
y definirlos. Esta facultad es uno de los
rasgos inconfundibles de la conducta creativa.
Además, sucede que la correcta definición
de un problema ya muestra por sí sola el camino
de salida. Lo malo es que, como deplora
Edwards: "We are basically solution-minded
rather than problem-minded".1
2. Averiguar las causas del problema, sus
raíces, sus factores, y las condiciones que lo
hicieron nacer. Hay que reunir e interpretar
todos los hechos que se producen en torno a
una situación, y seguir los hilos que los entrelazan
para formar la maraña.
En los casos más complejos conviene distinguir
la realidad misma, por una parte, y, por
otra, todo lo dicho y escrito sobre ella: juicios,
opiniones, documentos, etc. Estos también son
hechos, pero de orden diferente.
3. Imaginar todas las posibles soluciones.
Para esta fase el mejor método suele ser el
brainstorming, porque sólo si se afloja al
máximo la mente, sin inhibiciones, y se consi
deran muchas alternativas, puede aspirarse a
optar por una solución verdaderamente profunda
y creativa. La relatividad que señalamos
como esencial al concepto de problema, pide
no sólo estar concientizados del problema, sino
de sí mismo ante él. De este modo, conviene
aplicar a los problemas, además de la inteligencia,
también los sentidos: visualizarlos (tal
vez dibujarlos), tocarlos, olerlos, escucharlos...
4. Seleccionar la solución. Esto supone un
proceso de deliberación, pero es propiamente
un acto de toma de decisión. Tal cosa es factible
a veces por el método de la comprensión
(captación intuitiva de la realidad completa
como un todo o como una gestalt). Otras veces
hay que recurrir al método de ensayo y error. A
veces se requieren razonamientos inductivos,
otras, deductivos. Lo más común es que intervengan
ambos tipos.
Hay estudios que revelan que las personas
muy creativas se distinguen de las poco creativas
principalmente por el proceso que siguen
para resolver problemas. Las primeras emplean
más tiempo en analizar, la información y menos
en sintetizarlo que las segundas.
5. Implementar la solución. Más allá de
capacidades intelectuales y competencias
técnicas, hay otros aspectos que muchas personas
tienden a ignorar o a dejar al margen: las
actitudes. Actitudes de optimismo, de seguridad,
de fuerza, de fe, de esperanza, de audacia,
de participación, de compromiso, o sus contrarias.
¡Qué diferente es afrontar un problema visto
como una oportunidad, a encararlo como un
obstáculo molesto! Viene a cuento un dato
etimológico curioso: la palabra griega problema
corresponde a la palabra latina pro-jectum
(véanse los términos afines: emblema, proyección,
inyección, deyecciones, sujeción). De
este modo tenemos convertidos los problemas
en proyectos, es decir, en retos y desafíos y, lo
que es lo mismo, en oportunidades que nos
brinda la vida.
Si tú crees que no tienes ningún problema,
busca o inventa algunos. De lo contrario, estás
perdiendo oportunidades de vivir y de crecer.
Fundador y primer presidente de la Asociación
Mexicana de la Creatividad. Fue el mayor promotor
de la creatividad en Latinoamérica, dedicado por
entero a la creatividad desde 1975
Tomado de Manual de creatividad (pp. 117-123).
México: Trillas. (2006)
El verdadero creador
es un creador de problemas
L. A. Machado
Se procura la creatividad
con el objeto de emancipar al individuo
y concederle un mayor dominio de la realidad,
por medio de la transformación
J. Sikora
El problema es una realidad omnipresente
en la vida de los individuos, de las instituciones
y de los pueblos; es parte integral del tejido
de la vida. La capacidad de afrontarlo mide, en
cierto modo, la calidad de la vida.
¿Qué es un problema? Es una situación con
uno o varios elementos de oscuridad: queremos
lograr algo, pero no hallamos cómo; necesitamos
movemos hacia un determinado punto,
pero no vemos claro el camino.
El concepto de problema es esencialmente
relativo, pues incluye en sí la referencia a un
sujeto determinado. Lo que para Juan es un
problema, puede no serlo para Pedro, pues para
éste no entraña dificultad ni oscuridades.
Muchos problemas son personales y muchos
otros son grupales o sociales, según afecten
a individuos, grupos o sociedades, y según
estén en manos de individuos o de grupos para
ser resueltos.
¿Qué relación existe entre los problemas y
la creatividad? Una muy estrecha. Por definición,
todo problema apela a la creatividad de
alguien, ya que el sujeto no conoce la solución.
Sus rutinas de pensamiento y las técnicas bien
conocidas no le sirven para el caso, por eso
tiene el problema. Como la mayoría de las
personas no son pintores, escritores, ni directores
de cine, podemos decir que el uso más
común y cotidiano de la creatividad, para casi
todo el género humano, consiste en afrontar y
resolver problemas.
Frente a la creatividad elitista de pocos, se
adelanta la creatividad democrática de todos.
Al crecer en los últimos decenios la envergadura
y la complejidad de los problemas institucionales,
comenzaron a hacerse estudios
sobre el proceso de análisis y solución, y nació
un nuevo arte: la heurística (del griego heuriskein:
encontrar). Pero no hay que ilusionarse:
para el fascinante arte de resolver problemas,
no existen ni existirán recetas prefabricadas.
El manejo de los problemas se desarrolla
en dos etapas distintas: el planteamiento y la
solución. Nosotros, por motivos didácticos,
vamos a desmenuzarlo en cinco pasos o momentos:
1. Definir el problema. Partimos de una
observación que cualquiera está en grado de
verificar: en las discusiones es muy frecuente
la tendencia a mezclar planteamientos con
soluciones; es decir, que ya en los primeros
momentos, cuando aún hay oscuridad es sobre
cuál es propiamente la dificultad, se barajan
soluciones. Esto es tan poco lógico como el
médico que receta antes de diagnosticar la enfermedad.
El sentido común, tan poco común aquí como
en todo lo demás, reclama una separación análoga
a la que explicábamos en el caso del
brainstorming. Primero hay que definir bien el
problema (p) y luego buscarle las soluciones (s).
pss
pss
ss
pp
p
s
p
Así suele ser
fase I
pp
pp
pp
fase II
ss
ss
ss
s
Así debe ser
¡Qué ilusión tan simplista la de creer que
los problemas están ahí, enfrente, como puede
estar un edificio o un pozo! No, los problemas
no son enteramente realidades físicas externas,
sino psíquicas e internas; son realidades parcialmente
objetivas y parcialmente subjetivas.
Requieren procesos de percepción y de organización
e interpretación de datos. No siempre la
primera formulación es la más feliz. Nada lo
garantiza. Una formulación poco afortunada
confunde y extravía. Vienen al caso cuatro
ejemplos:
En la recesión económica mexicana de
1983, un amigo me decía angustiado:
“Acabé de construir cinco departamentos
para venderlos totalmente terminados. Debo
pagar cada mes a la constructora cientos
de miles de pesos. Nadie quiere comprar.
Me he reducido en el precio hasta por debajo
de mis costos; pero ni así”.
Problema: ¿Cómo vender los departamentos en
un breve plazo?
He ordenado una construcción en la cima
de una colina. Cuento con el dinero suficiente
para toda, o casi toda, la obra, pero
se nos echa encima la crisis inflacionaria.
Me urge que los trabajos se hagan con celeridad.
El arquitecto-contratista opera con
equipos raquíticos de trabajadores; cada
semana observo que en lugar de los veinte
o treinta trabajadores prometidos han llegado
sólo tres o cuatro, o ninguno. Y la inflación
galopa sañuda... Pasan los meses;
en vano he intentado todos los recursos para
apremiar al arquitecto.
Problema: ¿Cómo hago para que el escurridizo
arquitecto cumpla el convenio y concluya la
obra?
En casa de Juan Pérez hay ratones. Las
ratoneras que se han usado son eficaces,
pero dan un espectáculo muy desagradable.
Problema: ¿Cómo mejorar las ratoneras, o
cómo conseguir otras más adecuadas?
Crece el uso de las drogas y los tribunales
de muchos países se enfrascan en miles de
casos de delincuencia a raíz de ello.
Problema: ¿Cómo puede el gobierno eliminar
el tráfico y consumo de drogas?
Un mínimo de análisis nos revela que los cuatro
problemas están mal planteados.
El primero no es cómo vender, aun malbaratándolos,
los cinco departamentos, sino cómo
conseguir el dinero necesario.
El segundo no consiste en cómo motivar al
arquitecto, sino en cómo activar la construcción
hasta finalizarla.
El tercero no es un problema de ratoneras,
sino de librar la casa de ratones.
El cuarto supone, sin haberlo probado, que
corresponde a los gobiernos eliminar las drogas.
Pretende configurar el problema con lo
que es una de las posibles alternativas de solución.
¡Qué frecuente es que los planteamientos
estén ya “casados” con una solución, una entre
varias posibles! ¡Y que cándidamente se ignore
este mal matrimonio!
En los ejemplos anteriores, vender los departamentos
en plena crisis, seguir con el mismo
arquitecto y utilizar ratoneras son ya esbozos
de solución; pero no planteamientos lúcidos.
Antes que resolver los problemas hay que
tener la capacidad para identificarlos, es decir,
para formular preguntas que nos lleven a detectarlos
y definirlos. Esta facultad es uno de los
rasgos inconfundibles de la conducta creativa.
Además, sucede que la correcta definición
de un problema ya muestra por sí sola el camino
de salida. Lo malo es que, como deplora
Edwards: "We are basically solution-minded
rather than problem-minded".1
2. Averiguar las causas del problema, sus
raíces, sus factores, y las condiciones que lo
hicieron nacer. Hay que reunir e interpretar
todos los hechos que se producen en torno a
una situación, y seguir los hilos que los entrelazan
para formar la maraña.
En los casos más complejos conviene distinguir
la realidad misma, por una parte, y, por
otra, todo lo dicho y escrito sobre ella: juicios,
opiniones, documentos, etc. Estos también son
hechos, pero de orden diferente.
3. Imaginar todas las posibles soluciones.
Para esta fase el mejor método suele ser el
brainstorming, porque sólo si se afloja al
máximo la mente, sin inhibiciones, y se consi
deran muchas alternativas, puede aspirarse a
optar por una solución verdaderamente profunda
y creativa. La relatividad que señalamos
como esencial al concepto de problema, pide
no sólo estar concientizados del problema, sino
de sí mismo ante él. De este modo, conviene
aplicar a los problemas, además de la inteligencia,
también los sentidos: visualizarlos (tal
vez dibujarlos), tocarlos, olerlos, escucharlos...
4. Seleccionar la solución. Esto supone un
proceso de deliberación, pero es propiamente
un acto de toma de decisión. Tal cosa es factible
a veces por el método de la comprensión
(captación intuitiva de la realidad completa
como un todo o como una gestalt). Otras veces
hay que recurrir al método de ensayo y error. A
veces se requieren razonamientos inductivos,
otras, deductivos. Lo más común es que intervengan
ambos tipos.
Hay estudios que revelan que las personas
muy creativas se distinguen de las poco creativas
principalmente por el proceso que siguen
para resolver problemas. Las primeras emplean
más tiempo en analizar, la información y menos
en sintetizarlo que las segundas.
5. Implementar la solución. Más allá de
capacidades intelectuales y competencias
técnicas, hay otros aspectos que muchas personas
tienden a ignorar o a dejar al margen: las
actitudes. Actitudes de optimismo, de seguridad,
de fuerza, de fe, de esperanza, de audacia,
de participación, de compromiso, o sus contrarias.
¡Qué diferente es afrontar un problema visto
como una oportunidad, a encararlo como un
obstáculo molesto! Viene a cuento un dato
etimológico curioso: la palabra griega problema
corresponde a la palabra latina pro-jectum
(véanse los términos afines: emblema, proyección,
inyección, deyecciones, sujeción). De
este modo tenemos convertidos los problemas
en proyectos, es decir, en retos y desafíos y, lo
que es lo mismo, en oportunidades que nos
brinda la vida.
Si tú crees que no tienes ningún problema,
busca o inventa algunos. De lo contrario, estás
perdiendo oportunidades de vivir y de crecer.
El proceso creativo
Mihaly Csikszentmihalyi (1934)
Profesor de psicología en la Universidad de Claremont
(California). Es uno de los psicólogos más
citados en campos diversos de la psicología y los
negocios
Tomado de: Creatividad. El fluir y la psicología des
descubrimiento y la invención
El proceso creativo comienza con una sensación
que en algún sitio hay un rompecabezas
o una tarea que se ha de llevar a cabo. Quizás
algo que no esta bien, el algún sitio existe un
conflicto, una tensión, una necesitada que se ha
de satisfacción problemática puede estar desencadenada
por una experiencia personal, por
un desajuste en el sistema simbólico, por la
estimulación de los colegas o por necesidades
publicas. En cualquier caso, si no se experimenta
una tensiona si, que atraiga la energía
psíquica de la persona, no hay necesidad de
una reacción nueva. Por tanto, sin un estimulo
de esta clase, es improbable que el proceso
creativo se ponga en marcha.
PROBLEMAS RECIBIDOS
Y DESCUBIERTOS
No todos los problemas llaman la atención
de una persona de manera parecida. La mayoría
de los problemas están ya formulados,
todo el mundo sabe lo que se ha de hacer, lo
único que falta es la solución. Los empresarios,
patrocinadores, o alguna otra presión externa,
esperan de la persona en cuestión que aplique
su entendimiento a la solución de un rompecabezas.
Estos son los problemas “recibidos”.
Pero también hay situaciones en las que nadie
ha formulado la pregunta todavía, nadie sabe si quiera que haya un problema. En este caso, la
persona creativa determina tanto el problema
como la solución. Tenemos así un problema
“descubierto”. Einstein, entre otros, creía que
los avances realmente importantes en la ciencia
llegan como resultado de la formulación nueva
de problemas viejos o del descubrimiento de
otros nuevos, y no tanto de la simple resolución
de los problemas existentes. O como decía
Freeman Dyson: “Una característica de la vida
científica es que resulta fácil cuando tienes un
problema sobre el cual trabajar. Lo difícil es
encontrar de un problema”
Frank Offner ejemplifica el proceso de resolución
de un problema recibido:
Cuando me estaba introduciendo por primera
vez en la aeronáutica, yo tenía un muy buen
amigo que me presentó en Hamilton Standard,
que fabricaba hélices y ahora forma parte de
United Technology. Me sugirió que fuera a verles
para ver si podía ayudarles, y el jefe del
grupo de vibración me dijo: “Bueno, Frank,
hemos tenido este problema durante meses, no
podemos imaginar la manera de conseguir el
valor positivo máximo y negativo máximo del
voltaje, tomar la suma de ambos y calcular la
tensión total. No sabemos como elegir el resistor.
Hay que tener un condensador que se corresponda
con el resistor, porque si el resistor
es demasiado alto resulta demasiado lento y si
es demasiado bajo pierdes una antes de conseguir
el otro”. Bien antes de que hubiera acabado
de hablar, yo ya sabía la respuesta. Le dije:
“No use un resistor, use un pequeño relé y ponga
el condensador en cortocircuito….”
En cambio, Robert Galvin describe un problema
que es descubierto. Su padre había fundado
Motorola a principios de este siglo para
fabricar radios de coches. Durante varias décadas
el negocio fue una pequeña explotación de
una sola sala, con quizás una docena de ingenieros
y contratos no muy grandes, de modo
que el padre de Galvin trabajaba muy duro para
poder llegar al fin de mes. En 1936 creyó que
finalmente podía permitirse tomar unas vacaciones.
Se llevó a su esposa y al joven Robert a
hacer un viaje por Europa. Mientras viajaban
por Alemania, Galvin padre llegó a la convicción
de que antes o después Hitler desencadenaría
una guerra. A su regreso a casa, obtuvo
más detalles sobre su corazonada enviando a
Don Mitchell, uno de sus ayudantes, a Camp
McCoy, en Wisconsin para averiguar como
transmitía el ejército la información entre sus
diversas unidades.
Mitchell cogió el coche y se fue a Wisconsin,
tocó el timbre de la puerta del campamento,
se sentó con el comandante en jefe y en
poco tiempo descubrió que, en lo referente a
las comunicaciones, el ejercito no había cambiado
en absoluto desde la primera guerra
mundial: se tendía un cable telefónico desde el
frente de las trincheras de retaguardia. Cuando
oyó esto, Galvin aguzó el oído. “Don”, se supone
que dijo, “si fabricamos una radio que se
ajuste a un coche y reciba señales, ¿no podríamos
acoplarle un pequeño transmisor, añadir
algún tipo de grupo electrógeno y ponerla en
una caja de modo que alguien pudiera cargar
con ella, y hablar desde la trinchera del frente
con la retaguardia con radios, en lugar de desenrollando
un cable?” Creyeron que era una
buena idea y se pusieron a trabajar. Para cuando
Hitler invadió Polonia, Motorola esta preparada
para producir lo que se convirtió en el
SCR 536, el walkie-talkie de la Segunda Guerra
Mundial, Robert Galvin usa esta historia
para explicar lo que quiere decir cuando habla
de anticipación y empeño: por un lado, tener la
previsión para darse cuenta de cómo podrías
contribuir al futuro, y por tanto, sacar provecho
de el; y por otro, tener fe en tu intuición y trabajar
duro para convertirla en realidad.
exige, por lo general, un periodo de preparación
mucho más corto que la de los problemas
descubiertos. A veces la solución aparece con
la inmediatez del caso de Offner. Aunque puede
requerir poco tiempo y esfuerzo, una solución
novedosa a un problema recibido podría
cambiar el campo de forma importante y podría,
por tanto, ser juzgada creativa. Incluso en
las artes, algunas de las pinturas más perdurables
de la Edad Media y el Renacimiento fueron
encargadas por mecenas que especificaron
el tamaño del lienzo, el número y el tipo de las
figuras, la cantidad de caro pigmento de lapislázuli
que se había de usar, el peso de pan
de oro que se tenía que utilizar en el marco,
hasta el detalle mas nimio. Bach componía una
nueva cantata cada pocas semanas para satisfacer
las exigencias de himnos religiosos de sus. mecenas.
Estos ejemplos demuestran que,
cuando se afrontan con el deseo de ofrecer la
mejor solución, incluso los problemas más
rígidamente definidos de antemano puedan
traducirse en resultados creativos.
Sin embargo, los problemas descubiertos
cuentan con la posibilidad de tener mayor repercusión
en la forma en que vemos el mundo-
Un ejemplo es la lenta elaboración por parte de
Darwin de la teoría de la evolución. A Darwin
se le encargó que viajara con el Beagle costeando
Sudamérica y describiera la vida vegetal
y animal, en gran medida no registrada, que
encontrara allí. Esta no era una misión que
requiriera, una solución creativa, y Darwin
hizo lo que de el se esperaba. Pero al mismo
tiempo fue sintiendo cada vez mayor interés, y
después perplejidad, por las sutiles diferencias
entre especies, por lo demás semejantes, que
Vivian en lo que hoy llamaríamos diferentes
nichos ecológicos. Vio la conexión entre los
rasgos físicos concretos y las posibilidades
medioambientales correspondientes, tales como
la forma del pico de un pájaro y el tipo de
comida disponible. Estas observaciones le llevaron
al concepto de adaptación diferencial, el
cual, a su vez, tras muchas observaciones más
detalladas, le condujo a la idea de la selección
natural y finalmente al concepto de la evolución
de las especies
La teoría de la evolución respondía un gran
número de preguntas, que iban desde por qué
los animales tienen aspectos tan diferentes
entre sí, hasta de dónde vienen los hombres y
las mujeres. Pero quizás la característica más
notable de la realización de Darwin fue que
estas preguntas no habían sido formuladas
antes en forma susceptible de respuesta, y que
él tuvo que enunciar el problema y a la vez
proponer la solución. La mayoría de los grandes
cambios en un campo comparten esta característica
del trabajo de Darwin: en el continuo
de las situaciones problemáticas, tienden a
estar más cerca del extremo descubierto que
del recibido.
EL TIEMPO MISTERIOSO
Después de que una persona creativa tiene la
sensación de que el horizonte de su especialidad
hay algo que no encaja, algún problema
que tal vez mereciera la pena abordar, el proceso
de creatividad habitualmente prosigue en
secreto durante algún tiempo. Los indicios de
incubación proceden de relatos de descubrimientos
en los que el creador queda perplejo
ante una cuestión y recuerda haber llegado a
una repentina intuición de la naturaleza del
problema, pero no recuerda ningún paso mental
consiente intermedio. Debido a este espacio
vacío entre la percepción de un problema y la
intuición de su solución, se da por supuesto
que en un intervalo del proceso conciente debe
de tener lugar una etapa imprescindible de
incubación.
Debido a su carácter misterioso, la incubación
con frecuencia ha sido considerada la
parte más creativa de todo el proceso. Las secuencias
concientes se pueden analizar, hasta
cierto punto, según las reglas de la lógica y la
racionalidad. Pero lo que sucede en los espacios
“oscuros” desafía al análisis ordinario y
evoca el misterio original que envuelve la obra
del genio: uno casi siente la necesidad de recurrir
al misticismo, de invocar la voz de la musa
como explicación.
Nuestros entrevistados concuerdan de forma
unánime en que es importante dejar que los
problemas hiervan durante un tiempo por debajo
del umbral de conciencia. Uno de los relatos
más elocuentes de la importancia de esta fase
es, de nuevo, el del físico Freeman Dyson. Al
describir su trabajo habitual dice lo siguiente:
Estoy perdiendo el tiempo a lo tonto sin
hacer nada, lo cual probablemente significa que
estoy en un periodo creativo, aunque por supuesto
eso no se sabe hasta más tarde. Creo que
es muy importante estar ocioso. Siempre se dice
que Shakespeare estaba ocioso entre obra y
obra. No estoy comparándome con Shakespeare,
pero quienes están ocupados todo el tiempo
no suelen ser creativos. De manera que no me
avergüenzo de este ocioso.
Frank Offner cree con la misma firmeza en
la importancia de no estar siempre pensando en
el problema:
Le diré una cosa que he descubierto tanto
en la ciencia como en la tecnología: se tiene un
problema, no hay que sentarse a intentar resolverlo.
Porque nunca lo resolveré si me limito a
sentarme a pensar sobre él. La solución quizás
se me ocurra en mitad de la noche, mientras
conduzco mi coche o me ducho, o algo así.
Profesor de psicología en la Universidad de Claremont
(California). Es uno de los psicólogos más
citados en campos diversos de la psicología y los
negocios
Tomado de: Creatividad. El fluir y la psicología des
descubrimiento y la invención
El proceso creativo comienza con una sensación
que en algún sitio hay un rompecabezas
o una tarea que se ha de llevar a cabo. Quizás
algo que no esta bien, el algún sitio existe un
conflicto, una tensión, una necesitada que se ha
de satisfacción problemática puede estar desencadenada
por una experiencia personal, por
un desajuste en el sistema simbólico, por la
estimulación de los colegas o por necesidades
publicas. En cualquier caso, si no se experimenta
una tensiona si, que atraiga la energía
psíquica de la persona, no hay necesidad de
una reacción nueva. Por tanto, sin un estimulo
de esta clase, es improbable que el proceso
creativo se ponga en marcha.
PROBLEMAS RECIBIDOS
Y DESCUBIERTOS
No todos los problemas llaman la atención
de una persona de manera parecida. La mayoría
de los problemas están ya formulados,
todo el mundo sabe lo que se ha de hacer, lo
único que falta es la solución. Los empresarios,
patrocinadores, o alguna otra presión externa,
esperan de la persona en cuestión que aplique
su entendimiento a la solución de un rompecabezas.
Estos son los problemas “recibidos”.
Pero también hay situaciones en las que nadie
ha formulado la pregunta todavía, nadie sabe si quiera que haya un problema. En este caso, la
persona creativa determina tanto el problema
como la solución. Tenemos así un problema
“descubierto”. Einstein, entre otros, creía que
los avances realmente importantes en la ciencia
llegan como resultado de la formulación nueva
de problemas viejos o del descubrimiento de
otros nuevos, y no tanto de la simple resolución
de los problemas existentes. O como decía
Freeman Dyson: “Una característica de la vida
científica es que resulta fácil cuando tienes un
problema sobre el cual trabajar. Lo difícil es
encontrar de un problema”
Frank Offner ejemplifica el proceso de resolución
de un problema recibido:
Cuando me estaba introduciendo por primera
vez en la aeronáutica, yo tenía un muy buen
amigo que me presentó en Hamilton Standard,
que fabricaba hélices y ahora forma parte de
United Technology. Me sugirió que fuera a verles
para ver si podía ayudarles, y el jefe del
grupo de vibración me dijo: “Bueno, Frank,
hemos tenido este problema durante meses, no
podemos imaginar la manera de conseguir el
valor positivo máximo y negativo máximo del
voltaje, tomar la suma de ambos y calcular la
tensión total. No sabemos como elegir el resistor.
Hay que tener un condensador que se corresponda
con el resistor, porque si el resistor
es demasiado alto resulta demasiado lento y si
es demasiado bajo pierdes una antes de conseguir
el otro”. Bien antes de que hubiera acabado
de hablar, yo ya sabía la respuesta. Le dije:
“No use un resistor, use un pequeño relé y ponga
el condensador en cortocircuito….”
En cambio, Robert Galvin describe un problema
que es descubierto. Su padre había fundado
Motorola a principios de este siglo para
fabricar radios de coches. Durante varias décadas
el negocio fue una pequeña explotación de
una sola sala, con quizás una docena de ingenieros
y contratos no muy grandes, de modo
que el padre de Galvin trabajaba muy duro para
poder llegar al fin de mes. En 1936 creyó que
finalmente podía permitirse tomar unas vacaciones.
Se llevó a su esposa y al joven Robert a
hacer un viaje por Europa. Mientras viajaban
por Alemania, Galvin padre llegó a la convicción
de que antes o después Hitler desencadenaría
una guerra. A su regreso a casa, obtuvo
más detalles sobre su corazonada enviando a
Don Mitchell, uno de sus ayudantes, a Camp
McCoy, en Wisconsin para averiguar como
transmitía el ejército la información entre sus
diversas unidades.
Mitchell cogió el coche y se fue a Wisconsin,
tocó el timbre de la puerta del campamento,
se sentó con el comandante en jefe y en
poco tiempo descubrió que, en lo referente a
las comunicaciones, el ejercito no había cambiado
en absoluto desde la primera guerra
mundial: se tendía un cable telefónico desde el
frente de las trincheras de retaguardia. Cuando
oyó esto, Galvin aguzó el oído. “Don”, se supone
que dijo, “si fabricamos una radio que se
ajuste a un coche y reciba señales, ¿no podríamos
acoplarle un pequeño transmisor, añadir
algún tipo de grupo electrógeno y ponerla en
una caja de modo que alguien pudiera cargar
con ella, y hablar desde la trinchera del frente
con la retaguardia con radios, en lugar de desenrollando
un cable?” Creyeron que era una
buena idea y se pusieron a trabajar. Para cuando
Hitler invadió Polonia, Motorola esta preparada
para producir lo que se convirtió en el
SCR 536, el walkie-talkie de la Segunda Guerra
Mundial, Robert Galvin usa esta historia
para explicar lo que quiere decir cuando habla
de anticipación y empeño: por un lado, tener la
previsión para darse cuenta de cómo podrías
contribuir al futuro, y por tanto, sacar provecho
de el; y por otro, tener fe en tu intuición y trabajar
duro para convertirla en realidad.
exige, por lo general, un periodo de preparación
mucho más corto que la de los problemas
descubiertos. A veces la solución aparece con
la inmediatez del caso de Offner. Aunque puede
requerir poco tiempo y esfuerzo, una solución
novedosa a un problema recibido podría
cambiar el campo de forma importante y podría,
por tanto, ser juzgada creativa. Incluso en
las artes, algunas de las pinturas más perdurables
de la Edad Media y el Renacimiento fueron
encargadas por mecenas que especificaron
el tamaño del lienzo, el número y el tipo de las
figuras, la cantidad de caro pigmento de lapislázuli
que se había de usar, el peso de pan
de oro que se tenía que utilizar en el marco,
hasta el detalle mas nimio. Bach componía una
nueva cantata cada pocas semanas para satisfacer
las exigencias de himnos religiosos de sus. mecenas.
Estos ejemplos demuestran que,
cuando se afrontan con el deseo de ofrecer la
mejor solución, incluso los problemas más
rígidamente definidos de antemano puedan
traducirse en resultados creativos.
Sin embargo, los problemas descubiertos
cuentan con la posibilidad de tener mayor repercusión
en la forma en que vemos el mundo-
Un ejemplo es la lenta elaboración por parte de
Darwin de la teoría de la evolución. A Darwin
se le encargó que viajara con el Beagle costeando
Sudamérica y describiera la vida vegetal
y animal, en gran medida no registrada, que
encontrara allí. Esta no era una misión que
requiriera, una solución creativa, y Darwin
hizo lo que de el se esperaba. Pero al mismo
tiempo fue sintiendo cada vez mayor interés, y
después perplejidad, por las sutiles diferencias
entre especies, por lo demás semejantes, que
Vivian en lo que hoy llamaríamos diferentes
nichos ecológicos. Vio la conexión entre los
rasgos físicos concretos y las posibilidades
medioambientales correspondientes, tales como
la forma del pico de un pájaro y el tipo de
comida disponible. Estas observaciones le llevaron
al concepto de adaptación diferencial, el
cual, a su vez, tras muchas observaciones más
detalladas, le condujo a la idea de la selección
natural y finalmente al concepto de la evolución
de las especies
La teoría de la evolución respondía un gran
número de preguntas, que iban desde por qué
los animales tienen aspectos tan diferentes
entre sí, hasta de dónde vienen los hombres y
las mujeres. Pero quizás la característica más
notable de la realización de Darwin fue que
estas preguntas no habían sido formuladas
antes en forma susceptible de respuesta, y que
él tuvo que enunciar el problema y a la vez
proponer la solución. La mayoría de los grandes
cambios en un campo comparten esta característica
del trabajo de Darwin: en el continuo
de las situaciones problemáticas, tienden a
estar más cerca del extremo descubierto que
del recibido.
EL TIEMPO MISTERIOSO
Después de que una persona creativa tiene la
sensación de que el horizonte de su especialidad
hay algo que no encaja, algún problema
que tal vez mereciera la pena abordar, el proceso
de creatividad habitualmente prosigue en
secreto durante algún tiempo. Los indicios de
incubación proceden de relatos de descubrimientos
en los que el creador queda perplejo
ante una cuestión y recuerda haber llegado a
una repentina intuición de la naturaleza del
problema, pero no recuerda ningún paso mental
consiente intermedio. Debido a este espacio
vacío entre la percepción de un problema y la
intuición de su solución, se da por supuesto
que en un intervalo del proceso conciente debe
de tener lugar una etapa imprescindible de
incubación.
Debido a su carácter misterioso, la incubación
con frecuencia ha sido considerada la
parte más creativa de todo el proceso. Las secuencias
concientes se pueden analizar, hasta
cierto punto, según las reglas de la lógica y la
racionalidad. Pero lo que sucede en los espacios
“oscuros” desafía al análisis ordinario y
evoca el misterio original que envuelve la obra
del genio: uno casi siente la necesidad de recurrir
al misticismo, de invocar la voz de la musa
como explicación.
Nuestros entrevistados concuerdan de forma
unánime en que es importante dejar que los
problemas hiervan durante un tiempo por debajo
del umbral de conciencia. Uno de los relatos
más elocuentes de la importancia de esta fase
es, de nuevo, el del físico Freeman Dyson. Al
describir su trabajo habitual dice lo siguiente:
Estoy perdiendo el tiempo a lo tonto sin
hacer nada, lo cual probablemente significa que
estoy en un periodo creativo, aunque por supuesto
eso no se sabe hasta más tarde. Creo que
es muy importante estar ocioso. Siempre se dice
que Shakespeare estaba ocioso entre obra y
obra. No estoy comparándome con Shakespeare,
pero quienes están ocupados todo el tiempo
no suelen ser creativos. De manera que no me
avergüenzo de este ocioso.
Frank Offner cree con la misma firmeza en
la importancia de no estar siempre pensando en
el problema:
Le diré una cosa que he descubierto tanto
en la ciencia como en la tecnología: se tiene un
problema, no hay que sentarse a intentar resolverlo.
Porque nunca lo resolveré si me limito a
sentarme a pensar sobre él. La solución quizás
se me ocurra en mitad de la noche, mientras
conduzco mi coche o me ducho, o algo así.
domingo, 23 de mayo de 2010
El discurso como interacción en la sociedad
Carlos López y Moisés Sánchez Franco
En 1938, el actor y director de cine Orson Welles tuvo una idea brillante y a su vez terrible; en un programa radial, decidió representar, con el estilo de un rotativo informativo, La guerra de los mundos, del autor de ciencia ficción H. G. Wells. Los oyentes del programa se espantaron, pues pensaron que la Tierra estaba siendo invadida por alienígenas crueles que no dudaban en destruir edificios y en asesinar gente con sus armas poderosas. No repararon que todo era una ficción y salieron raudos de sus casas a alertar a otros vecinos y a buscar la forma de protegerse y huir. La ola de pánico se extendió y tuvieron que pasar muchas horas para que la verdad fuera revelada y la tranquilidad reinase. ¿Qué generó toda esta reacción de histeria y pánico colectivo? Curiosamente solo el discurso radiofónico de Welles.
Otro hecho relacionado con el discurso: en 1987, Alan García Pérez, por entonces presidente del Perú, dirigió su discurso a la nación por 28 de julio. La crisis económica empezaba a golpear al país, la inflación subía a ritmo de galope, el sol se devaluaba, y el público televidente y radioyente esperaba escuchar las nuevas medidas gubernamentales que permitieran salir del problema. En medio de gran expectativa, García Pérez anunció que la medida que tomaría para solucionar el problema económico sería la de estatizar la banca. Los bancos iban a ser ahora dirigidos y controlados por el Gobierno. Esta declaración generó una reacción inesperada. En ese mar picado, el escritor Mario Vargas Llosa saltó a la palestra política al convertirse en el defensor del liberalismo económico y, por supuesto, de la propiedad privada de los bancos. Los peruanos, en su mayoría, rechazaron esta propuesta presidencial con marchas y mítines multitudinarios dirigidos por Vargas Llosa, quien, en esa coyuntura, fundó su movimiento Libertad. ¿Qué provocó todas estas acciones? Otra vez un discurso, en este caso, el de Alan García.
En realidad, todo discurso realiza acciones y a su vez genera reacciones. Todo discurso responde a una intención, a un propósito; y este propósito provoca respuestas como lo ocurrido en el caso de Welles o en el de García. Por ello, podemos afirmar que el discurso participa de la interacción social, es decir, de la forma en la cual se relacionan las personas.
Ahora bien, es necesario estudiar al discurso como actividad social, ya que así podemos comprender qué tipo de ideas son representadas y difundidas mediante los discursos, a quiénes favorecen estas ideas, qué aspectos de la vida resaltan, qué tipo de creencias se intenta imponer.
El Análisis Crítico del Discurso (ACD) analiza aquellos discursos que están relacionados con prácticas sociales complejas y de gran alcance. Por ello, se preocupa en analizar discursos de corte institucional: declaraciones políticas, expresiones periodísticas, películas, comerciales, manifestaciones eclesiásticas, etc., es decir, todos aquellos productos verbales relacionados con el poder. Para llevar a cabo su estudio, el ACD analiza la acción o intención comunicativa, el contexto, el poder y la ideología, subyacentes en un discurso. A continuación, definiremos cada una de estas categorías y luego las aplicaremos en el discurso de Mario Vargas Llosa “El Perú no necesita museos” a propósito de la polémica generada en torno al Museo de la Memoria.
Acción o intención comunicativa Todo discurso posee una intención, pues tiene un objetivo. Así, cuando alguien habla o escribe tiene un fin preciso que involucra a la persona que escucha o lee el mensaje. De esta forma, todo discurso es, en el fondo, una actividad social.
La intención determina o modela el discurso del emisor. Pensemos en esto: si queremos realizar una declaración amorosa, definitivamente tendremos que elegir palabras relacionadas con la dulzura o el afecto sincero y desecharíamos, probablemente, aquellos términos vulgares o chocantes. Además, nuestro tono de voz cambiaría con tal de parecer agradable y hasta tierno.
Al momento de considerar la intención comunicativa también debe tenerse en cuenta el papel que desempeña el receptor. Éste participa de una manera activa, pues interpreta el discurso del emisor en función de la hipótesis que hace sobre cuál es esta intención.
Contexto
Es el entorno o circunstancias en el que tiene lugar el discurso. "El discurso se produce, comprende y analiza en relación con las características del contexto. Por lo tanto, se interpreta que el análisis social del discurso define el texto y el habla como situados: describe el discurso como algo que ocurre o se realiza "en" una situación social" (van Dijk, 2001: 32).
Para definir el contexto de un discurso se debe tener en cuenta el tiempo, el espacio y la posición del hablante. Los contextos como los discursos no son objetivos, puesto que los conforman hechos sociales interpretados y producidos por y para los participantes. Van Dijk, un estudioso del ACD, señala que el género, la posición social, el grado de educación, el vínculo étnico y la profesión constituyen condiciones contextuales dignas de remarcar en el análisis del discurso (van Dijk, 2001: 33).
Poder
En toda relación social siempre hay alguien que tiene más poder que otro. El discurso permite entablar y afianzar las relaciones sociales, pero, claro, estas siempre están mediadas por el poder. Pensemos en nosotros viendo un noticiero. Escuchamos al locutor y nos conmovemos por las noticias que este presenta. En este caso, el medio de comunicación tiene más poder que nosotros, domina la relación, pues nos presenta el panorama del mundo que cree conveniente y, además, determina nuestras reacciones. Así, su poder radica en el manejo de la información, la misma que nos hará pensar, conversar o emocionarnos por alguna noticia propuesta por su discurso noticioso. De alguna forma, un noticiero nos controla, pues finalmente terminamos respondiendo a lo que buscaba. Por eso, analizar el concepto de poder es importante, porque de esa forma podemos observar cómo se organizan diversos vínculos entre discurso y sociedad. Para los propósitos del ACD, interesa concentrarse en el poder social, es decir, en la relación específica entre grupos sociales o instituciones. El análisis crítico del discurso se ocupa del ejercicio ilegítimo del poder, como las violaciones a los derechos humanos o a los derechos individuales o de grupo.
El poder que ejerce un grupo sobre otro se evidencia en el hecho de que alguno de ellos posee cierta forma de control sobre el otro. El control puede afectar a las acciones: los actos de los dominados responden a los deseos de lo dominantes. Una forma de control es la fuerza bruta, el poder físico, como el empleado por la policía. Una segunda forma de control es la mental, es decir, el control sobre "las intenciones o propósitos de las personas", como en el caso de los noticieros. Existen maneras complejas o sutiles de controlar las mentes de las personas mediante un texto escrito o el habla. En cualquiera de estos casos, siempre es posible persuadir a las personas para la realización de actos determinados por medio de argumentos o cualquier otro discurso de persuasión.
Bajo estas circunstancia, es pertinente recuperar el concepto de poder hegemónico: aquel que permite que “las personas actúen como si ello fuera natural, normal o simplemente existiese consenso” (van Dijk, 2001: 43). El poder hegemónico se construye en las instituciones educativas, en los medios de comunicación, en la publicidad, en el cine, la literatura, entre otros. Todas estas instituciones o medios permiten el control de las mentes (conocimientos, actitudes, ideologías) de grupos y lo hacen principalmente mediante el discurso. Esto, sin embargo, presupone otro aspecto fundamental de las relaciones entre poder y el discurso, a saber: el "acceso". Solo los poderosos tiene diversas formas de acceso, es decir, diversas vías para dirigirse a la opinión pública, como mediante campañas de información, entrevistas, conferencias de prensa, comunicados de prensa y otros géneros discursivos dirigidos a los periodistas. Por ello, no es casualidad que en las revistas, programas de televisión periódicos quienes más aparezcan sean, además de los artistas o deportistas, los políticos y empresarios, en otras palabras, gente relacionada con el poder.
Finalmente, debemos aclarar que el poder social de los grupos no es eterno ni sólido, por el contrario puede estar lleno de contradicciones. Dichas incoherencias terminan generando al poco tiempo la debacle de todo grupo de poder. A modo de ejemplo, recordemos el gobierno de Alberto Fujimori. El presidente Fujimori aseguraba que la sociedad peruana de la década del 90 vivía en democracia. Para demostrarlo, los tres poderes del estado, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, parecían funcionar con eficacia. Sin embargo, en dicha década se formó el grupo Colina, se compró la línea editorial de periódicos y medios de comunicación audiovisuales, así como la fidelidad de congresistas y jueces. El descubrimiento de estos crímenes y el escándalo desatado en la opinión pública marcaron la debacle del gobierno fujimorista y la entrada al poder de los grupos de oposición liderados por Valentín Paniagua.
Ideología
Todo discurso encierra en sí una visión del mundo, una forma de ver la vida, una doctrina que puede ser religiosa, política o filosófica. Así, todo discurso transmite ideas, define grupos y posiciones en la sociedad. Estas ideas las adquirimos en la cultura, escuchando los discursos o practicándolos. Las ideologías regulan no sólo el conocimiento sino también, especialmente, las actitudes que los grupos comparten acerca de ciertas cuestiones sociales:
En síntesis, las ideologías son las representaciones mentales que forman la base del conocimiento y actitudes compartidos de un grupo. Es este sistema de ideas lo que nos permite definir nuestra “posición” en el mundo y lo que debemos pensar acerca de las cuestiones sociales” (van Dijk, 2001: 56).
Para que un discurso pueda ser estudiado ideológicamente, se requiere que aquel sea el producto de un miembro de un grupo. Asimismo, se debe observar qué estructuras discursivas expresan o realizan objetivos o propósitos grupales.
El poder y el control grupal sobre el discurso están controlados por las ideologías, debido a que estas influyen no sólo sobre el discurso, sino también sobre la forma en la que nos desenvolvemos en la sociedad.
"El Perú no necesita museos": una respuesta mordaz de Mario Vargas Llosa al rechazo del museo de la memoria
¿Por qué un político peruano insinúa que un país pobre y con deficiencias sociales como el Perú no puede construir y mantener un museo de la memoria? Esta parece ser la interrogante que el recientemente galardonado escritor Mario Vargas Llosa se propone responder con su artículo “El Perú no necesita museos”, cuya finalidad fue la de reflexionar sobre la negativa del gobierno peruano a la donación del gobierno alemán para la construcción de un museo. Al mismo tiempo, este cuestionamiento le sirve para incitar una transformación en las ideas de los políticos y de los ciudadanos en general. En primer lugar, debemos comprender las circunstancias en las que se produjo el intercambio de opiniones. Con motivo de la V Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina, el Caribe y la Unión Europea, realizada en Lima entre el 13 y 17 de mayo de 2008, la canciller alemana Angela Merkel ofreció una donación de dos millones de dólares al gobierno peruano con la finalidad de construir y mantener un museo de la memoria. Este ofrecimiento correspondía a uno de los ejes de la cumbre, el de la cooperación para el desarrollo. A pesar del propósito de la donación, el gobierno del presidente Alan García reaccionó de manera negativa. Citemos, solo por economía de espacio, tres nombres de los muchos que vieron en la propuesta alemana una amenaza a la integración nacional: Antero Flores Araóz, entonces Ministro de Defensa; Rafael Rey, congresista de la República, ex Ministro de la Producción y, posteriormente, sucesor de Flores Aráoz en la cartera de Defensa; y el polémico Cardenal Juan Luis Cipriani, quien considera que la defensa de los derechos humanos es una "cojudez" . Los medios de prensa nacionales y extranjeros dieron cobertura al desaire y al enfrentamiento de opiniones entre políticos, integrantes de las Fuerzas Armadas, religiosos e intelectuales. ¿Qué revelaba este conflicto? ¿Cuáles eran las razones para negarse a la construcción de un espacio social que nos recordara la tragedia del terrorismo y su enfrentamiento con el Estado? Las opiniones enfrentadas son un síntoma de fracturas sociales mayores. Nosotros, en nuestro análisis de la interacción social del discurso, nos centraremos en el artículo que inició una transformación en la percepción que los políticos peruanos tenían del museo de la memoria. El autor de Conversación en La Catedral publicó, el 18 de marzo de 2008, un artículo de opinión titulado "El Perú no necesita museos" en el diario El Comercio. El espacio que el galardonado escritor peruano aprovechó para difundir sus ideas es el de la columna que semanalmente aparece en el referido diario peruano bajo el nombre "Piedra de toque". Recurriendo al soporte de la escritura -actividad a la que se ha consagrado y le ha valido numerosos reconocimientos internacionales-, manifiesta su rechazo ante las opiniones de los ministros peruanos, voceros del actual gobierno. ¿Cuál es la posición de Mario Vargas Llosa para cuestionar las acciones políticas del gobierno peruano? Mejor dicho, ¿cuál es el poder que le permite al escritor nacional enfrentarse a la posición del gobierno peruano? No únicamente, como podemos sospechar, su condición de peruano. A este, debemos sumarle su rol de intelectual o su fuerte conciencia ciudadana. Asimismo, debemos recordar que, a fines de la década de 1980, Vargas Llosa fundó el Movimiento Libertad, partido político que surgió en abierta oposición a las medidas populistas del gobierno de 1985-1990 de Alan García Pérez. Para la campaña electoral de 1990, se constituyó el Frente Democrático (Fredemo), una coalición política integrada por el Movimiento Libertad, el Partido Popular Cristiano y Acción Popular. Desde ese momento, Mario Vargas Llosa no ocultó su simpatía por el neoliberalismo, política económica adversa al intervencionismo estatal en materia social o económica, y que defiende al libre mercado capitalista como responsable del equilibrio social y del crecimiento económico. Esa abierta adhesión a esta línea político-económica fue utilizada por su adversario en los comicios de 1990, Alberto Fujimori, para restarle simpatía y votos. Mario Vargas Llosa, entonces, es una figura relevante en el mundo social y político peruano. El último premio internacional que ha recibido en reconocimiento a su aporte al desarrollo de la lengua española es el Premio Internacional Don Quijote de la Mancha. Entonces, su prestigio en el ámbito de la actividad política y su reputación como intelectual le aseguran una posición privilegiada al momento de intervenir con sus opiniones en los debates políticos o literarios nacionales. Una consecuencia de su renombre es el hecho de poseer una columna semanal no solo en el diario El Comercio, sino en otros muchos de habla castellana. Es una persona con la capacidad de proponer transformaciones en los actos de las personas, especialmente de los lectores del medio de prensa peruano. ¿A quién se enfrentaba Mario Vargas Llosa con su artículo? El documento que aquí nos interesa analizar es una respuesta a las opiniones del entonces ministro de Defensa Antero Flores Aráoz. Este es un abogado y político peruano que ha realizado su carrera política en el Partido Popular Cristiano y en Unidad Nacional. Ha ocupado cargos políticos como el de Diputado o Congresista de la República. Además, ha sido elegido, en diciembre de 2006, como Representante Permanente del Perú ante la Organización de los Estados Americanos. Fue nombrado ministro de Defensa en reemplazo de Allan Wagner en el mes de diciembre de 2007. Quizá algún lector recuerde, a propósito de una secuencia fotográfica con motivo de las celebraciones por Fiestas Patrias que retrataban a la bailarina Leysi Suárez desnuda montada en un caballo sobre la bandera nacional, la pasión con la que el entonces ministro de Defensa manifestaba las consecuencias penales a las que la "desabrigada" bailarina estaba expuesta por la "vejación contra los símbolos patrios" . Diversos medios de prensa cuestionaron las encendidas declaraciones del Ministro acerca de las fotos supuestamente patrióticas; posteriormente sucedería lo mismo con sus declaraciones a propósito de la donación anunciada por la canciller alemana Angela Merkel. Podríamos resumir aquí, brevemente, el perfil de los adversarios verbales. Por un lado, el intelectual nacional que goza, tal vez con diferencia de matices, de un mayor prestigio por sus reconocimientos literarios internacionales, por su clara y mantenida defensa del modelo neoliberal, por su respeto y admiración por los Estados democráticos, y su apasionado rechazo a los remanentes a los regímenes totalitarios. Su derrota frente a Alberto Fujimori, observado desde la distancia, es una experiencia favorecedora, porque lo alejó de los sentimientos de cierta parte de la población que considera que la política nacional y sus representantes son un circo. Por otro lado, el político peruano, a pesar de su larga y permanente exposición en el entablado del poder, ha tenido manifestaciones ciertamente cuestionables. Sus méritos como Representante Permanente del Perú ante la Organización de los Estados Americanos no han tenido el peso suficiente al momento de criticar su inclusión como ministro de Defensa y sus posteriores acciones. Cuando Mario Vargas Llosa explica que la negativa a la creación de un museo se debe a dos características de la política peruana, “la incultura y la intolerancia”, está describiendo a la totalidad de este grupo de poder. “Inculto” es toda persona o nación que posee modales burdos y de limitada instrucción; por lo tanto, emplear este término para calificar a los políticos peruanos no oculta su intención: acusarlos de incapaces para ejercer funciones que implican una formación de la cual carecen. “Intolerante”, por otro lado, refiere la falta de respeto frente a ideas, opiniones o prácticas distintas de las propias; en el contexto del artículo de Vargas Llosa, que los políticos sean intolerantes expresa que ellos, lejos de ejercer las prácticas democráticas, están más cercanos a los designios del tirano o del dictador. Así, el empleo de estas dos palabras para definir a nuestra clase política corresponde con la intención global del discurso escrito que analizamos: aceptar un Museo de la Memoria es un ejemplo de prácticas democráticas que, evidentemente, los actuales representantes políticos no comparten. Con el empleo de términos como “entorchados”, que hace referencia a los bordados de oro o plata que sirven para distinguir a los militares o ministros, o “úcase”, orden o mandato injusto, tiránico y arbitrario, el intelectual vuelve a insistir en las nefastas características de la élite política nacional: militares tiránicos. Como una estrategia más de su discurso, el novelista describe el conflicto armado de la década de 1980 a la del 2000. Con la frase “guerra revolucionaria”, retrata el enfrentamiento armado entre diversos bandos del país que son caracterizados de una manera particular: “salvajismo terrorista”, la “desmesura” militar y los “humildes campesino”. Si recordamos la muestra fotográfica elaborada por la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) o el documento publicado por ella, no nos quedará dudas de que, entre los disparos de las armas terroristas y las armas del Ejército peruano, se encontraba la población rural. Asimismo, Vargas Llosa señala el contexto de aparición de la CVR: al final de la dictadura de Alberto Fujimori, responsable de la violación a los derechos humanos, el gobierno democrático presidido por Valentín Paniagua la nombró para investigar lo que denomina “tragedia social”. Añade el autor de La ciudad y los perros que este estudio encontró la oposición en sectores aliados al fujimorismo, estado “corrupto”, “cleptómano” y “asesino”. Si bien la muestra organizada por la CVR, Yuyanapaq (Para recordar) comunica la intensidad del crimen cometido por los terroristas y las fuerzas militares, no es el único medio de impedir un nuevo brote de ferocidad y de horror. Desde el punto de vista del intelectual, el fanatismo, y el desprecio ante la moral y la ley son las razones que explican la lucha armada de las dos últimas décadas del siglo pasado. Mario Vargas Llosa difiere del carácter pragmático de las razones del Ministro, quien considera que lo principal es asegurar la educación y el alimento antes que el conocimiento del pasado. Además, el Ministro critica el trabajo realizado por la CVR pues la considera parcial al culpar de las pérdidas humanas y materiales al ejército y a los terroristas. Desde la perspectiva del narrador peruano, la política antiterrorista organizada en el gobierno de Alberto Fujimori se produjo fuera de ley, es decir, fuera de los parámetros que un estado democrático debió contemplar. Se evidencia entonces en las razones de Vargas Llosa una crítica al estado dictatorial de la década de 1990. En esta línea, la labor de la CVR -considera el autor de Los Jefes- rescata el valor por desentrañar los hechos de la historia de la violencia fanática y antidemocrática. ¿Por qué el Perú necesita el museo de la memoria? Vargas Losa lo expresa con claridad: para combatir “actitudes intolerantes, ciegas y obtusas que desatan la violencia política” y para conocer que el fin no justifica los medios. Queda en evidencia que detrás de la negativa a un museo de la memoria se esconde un rechazo al conocimiento y reconocimiento de las responsabilidades políticas y sus consecuencias en un estado antidemocrático. De ahí que concluya expresando que el progreso significa también sabiduría para distinguir lo bueno, lo malo, lo “intolerable”, pero especialmente que los museos aseguran que los políticos no digan tonterías.
Balance final
Las personas se relacionan o interactúan mediante discursos. En realidad, toda sociedad está regida por los discursos. Por ello, para el ACD, es importante analizar la interacción social que crean los discursos relacionados con el poder. Así, mediante el análisis de discursos políticos, de la publicidad, de artículos periodísticos, entre otros, se puede entender las estrategias de dominación a partir del estudio de la intención comunicativa, el contexto, las prácticas de poder y la ideología que subyacen en dichas construcciones verbales. El estudio del discurso de Mario Vargas Llosa “El Perú no necesita museos” nos permite advertir dos intenciones comunicativas: contrarrestar con argumentos sólidos los ataques contra el Museo de la Memoria y persuadir a sus detractores de la importancia del mismo para la sociedad peruana. Su artículo surge como respuesta a las declaraciones antitolerantes de Antero Flores Araoz, por entonces ministro de Defensa, quien se oponía a la construcción del museo de la memoria. Para ello, emplea su posición de poder como intelectual de prestigio que cuenta con un espacio en uno de los diarios más leídos del país, El Comercio. En su escrito, subyace una ideología claramente anti totalitarista y pro democrática; perspectiva muy oportuna para enfrentar las declaraciones exacerbadas de nuestros políticos gobernantes siempre tan prestos a torcerle el cuello a la verdad.
Bibliografía
ABAJO DE PABLOS, JUAN JULIO DE (2001). La guerra de los mundos de Orson Welles y otros escritos sobre cine. Valladolid: Fancy ediciones.
CENTRO VIRTUAL CERVANTES. Diccionario de términos claves de ELE. Consulta: 23 de abril de 2010.
http://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/diccio_ele/diccionario/intencioncomunicativa.htm
VAN DIJK, TEUN (2001). El discurso como interacción social. Barcelona: Gedisa, 2001.
En 1938, el actor y director de cine Orson Welles tuvo una idea brillante y a su vez terrible; en un programa radial, decidió representar, con el estilo de un rotativo informativo, La guerra de los mundos, del autor de ciencia ficción H. G. Wells. Los oyentes del programa se espantaron, pues pensaron que la Tierra estaba siendo invadida por alienígenas crueles que no dudaban en destruir edificios y en asesinar gente con sus armas poderosas. No repararon que todo era una ficción y salieron raudos de sus casas a alertar a otros vecinos y a buscar la forma de protegerse y huir. La ola de pánico se extendió y tuvieron que pasar muchas horas para que la verdad fuera revelada y la tranquilidad reinase. ¿Qué generó toda esta reacción de histeria y pánico colectivo? Curiosamente solo el discurso radiofónico de Welles.
Otro hecho relacionado con el discurso: en 1987, Alan García Pérez, por entonces presidente del Perú, dirigió su discurso a la nación por 28 de julio. La crisis económica empezaba a golpear al país, la inflación subía a ritmo de galope, el sol se devaluaba, y el público televidente y radioyente esperaba escuchar las nuevas medidas gubernamentales que permitieran salir del problema. En medio de gran expectativa, García Pérez anunció que la medida que tomaría para solucionar el problema económico sería la de estatizar la banca. Los bancos iban a ser ahora dirigidos y controlados por el Gobierno. Esta declaración generó una reacción inesperada. En ese mar picado, el escritor Mario Vargas Llosa saltó a la palestra política al convertirse en el defensor del liberalismo económico y, por supuesto, de la propiedad privada de los bancos. Los peruanos, en su mayoría, rechazaron esta propuesta presidencial con marchas y mítines multitudinarios dirigidos por Vargas Llosa, quien, en esa coyuntura, fundó su movimiento Libertad. ¿Qué provocó todas estas acciones? Otra vez un discurso, en este caso, el de Alan García.
En realidad, todo discurso realiza acciones y a su vez genera reacciones. Todo discurso responde a una intención, a un propósito; y este propósito provoca respuestas como lo ocurrido en el caso de Welles o en el de García. Por ello, podemos afirmar que el discurso participa de la interacción social, es decir, de la forma en la cual se relacionan las personas.
Ahora bien, es necesario estudiar al discurso como actividad social, ya que así podemos comprender qué tipo de ideas son representadas y difundidas mediante los discursos, a quiénes favorecen estas ideas, qué aspectos de la vida resaltan, qué tipo de creencias se intenta imponer.
El Análisis Crítico del Discurso (ACD) analiza aquellos discursos que están relacionados con prácticas sociales complejas y de gran alcance. Por ello, se preocupa en analizar discursos de corte institucional: declaraciones políticas, expresiones periodísticas, películas, comerciales, manifestaciones eclesiásticas, etc., es decir, todos aquellos productos verbales relacionados con el poder. Para llevar a cabo su estudio, el ACD analiza la acción o intención comunicativa, el contexto, el poder y la ideología, subyacentes en un discurso. A continuación, definiremos cada una de estas categorías y luego las aplicaremos en el discurso de Mario Vargas Llosa “El Perú no necesita museos” a propósito de la polémica generada en torno al Museo de la Memoria.
Acción o intención comunicativa Todo discurso posee una intención, pues tiene un objetivo. Así, cuando alguien habla o escribe tiene un fin preciso que involucra a la persona que escucha o lee el mensaje. De esta forma, todo discurso es, en el fondo, una actividad social.
La intención determina o modela el discurso del emisor. Pensemos en esto: si queremos realizar una declaración amorosa, definitivamente tendremos que elegir palabras relacionadas con la dulzura o el afecto sincero y desecharíamos, probablemente, aquellos términos vulgares o chocantes. Además, nuestro tono de voz cambiaría con tal de parecer agradable y hasta tierno.
Al momento de considerar la intención comunicativa también debe tenerse en cuenta el papel que desempeña el receptor. Éste participa de una manera activa, pues interpreta el discurso del emisor en función de la hipótesis que hace sobre cuál es esta intención.
Contexto
Es el entorno o circunstancias en el que tiene lugar el discurso. "El discurso se produce, comprende y analiza en relación con las características del contexto. Por lo tanto, se interpreta que el análisis social del discurso define el texto y el habla como situados: describe el discurso como algo que ocurre o se realiza "en" una situación social" (van Dijk, 2001: 32).
Para definir el contexto de un discurso se debe tener en cuenta el tiempo, el espacio y la posición del hablante. Los contextos como los discursos no son objetivos, puesto que los conforman hechos sociales interpretados y producidos por y para los participantes. Van Dijk, un estudioso del ACD, señala que el género, la posición social, el grado de educación, el vínculo étnico y la profesión constituyen condiciones contextuales dignas de remarcar en el análisis del discurso (van Dijk, 2001: 33).
Poder
En toda relación social siempre hay alguien que tiene más poder que otro. El discurso permite entablar y afianzar las relaciones sociales, pero, claro, estas siempre están mediadas por el poder. Pensemos en nosotros viendo un noticiero. Escuchamos al locutor y nos conmovemos por las noticias que este presenta. En este caso, el medio de comunicación tiene más poder que nosotros, domina la relación, pues nos presenta el panorama del mundo que cree conveniente y, además, determina nuestras reacciones. Así, su poder radica en el manejo de la información, la misma que nos hará pensar, conversar o emocionarnos por alguna noticia propuesta por su discurso noticioso. De alguna forma, un noticiero nos controla, pues finalmente terminamos respondiendo a lo que buscaba. Por eso, analizar el concepto de poder es importante, porque de esa forma podemos observar cómo se organizan diversos vínculos entre discurso y sociedad. Para los propósitos del ACD, interesa concentrarse en el poder social, es decir, en la relación específica entre grupos sociales o instituciones. El análisis crítico del discurso se ocupa del ejercicio ilegítimo del poder, como las violaciones a los derechos humanos o a los derechos individuales o de grupo.
El poder que ejerce un grupo sobre otro se evidencia en el hecho de que alguno de ellos posee cierta forma de control sobre el otro. El control puede afectar a las acciones: los actos de los dominados responden a los deseos de lo dominantes. Una forma de control es la fuerza bruta, el poder físico, como el empleado por la policía. Una segunda forma de control es la mental, es decir, el control sobre "las intenciones o propósitos de las personas", como en el caso de los noticieros. Existen maneras complejas o sutiles de controlar las mentes de las personas mediante un texto escrito o el habla. En cualquiera de estos casos, siempre es posible persuadir a las personas para la realización de actos determinados por medio de argumentos o cualquier otro discurso de persuasión.
Bajo estas circunstancia, es pertinente recuperar el concepto de poder hegemónico: aquel que permite que “las personas actúen como si ello fuera natural, normal o simplemente existiese consenso” (van Dijk, 2001: 43). El poder hegemónico se construye en las instituciones educativas, en los medios de comunicación, en la publicidad, en el cine, la literatura, entre otros. Todas estas instituciones o medios permiten el control de las mentes (conocimientos, actitudes, ideologías) de grupos y lo hacen principalmente mediante el discurso. Esto, sin embargo, presupone otro aspecto fundamental de las relaciones entre poder y el discurso, a saber: el "acceso". Solo los poderosos tiene diversas formas de acceso, es decir, diversas vías para dirigirse a la opinión pública, como mediante campañas de información, entrevistas, conferencias de prensa, comunicados de prensa y otros géneros discursivos dirigidos a los periodistas. Por ello, no es casualidad que en las revistas, programas de televisión periódicos quienes más aparezcan sean, además de los artistas o deportistas, los políticos y empresarios, en otras palabras, gente relacionada con el poder.
Finalmente, debemos aclarar que el poder social de los grupos no es eterno ni sólido, por el contrario puede estar lleno de contradicciones. Dichas incoherencias terminan generando al poco tiempo la debacle de todo grupo de poder. A modo de ejemplo, recordemos el gobierno de Alberto Fujimori. El presidente Fujimori aseguraba que la sociedad peruana de la década del 90 vivía en democracia. Para demostrarlo, los tres poderes del estado, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, parecían funcionar con eficacia. Sin embargo, en dicha década se formó el grupo Colina, se compró la línea editorial de periódicos y medios de comunicación audiovisuales, así como la fidelidad de congresistas y jueces. El descubrimiento de estos crímenes y el escándalo desatado en la opinión pública marcaron la debacle del gobierno fujimorista y la entrada al poder de los grupos de oposición liderados por Valentín Paniagua.
Ideología
Todo discurso encierra en sí una visión del mundo, una forma de ver la vida, una doctrina que puede ser religiosa, política o filosófica. Así, todo discurso transmite ideas, define grupos y posiciones en la sociedad. Estas ideas las adquirimos en la cultura, escuchando los discursos o practicándolos. Las ideologías regulan no sólo el conocimiento sino también, especialmente, las actitudes que los grupos comparten acerca de ciertas cuestiones sociales:
En síntesis, las ideologías son las representaciones mentales que forman la base del conocimiento y actitudes compartidos de un grupo. Es este sistema de ideas lo que nos permite definir nuestra “posición” en el mundo y lo que debemos pensar acerca de las cuestiones sociales” (van Dijk, 2001: 56).
Para que un discurso pueda ser estudiado ideológicamente, se requiere que aquel sea el producto de un miembro de un grupo. Asimismo, se debe observar qué estructuras discursivas expresan o realizan objetivos o propósitos grupales.
El poder y el control grupal sobre el discurso están controlados por las ideologías, debido a que estas influyen no sólo sobre el discurso, sino también sobre la forma en la que nos desenvolvemos en la sociedad.
"El Perú no necesita museos": una respuesta mordaz de Mario Vargas Llosa al rechazo del museo de la memoria
¿Por qué un político peruano insinúa que un país pobre y con deficiencias sociales como el Perú no puede construir y mantener un museo de la memoria? Esta parece ser la interrogante que el recientemente galardonado escritor Mario Vargas Llosa se propone responder con su artículo “El Perú no necesita museos”, cuya finalidad fue la de reflexionar sobre la negativa del gobierno peruano a la donación del gobierno alemán para la construcción de un museo. Al mismo tiempo, este cuestionamiento le sirve para incitar una transformación en las ideas de los políticos y de los ciudadanos en general. En primer lugar, debemos comprender las circunstancias en las que se produjo el intercambio de opiniones. Con motivo de la V Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina, el Caribe y la Unión Europea, realizada en Lima entre el 13 y 17 de mayo de 2008, la canciller alemana Angela Merkel ofreció una donación de dos millones de dólares al gobierno peruano con la finalidad de construir y mantener un museo de la memoria. Este ofrecimiento correspondía a uno de los ejes de la cumbre, el de la cooperación para el desarrollo. A pesar del propósito de la donación, el gobierno del presidente Alan García reaccionó de manera negativa. Citemos, solo por economía de espacio, tres nombres de los muchos que vieron en la propuesta alemana una amenaza a la integración nacional: Antero Flores Araóz, entonces Ministro de Defensa; Rafael Rey, congresista de la República, ex Ministro de la Producción y, posteriormente, sucesor de Flores Aráoz en la cartera de Defensa; y el polémico Cardenal Juan Luis Cipriani, quien considera que la defensa de los derechos humanos es una "cojudez" . Los medios de prensa nacionales y extranjeros dieron cobertura al desaire y al enfrentamiento de opiniones entre políticos, integrantes de las Fuerzas Armadas, religiosos e intelectuales. ¿Qué revelaba este conflicto? ¿Cuáles eran las razones para negarse a la construcción de un espacio social que nos recordara la tragedia del terrorismo y su enfrentamiento con el Estado? Las opiniones enfrentadas son un síntoma de fracturas sociales mayores. Nosotros, en nuestro análisis de la interacción social del discurso, nos centraremos en el artículo que inició una transformación en la percepción que los políticos peruanos tenían del museo de la memoria. El autor de Conversación en La Catedral publicó, el 18 de marzo de 2008, un artículo de opinión titulado "El Perú no necesita museos" en el diario El Comercio. El espacio que el galardonado escritor peruano aprovechó para difundir sus ideas es el de la columna que semanalmente aparece en el referido diario peruano bajo el nombre "Piedra de toque". Recurriendo al soporte de la escritura -actividad a la que se ha consagrado y le ha valido numerosos reconocimientos internacionales-, manifiesta su rechazo ante las opiniones de los ministros peruanos, voceros del actual gobierno. ¿Cuál es la posición de Mario Vargas Llosa para cuestionar las acciones políticas del gobierno peruano? Mejor dicho, ¿cuál es el poder que le permite al escritor nacional enfrentarse a la posición del gobierno peruano? No únicamente, como podemos sospechar, su condición de peruano. A este, debemos sumarle su rol de intelectual o su fuerte conciencia ciudadana. Asimismo, debemos recordar que, a fines de la década de 1980, Vargas Llosa fundó el Movimiento Libertad, partido político que surgió en abierta oposición a las medidas populistas del gobierno de 1985-1990 de Alan García Pérez. Para la campaña electoral de 1990, se constituyó el Frente Democrático (Fredemo), una coalición política integrada por el Movimiento Libertad, el Partido Popular Cristiano y Acción Popular. Desde ese momento, Mario Vargas Llosa no ocultó su simpatía por el neoliberalismo, política económica adversa al intervencionismo estatal en materia social o económica, y que defiende al libre mercado capitalista como responsable del equilibrio social y del crecimiento económico. Esa abierta adhesión a esta línea político-económica fue utilizada por su adversario en los comicios de 1990, Alberto Fujimori, para restarle simpatía y votos. Mario Vargas Llosa, entonces, es una figura relevante en el mundo social y político peruano. El último premio internacional que ha recibido en reconocimiento a su aporte al desarrollo de la lengua española es el Premio Internacional Don Quijote de la Mancha. Entonces, su prestigio en el ámbito de la actividad política y su reputación como intelectual le aseguran una posición privilegiada al momento de intervenir con sus opiniones en los debates políticos o literarios nacionales. Una consecuencia de su renombre es el hecho de poseer una columna semanal no solo en el diario El Comercio, sino en otros muchos de habla castellana. Es una persona con la capacidad de proponer transformaciones en los actos de las personas, especialmente de los lectores del medio de prensa peruano. ¿A quién se enfrentaba Mario Vargas Llosa con su artículo? El documento que aquí nos interesa analizar es una respuesta a las opiniones del entonces ministro de Defensa Antero Flores Aráoz. Este es un abogado y político peruano que ha realizado su carrera política en el Partido Popular Cristiano y en Unidad Nacional. Ha ocupado cargos políticos como el de Diputado o Congresista de la República. Además, ha sido elegido, en diciembre de 2006, como Representante Permanente del Perú ante la Organización de los Estados Americanos. Fue nombrado ministro de Defensa en reemplazo de Allan Wagner en el mes de diciembre de 2007. Quizá algún lector recuerde, a propósito de una secuencia fotográfica con motivo de las celebraciones por Fiestas Patrias que retrataban a la bailarina Leysi Suárez desnuda montada en un caballo sobre la bandera nacional, la pasión con la que el entonces ministro de Defensa manifestaba las consecuencias penales a las que la "desabrigada" bailarina estaba expuesta por la "vejación contra los símbolos patrios" . Diversos medios de prensa cuestionaron las encendidas declaraciones del Ministro acerca de las fotos supuestamente patrióticas; posteriormente sucedería lo mismo con sus declaraciones a propósito de la donación anunciada por la canciller alemana Angela Merkel. Podríamos resumir aquí, brevemente, el perfil de los adversarios verbales. Por un lado, el intelectual nacional que goza, tal vez con diferencia de matices, de un mayor prestigio por sus reconocimientos literarios internacionales, por su clara y mantenida defensa del modelo neoliberal, por su respeto y admiración por los Estados democráticos, y su apasionado rechazo a los remanentes a los regímenes totalitarios. Su derrota frente a Alberto Fujimori, observado desde la distancia, es una experiencia favorecedora, porque lo alejó de los sentimientos de cierta parte de la población que considera que la política nacional y sus representantes son un circo. Por otro lado, el político peruano, a pesar de su larga y permanente exposición en el entablado del poder, ha tenido manifestaciones ciertamente cuestionables. Sus méritos como Representante Permanente del Perú ante la Organización de los Estados Americanos no han tenido el peso suficiente al momento de criticar su inclusión como ministro de Defensa y sus posteriores acciones. Cuando Mario Vargas Llosa explica que la negativa a la creación de un museo se debe a dos características de la política peruana, “la incultura y la intolerancia”, está describiendo a la totalidad de este grupo de poder. “Inculto” es toda persona o nación que posee modales burdos y de limitada instrucción; por lo tanto, emplear este término para calificar a los políticos peruanos no oculta su intención: acusarlos de incapaces para ejercer funciones que implican una formación de la cual carecen. “Intolerante”, por otro lado, refiere la falta de respeto frente a ideas, opiniones o prácticas distintas de las propias; en el contexto del artículo de Vargas Llosa, que los políticos sean intolerantes expresa que ellos, lejos de ejercer las prácticas democráticas, están más cercanos a los designios del tirano o del dictador. Así, el empleo de estas dos palabras para definir a nuestra clase política corresponde con la intención global del discurso escrito que analizamos: aceptar un Museo de la Memoria es un ejemplo de prácticas democráticas que, evidentemente, los actuales representantes políticos no comparten. Con el empleo de términos como “entorchados”, que hace referencia a los bordados de oro o plata que sirven para distinguir a los militares o ministros, o “úcase”, orden o mandato injusto, tiránico y arbitrario, el intelectual vuelve a insistir en las nefastas características de la élite política nacional: militares tiránicos. Como una estrategia más de su discurso, el novelista describe el conflicto armado de la década de 1980 a la del 2000. Con la frase “guerra revolucionaria”, retrata el enfrentamiento armado entre diversos bandos del país que son caracterizados de una manera particular: “salvajismo terrorista”, la “desmesura” militar y los “humildes campesino”. Si recordamos la muestra fotográfica elaborada por la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) o el documento publicado por ella, no nos quedará dudas de que, entre los disparos de las armas terroristas y las armas del Ejército peruano, se encontraba la población rural. Asimismo, Vargas Llosa señala el contexto de aparición de la CVR: al final de la dictadura de Alberto Fujimori, responsable de la violación a los derechos humanos, el gobierno democrático presidido por Valentín Paniagua la nombró para investigar lo que denomina “tragedia social”. Añade el autor de La ciudad y los perros que este estudio encontró la oposición en sectores aliados al fujimorismo, estado “corrupto”, “cleptómano” y “asesino”. Si bien la muestra organizada por la CVR, Yuyanapaq (Para recordar) comunica la intensidad del crimen cometido por los terroristas y las fuerzas militares, no es el único medio de impedir un nuevo brote de ferocidad y de horror. Desde el punto de vista del intelectual, el fanatismo, y el desprecio ante la moral y la ley son las razones que explican la lucha armada de las dos últimas décadas del siglo pasado. Mario Vargas Llosa difiere del carácter pragmático de las razones del Ministro, quien considera que lo principal es asegurar la educación y el alimento antes que el conocimiento del pasado. Además, el Ministro critica el trabajo realizado por la CVR pues la considera parcial al culpar de las pérdidas humanas y materiales al ejército y a los terroristas. Desde la perspectiva del narrador peruano, la política antiterrorista organizada en el gobierno de Alberto Fujimori se produjo fuera de ley, es decir, fuera de los parámetros que un estado democrático debió contemplar. Se evidencia entonces en las razones de Vargas Llosa una crítica al estado dictatorial de la década de 1990. En esta línea, la labor de la CVR -considera el autor de Los Jefes- rescata el valor por desentrañar los hechos de la historia de la violencia fanática y antidemocrática. ¿Por qué el Perú necesita el museo de la memoria? Vargas Losa lo expresa con claridad: para combatir “actitudes intolerantes, ciegas y obtusas que desatan la violencia política” y para conocer que el fin no justifica los medios. Queda en evidencia que detrás de la negativa a un museo de la memoria se esconde un rechazo al conocimiento y reconocimiento de las responsabilidades políticas y sus consecuencias en un estado antidemocrático. De ahí que concluya expresando que el progreso significa también sabiduría para distinguir lo bueno, lo malo, lo “intolerable”, pero especialmente que los museos aseguran que los políticos no digan tonterías.
Balance final
Las personas se relacionan o interactúan mediante discursos. En realidad, toda sociedad está regida por los discursos. Por ello, para el ACD, es importante analizar la interacción social que crean los discursos relacionados con el poder. Así, mediante el análisis de discursos políticos, de la publicidad, de artículos periodísticos, entre otros, se puede entender las estrategias de dominación a partir del estudio de la intención comunicativa, el contexto, las prácticas de poder y la ideología que subyacen en dichas construcciones verbales. El estudio del discurso de Mario Vargas Llosa “El Perú no necesita museos” nos permite advertir dos intenciones comunicativas: contrarrestar con argumentos sólidos los ataques contra el Museo de la Memoria y persuadir a sus detractores de la importancia del mismo para la sociedad peruana. Su artículo surge como respuesta a las declaraciones antitolerantes de Antero Flores Araoz, por entonces ministro de Defensa, quien se oponía a la construcción del museo de la memoria. Para ello, emplea su posición de poder como intelectual de prestigio que cuenta con un espacio en uno de los diarios más leídos del país, El Comercio. En su escrito, subyace una ideología claramente anti totalitarista y pro democrática; perspectiva muy oportuna para enfrentar las declaraciones exacerbadas de nuestros políticos gobernantes siempre tan prestos a torcerle el cuello a la verdad.
Bibliografía
ABAJO DE PABLOS, JUAN JULIO DE (2001). La guerra de los mundos de Orson Welles y otros escritos sobre cine. Valladolid: Fancy ediciones.
CENTRO VIRTUAL CERVANTES. Diccionario de términos claves de ELE. Consulta: 23 de abril de 2010.
http://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/diccio_ele/diccionario/intencioncomunicativa.htm
VAN DIJK, TEUN (2001). El discurso como interacción social. Barcelona: Gedisa, 2001.
martes, 4 de mayo de 2010
Controversia: Derechos animales
A Parte Rei 53.Septiembre 2007
Isabel Del Río Sanz
Cuando tratamos el tema de los derechos de los animales entramos en una
cruenta controversia donde, aún y las gradaciones de grises que en realidad existen,
sólo podemos ver los extremos en un constante batallar. Unos dicen que los animales
no tienen derechos como los seres humanos y que concedérselos sería poner en
entredicho la dignidad humana, otros creen fervientemente que el ser humano no es
más que otra especie animal y, como tal, ha de conceder derechos a sus congéneres.
He leído varias obras que hablan y tratan el tema en profundidad, me
mantengo informada de lo que va ocurriendo respecto a ello, pero no veo que sea
posible un acuerdo si no hay una puesta en común de las ideas que motivan a cada
uno y haciendo un esfuerzo de comprensión realizamos una propuesta común. Yo
creo que lo importante no es tanto que los animales tengan derechos o no, sino la idea
de que nosotros se los concedamos.
Como explica Peter Singer en Liberación Animal este fenómeno se llama
especismo, creemos que nuestra especie es superior al resto y actuamos en
consecuencia. Nos creemos tan superiores que consideramos nuestro el derecho de
conceder o arrebatar el derecho a la vida o a la dignidad a cualquier otro ser vivo que
no pertenezca a nuestra propia especie, cuando la verdad es que si no hubiera leyes
lo más seguro es que creeríamos que el vecino de al lado es inferior a nosotros y que
por ello también tenemos derecho a decidir sobre su vida. Como dijo en su día Santo
Tomás de Aquino, aquel que se acostumbra a maltratar a un animal terminará siendo
insensible al maltrato del prójimo. El ser humano es bélico, violento y egocéntrico, un
instinto que en la naturaleza podía salvar la vida de la manada, pero que en la
sociedad se vuelve destructivo. Eso es lo que ocurre a nuestro alrededor, con la
biosfera que nos envuelve, de la cual nosotros, aunque queramos estar en el Olimpo
observándolo todo sin tener que ver demasiado, en realidad estamos completamente
involucrados. Las leyes sociales, los derechos humanos que éstas protegen, impiden
que nos destruyamos más entre nosotros de lo que ya lo hacemos, pero también nos
hacen sentir más superiores y excluidos del resto de seres vivos. Seguimos
comportándonos por instinto: matando para alimentarnos, para protegernos de aquello
que nos es extraño y ajeno, protegiendo nuestro territorio y utilizando todo lo que hay
a nuestro alcance para proporcionarnos la vida más placentera posible sin pensar en
las consecuencias de nuestros actos. Quizá, si un águila tuviera nuestras capacidades
cognitivas haría lo mismo, pero este no es el caso, cualquier animal es un ser
sensitivo, y por ello es capaz de sentir placer y dolor, causar dolor es algo inconcebible
cuando no es por defensa propia. Si tan divinos nos creemos, ¿No deberíamos
proteger a aquellos que están por debajo de nosotros? Y si somos todos iguales ¿No
deberíamos proteger a los de nuestra especie y a nuestros hermanos? Pues,
queramos o no, todos somos hijos del mismo planeta, de la misma madre Tierra.
Este discurso puede parecer muy “amor y paz”, pero al punto que quiero llegar
es justamente a que no deben apoyarse los extremos, siempre preferiré salvar a un
bebe o a un anciano enfermo de Alzeimer de un incendio que a un ratón o a un
canario, y esto es algo natural. Es cierto, somos una especie animal y, como tal,
debemos reconocer a las demás especies como nuestros prójimos, pero nunca como
iguales, pues sería algo peligroso, socialmente hablando. Yo soy vegetariana desde
hace unos tres años, aunque anteriormente ya estuve haciendo tentativas, considero
que los animales no humanos deben tener el mismo derecho a la vida, a no ser
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torturados, a vivir en libertad, al respeto y al cuidado que cualquier animal humano.
Aunque también es cierto, como comenta Singer, que todos los animales, humanos y
no humanos, no tenemos los mismos intereses y, por ello, no deberíamos tener los
mismos derechos.
Respecto a cómo deberíamos actuar con los demás animales, creo que exigir a
toda la población humana dejar de alimentarse de productos de origen animal es algo
demasiado estricto e impracticable, al menos en nuestros tiempos. Somos animales
omnívoros, eso significa que nuestro aparato trófico esta diseñado para que podamos
alimentarnos tanto de productos animales como vegetales, y ahí reside una de las
elecciones que debemos tomar, seguir consumiendo esos productos o no dependerá
de nuestra ideología y nuestra salud. Lo que es incuestionable es el hecho de que
cualquier animal que sea criado para el consumo o para ofrecer un producto (leche,
huevos, ropa…) debe tener una buena vida y jamás sufrir denigración o sufrimiento
alguno. Con esto quiero decir que todo animal destinado a estos usos debería tener
una vida digna y lo más placentera posible. De ello seguiría menos consumo de
productos animales, puesto que no son especialmente buenos para la salud humana
en grandes cantidades y, por ello, menos campos de cultivo para alimentar a las reses
y más alimento para todos.
Otro tema que tratar es la investigación. Algunos comparan la investigación con
chimpancés y embriones. Un embrión, en las primeras semanas de gestación, no tiene
aún sistema nervioso, eso significa que no siente dolor ni placer alguno, así pues,
investigando con un embrión sobrante de un programa de reproducción, que será
destruido si no es utilizado de otro modo, no producimos dolor a ningún ser vivo ni le
privamos de placer. No es una contradicción ética y moral tan fuerte trabajar con estos
embriones, aún y ser humanos, como podría serlo con un chimpancé que siente
absolutamente todo lo que le ocurre y que puede sufrir tanto física como
psicológicamente.
Otras controversias han demostrado el peligro de que un embrión, e incluso un
feto, tengan los mismos derechos que cualquier otro ser humano, puesto que éstos
estarían en contradicción con los de la madre si por algún motivo tuviera que poner fin
al embarazo. Es en el momento del nacimiento cuando un individuo empieza a ser
reconocido como tal, pero aún así, un recién nacido no tiene los mismos derechos que
un adulto ya que no puede ejercerlos. Eso no significa que un recién nacido humano
tenga los mismos derechos que un animal, ni mucho menos, puesto que sigue siendo
un ser humano y por ello un adulto en potencia, pero sí significa que un animal
también ha de tener unos derechos como ser sensible y con posibles aspiraciones de
futuro.
De estas hipótesis se sigue el tema de la clonación. Mucho se ha hablado ya
de la clonación humana y animal, como hemos podido observar la primera trae más
problemas intrínsecos que la segunda, aunque esta sigue siendo cuestionable. Clonar
a un ser humano podría traer muchos problemas, instrumentalización humana para
curar a otros, creación de trabajadores sumisos, los problemas psicológicos que esto
podría conllevar al ser clonado y al ser del cual se ha clonado. Pero en los animales no
vemos tanto problema, hemos instrumentalizado a otras especies desde que el
hombre es hombre, y no podemos quejarnos de lo sumisos que son a la hora de
ayudarnos en el trabajo, además no parecen tener ningún problema mental al ser
clonados. A la hora de hablar de clonación animal, cosa que se está llevando a cabo,
creo yo, con pocos controles, al igual que su modificación genética, como una cabra
que de fibra de tela de araña a la vez que leche, deberían haber más regulaciones.
En algunos casos la clonación podría ser nuestra aliada para salvar a aquellas
especies en peligro de extinción que nosotros mismos hemos puesto en esa situación,
siempre y cuando se llevara a cabo un estudio exhaustivo para comprobar que la
repoblación de esa especie no dañara el medio ni la cadena trófica. Pero en muchos
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otros casos estamos jugando a ser dioses, antiguamente habían cientos de especies
de trigo, por ejemplo, el hombre empezó a modificarlas, cruces y experimentación,
ahora pocas quedan, lo peor es que si se dan condiciones adversas a ese tipo de
cultivo no tendremos a sus hermanas para repoblarlas, ya que las habremos destruido.
Creemos estar ayudándonos a nosotros mismos, a nuestra forma de vida, y para
limpiar nuestras conciencias decimos que hacemos más fuertes a los animales, pero la
verdad es que no sabemos que es lo que estamos haciendo, estamos perjudicando a
nuestra especie y también a las demás.
Este es el problema cuando hablamos en palabras mayores, pero tocando
esferas más inferiores la clonación sigue siendo peligrosa, pues poder clonar significa
una producción de ganado más rápida, más grande, y dentro de un tiempo más
barata, no serían necesarias buenas reses para reproducirse, con los gametos
necesarios y la información genética podríamos crear vacas que engordaran el doble
de rápido, perros, todos iguales, para satisfacer al público, y como todos serían clones,
aunque los animales salvajes tuvieran derechos, éstos como creaciones propias,
¿También deberían tener derechos?
Estoy de acuerdo con los proyectos que miran a proteger la biodiversidad, pero
no con aquellos que juegan para conseguir mercancía más barata que, finalmente,
saldrá más cara.
Usamos una gran cantidad de animales y de forma muy diversa, creo que esto
nos obliga a tener cierta responsabilidad moral hacia su bienestar. Si así lo hiciéramos
no seríamos los primeros seres humanos en conceder ciertos derechos a los demás
seres vivos. Los filósofos, en todas las épocas y culturas, dejan constancia de su
pensamiento a este respecto y la violencia con animales, tanto para la alimentación
como para el divertimiento, no han sido nunca especialmente aprobados.
Si yo tuviera que escoger un bando dentro de las éticas de la naturaleza,
seguramente escogería el biocéntrico, creo firmemente que la naturaleza tiene un
valor intrínseco, por si misma, y que no debe ser tratada como un simple medio, que
sin la existencia del ser humano ésta seguiría siendo igual de valiosa, ¿Sino porque
buscamos tan desesperadamente planetas que también tengan vida? ¿Aunque sólo
sea un pequeño microorganismo? No sólo por su valor comercial, sino porque la vida
en sí tiene valor. Pero también creo que la naturaleza es nuestro hogar, y como tal
hemos de protegerlo.
Puede que la población no esté dispuesta a escuchar seriamente proposiciones
que son consideradas más metafísicas que éticas y que no satisfacen a su egoísmo
natural, pero aún así necesitamos que la gente corriente escuche, y si es necesario
disfrazar algunos motivos con éticas antropocéntricas lo encuentro absolutamente
viable. Además, no son pocos los motivos antropocéntricos de peso por los que
deberíamos empezar a poner en marcha un plan de ley que defienda a las demás
especies (animales y vegetales) y sus medios, es decir, la Tierra, pues el ser humano
no podrá sobrevivir si continuamos a este ritmo, destruyendo y destruyéndonos.
El control de recursos es uno de los medios por los que podemos llegar a ese
fin, de poco nos sirve darles derechos a los animales, o plantearnos estos problemas,
si destruimos el lugar en el que viven y su modo de sustento. Todos tenemos el mismo
derecho a la tierra y, por mucho que la gente se queje de que los lobos matan a sus
rebaños, debemos recordar que éstos atacan a las reses porque los cazadores han
matado su presa natural y, además les están robando sus terrenos de caza. No
podemos decir que somos superiores moral y racionalmente y, después, cuando algo
ocurre a consecuencia de nuestros actos, cargar con la culpa a una especie animal de
menos intelecto.
Otro punto que debemos tener en cuenta son las generaciones futuras. Es
cierto que el problema de la contaminación de las aguas y el calentamiento del planeta
deberíamos haberlo visto venir, en realidad se vio venir pero se hicieron oídos sordos
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creyendo que así se lograrían más ganancias económicas, cuando en realidad será al
contrario, y la gente de a pie pensaban exactamente aquello que sus gobiernos y
religiones les decían, que eran estupideces de científicos y ecologistas paganos. Es
triste que el ser humano aprecie más una divisa creada por sí mismo para agilizar el
intercambio que las fuentes reales de ese intercambio, tenemos entre manos una
terrible confusión económica, aquello que puede enriquecer una sociedad son los
recursos naturales, no las monedas o las inversiones bancarias. Debemos pensar en
el derecho al medio ambiente que deberían tener nuestros hijos, nuestros nietos, y los
nietos de éstos, ¿Qué clase de planeta vamos a dejarles?
Volviendo al tema de las demás especies animales, se ha demostrado que
todos los seres vivos tienen algún tipo de recurso para la comunicación y que algunos,
como los grandes simios, son capaces de hacer previsiones de futuro. Aquí entra la
cuestión de sus intereses, todo animal no humano es un ser vivo, consciente de ello
hasta cierto nivel, sensible, con un sistema de comunicación y de identificación de
individuos, y con intereses. Así, viendo su forma de comportarse, muchos protegiendo
a sus familias como nosotros hacemos, o enfadándose y peleándose con sus
congéneres, algo normal en nosotros, ¿A parte de nuestro intelecto que es lo que nos
diferencia? ¿Un alma? Dejando creencias religiosas a un lado, hasta el momento en
que el alma pueda demostrarse científicamente, debemos referirnos únicamente a los
hechos contrastables y, si así lo hacemos, veremos que está más que justificado que
los animales no humanos tengan derechos igualmente protegidos por las leyes de
nuestras sociedades para que sean resguardados de nuestros propios instintos
naturales.
Debemos seguir una ética que, partiendo del propio ser humano, se dirija
también hacia el resto de los animales. Las diferencias no son una excusa para
denegar una vida justa y buena. Los seres humanos somos también una especie
animal y debemos poner el servicio de nuestro intelecto a la protección de nuestros
vecinos animales, no en su contra. La naturaleza no es nuestra enemiga, los animales
no humanos tampoco, somos nosotros los únicos que no nos queremos adaptar y por
ello contraatacamos, debemos encontrar un modo de que nuestra búsqueda del placer
y la conservación del suyo no sea una confrontación de intereses.
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Isabel Del Río Sanz
Cuando tratamos el tema de los derechos de los animales entramos en una
cruenta controversia donde, aún y las gradaciones de grises que en realidad existen,
sólo podemos ver los extremos en un constante batallar. Unos dicen que los animales
no tienen derechos como los seres humanos y que concedérselos sería poner en
entredicho la dignidad humana, otros creen fervientemente que el ser humano no es
más que otra especie animal y, como tal, ha de conceder derechos a sus congéneres.
He leído varias obras que hablan y tratan el tema en profundidad, me
mantengo informada de lo que va ocurriendo respecto a ello, pero no veo que sea
posible un acuerdo si no hay una puesta en común de las ideas que motivan a cada
uno y haciendo un esfuerzo de comprensión realizamos una propuesta común. Yo
creo que lo importante no es tanto que los animales tengan derechos o no, sino la idea
de que nosotros se los concedamos.
Como explica Peter Singer en Liberación Animal este fenómeno se llama
especismo, creemos que nuestra especie es superior al resto y actuamos en
consecuencia. Nos creemos tan superiores que consideramos nuestro el derecho de
conceder o arrebatar el derecho a la vida o a la dignidad a cualquier otro ser vivo que
no pertenezca a nuestra propia especie, cuando la verdad es que si no hubiera leyes
lo más seguro es que creeríamos que el vecino de al lado es inferior a nosotros y que
por ello también tenemos derecho a decidir sobre su vida. Como dijo en su día Santo
Tomás de Aquino, aquel que se acostumbra a maltratar a un animal terminará siendo
insensible al maltrato del prójimo. El ser humano es bélico, violento y egocéntrico, un
instinto que en la naturaleza podía salvar la vida de la manada, pero que en la
sociedad se vuelve destructivo. Eso es lo que ocurre a nuestro alrededor, con la
biosfera que nos envuelve, de la cual nosotros, aunque queramos estar en el Olimpo
observándolo todo sin tener que ver demasiado, en realidad estamos completamente
involucrados. Las leyes sociales, los derechos humanos que éstas protegen, impiden
que nos destruyamos más entre nosotros de lo que ya lo hacemos, pero también nos
hacen sentir más superiores y excluidos del resto de seres vivos. Seguimos
comportándonos por instinto: matando para alimentarnos, para protegernos de aquello
que nos es extraño y ajeno, protegiendo nuestro territorio y utilizando todo lo que hay
a nuestro alcance para proporcionarnos la vida más placentera posible sin pensar en
las consecuencias de nuestros actos. Quizá, si un águila tuviera nuestras capacidades
cognitivas haría lo mismo, pero este no es el caso, cualquier animal es un ser
sensitivo, y por ello es capaz de sentir placer y dolor, causar dolor es algo inconcebible
cuando no es por defensa propia. Si tan divinos nos creemos, ¿No deberíamos
proteger a aquellos que están por debajo de nosotros? Y si somos todos iguales ¿No
deberíamos proteger a los de nuestra especie y a nuestros hermanos? Pues,
queramos o no, todos somos hijos del mismo planeta, de la misma madre Tierra.
Este discurso puede parecer muy “amor y paz”, pero al punto que quiero llegar
es justamente a que no deben apoyarse los extremos, siempre preferiré salvar a un
bebe o a un anciano enfermo de Alzeimer de un incendio que a un ratón o a un
canario, y esto es algo natural. Es cierto, somos una especie animal y, como tal,
debemos reconocer a las demás especies como nuestros prójimos, pero nunca como
iguales, pues sería algo peligroso, socialmente hablando. Yo soy vegetariana desde
hace unos tres años, aunque anteriormente ya estuve haciendo tentativas, considero
que los animales no humanos deben tener el mismo derecho a la vida, a no ser
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torturados, a vivir en libertad, al respeto y al cuidado que cualquier animal humano.
Aunque también es cierto, como comenta Singer, que todos los animales, humanos y
no humanos, no tenemos los mismos intereses y, por ello, no deberíamos tener los
mismos derechos.
Respecto a cómo deberíamos actuar con los demás animales, creo que exigir a
toda la población humana dejar de alimentarse de productos de origen animal es algo
demasiado estricto e impracticable, al menos en nuestros tiempos. Somos animales
omnívoros, eso significa que nuestro aparato trófico esta diseñado para que podamos
alimentarnos tanto de productos animales como vegetales, y ahí reside una de las
elecciones que debemos tomar, seguir consumiendo esos productos o no dependerá
de nuestra ideología y nuestra salud. Lo que es incuestionable es el hecho de que
cualquier animal que sea criado para el consumo o para ofrecer un producto (leche,
huevos, ropa…) debe tener una buena vida y jamás sufrir denigración o sufrimiento
alguno. Con esto quiero decir que todo animal destinado a estos usos debería tener
una vida digna y lo más placentera posible. De ello seguiría menos consumo de
productos animales, puesto que no son especialmente buenos para la salud humana
en grandes cantidades y, por ello, menos campos de cultivo para alimentar a las reses
y más alimento para todos.
Otro tema que tratar es la investigación. Algunos comparan la investigación con
chimpancés y embriones. Un embrión, en las primeras semanas de gestación, no tiene
aún sistema nervioso, eso significa que no siente dolor ni placer alguno, así pues,
investigando con un embrión sobrante de un programa de reproducción, que será
destruido si no es utilizado de otro modo, no producimos dolor a ningún ser vivo ni le
privamos de placer. No es una contradicción ética y moral tan fuerte trabajar con estos
embriones, aún y ser humanos, como podría serlo con un chimpancé que siente
absolutamente todo lo que le ocurre y que puede sufrir tanto física como
psicológicamente.
Otras controversias han demostrado el peligro de que un embrión, e incluso un
feto, tengan los mismos derechos que cualquier otro ser humano, puesto que éstos
estarían en contradicción con los de la madre si por algún motivo tuviera que poner fin
al embarazo. Es en el momento del nacimiento cuando un individuo empieza a ser
reconocido como tal, pero aún así, un recién nacido no tiene los mismos derechos que
un adulto ya que no puede ejercerlos. Eso no significa que un recién nacido humano
tenga los mismos derechos que un animal, ni mucho menos, puesto que sigue siendo
un ser humano y por ello un adulto en potencia, pero sí significa que un animal
también ha de tener unos derechos como ser sensible y con posibles aspiraciones de
futuro.
De estas hipótesis se sigue el tema de la clonación. Mucho se ha hablado ya
de la clonación humana y animal, como hemos podido observar la primera trae más
problemas intrínsecos que la segunda, aunque esta sigue siendo cuestionable. Clonar
a un ser humano podría traer muchos problemas, instrumentalización humana para
curar a otros, creación de trabajadores sumisos, los problemas psicológicos que esto
podría conllevar al ser clonado y al ser del cual se ha clonado. Pero en los animales no
vemos tanto problema, hemos instrumentalizado a otras especies desde que el
hombre es hombre, y no podemos quejarnos de lo sumisos que son a la hora de
ayudarnos en el trabajo, además no parecen tener ningún problema mental al ser
clonados. A la hora de hablar de clonación animal, cosa que se está llevando a cabo,
creo yo, con pocos controles, al igual que su modificación genética, como una cabra
que de fibra de tela de araña a la vez que leche, deberían haber más regulaciones.
En algunos casos la clonación podría ser nuestra aliada para salvar a aquellas
especies en peligro de extinción que nosotros mismos hemos puesto en esa situación,
siempre y cuando se llevara a cabo un estudio exhaustivo para comprobar que la
repoblación de esa especie no dañara el medio ni la cadena trófica. Pero en muchos
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otros casos estamos jugando a ser dioses, antiguamente habían cientos de especies
de trigo, por ejemplo, el hombre empezó a modificarlas, cruces y experimentación,
ahora pocas quedan, lo peor es que si se dan condiciones adversas a ese tipo de
cultivo no tendremos a sus hermanas para repoblarlas, ya que las habremos destruido.
Creemos estar ayudándonos a nosotros mismos, a nuestra forma de vida, y para
limpiar nuestras conciencias decimos que hacemos más fuertes a los animales, pero la
verdad es que no sabemos que es lo que estamos haciendo, estamos perjudicando a
nuestra especie y también a las demás.
Este es el problema cuando hablamos en palabras mayores, pero tocando
esferas más inferiores la clonación sigue siendo peligrosa, pues poder clonar significa
una producción de ganado más rápida, más grande, y dentro de un tiempo más
barata, no serían necesarias buenas reses para reproducirse, con los gametos
necesarios y la información genética podríamos crear vacas que engordaran el doble
de rápido, perros, todos iguales, para satisfacer al público, y como todos serían clones,
aunque los animales salvajes tuvieran derechos, éstos como creaciones propias,
¿También deberían tener derechos?
Estoy de acuerdo con los proyectos que miran a proteger la biodiversidad, pero
no con aquellos que juegan para conseguir mercancía más barata que, finalmente,
saldrá más cara.
Usamos una gran cantidad de animales y de forma muy diversa, creo que esto
nos obliga a tener cierta responsabilidad moral hacia su bienestar. Si así lo hiciéramos
no seríamos los primeros seres humanos en conceder ciertos derechos a los demás
seres vivos. Los filósofos, en todas las épocas y culturas, dejan constancia de su
pensamiento a este respecto y la violencia con animales, tanto para la alimentación
como para el divertimiento, no han sido nunca especialmente aprobados.
Si yo tuviera que escoger un bando dentro de las éticas de la naturaleza,
seguramente escogería el biocéntrico, creo firmemente que la naturaleza tiene un
valor intrínseco, por si misma, y que no debe ser tratada como un simple medio, que
sin la existencia del ser humano ésta seguiría siendo igual de valiosa, ¿Sino porque
buscamos tan desesperadamente planetas que también tengan vida? ¿Aunque sólo
sea un pequeño microorganismo? No sólo por su valor comercial, sino porque la vida
en sí tiene valor. Pero también creo que la naturaleza es nuestro hogar, y como tal
hemos de protegerlo.
Puede que la población no esté dispuesta a escuchar seriamente proposiciones
que son consideradas más metafísicas que éticas y que no satisfacen a su egoísmo
natural, pero aún así necesitamos que la gente corriente escuche, y si es necesario
disfrazar algunos motivos con éticas antropocéntricas lo encuentro absolutamente
viable. Además, no son pocos los motivos antropocéntricos de peso por los que
deberíamos empezar a poner en marcha un plan de ley que defienda a las demás
especies (animales y vegetales) y sus medios, es decir, la Tierra, pues el ser humano
no podrá sobrevivir si continuamos a este ritmo, destruyendo y destruyéndonos.
El control de recursos es uno de los medios por los que podemos llegar a ese
fin, de poco nos sirve darles derechos a los animales, o plantearnos estos problemas,
si destruimos el lugar en el que viven y su modo de sustento. Todos tenemos el mismo
derecho a la tierra y, por mucho que la gente se queje de que los lobos matan a sus
rebaños, debemos recordar que éstos atacan a las reses porque los cazadores han
matado su presa natural y, además les están robando sus terrenos de caza. No
podemos decir que somos superiores moral y racionalmente y, después, cuando algo
ocurre a consecuencia de nuestros actos, cargar con la culpa a una especie animal de
menos intelecto.
Otro punto que debemos tener en cuenta son las generaciones futuras. Es
cierto que el problema de la contaminación de las aguas y el calentamiento del planeta
deberíamos haberlo visto venir, en realidad se vio venir pero se hicieron oídos sordos
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creyendo que así se lograrían más ganancias económicas, cuando en realidad será al
contrario, y la gente de a pie pensaban exactamente aquello que sus gobiernos y
religiones les decían, que eran estupideces de científicos y ecologistas paganos. Es
triste que el ser humano aprecie más una divisa creada por sí mismo para agilizar el
intercambio que las fuentes reales de ese intercambio, tenemos entre manos una
terrible confusión económica, aquello que puede enriquecer una sociedad son los
recursos naturales, no las monedas o las inversiones bancarias. Debemos pensar en
el derecho al medio ambiente que deberían tener nuestros hijos, nuestros nietos, y los
nietos de éstos, ¿Qué clase de planeta vamos a dejarles?
Volviendo al tema de las demás especies animales, se ha demostrado que
todos los seres vivos tienen algún tipo de recurso para la comunicación y que algunos,
como los grandes simios, son capaces de hacer previsiones de futuro. Aquí entra la
cuestión de sus intereses, todo animal no humano es un ser vivo, consciente de ello
hasta cierto nivel, sensible, con un sistema de comunicación y de identificación de
individuos, y con intereses. Así, viendo su forma de comportarse, muchos protegiendo
a sus familias como nosotros hacemos, o enfadándose y peleándose con sus
congéneres, algo normal en nosotros, ¿A parte de nuestro intelecto que es lo que nos
diferencia? ¿Un alma? Dejando creencias religiosas a un lado, hasta el momento en
que el alma pueda demostrarse científicamente, debemos referirnos únicamente a los
hechos contrastables y, si así lo hacemos, veremos que está más que justificado que
los animales no humanos tengan derechos igualmente protegidos por las leyes de
nuestras sociedades para que sean resguardados de nuestros propios instintos
naturales.
Debemos seguir una ética que, partiendo del propio ser humano, se dirija
también hacia el resto de los animales. Las diferencias no son una excusa para
denegar una vida justa y buena. Los seres humanos somos también una especie
animal y debemos poner el servicio de nuestro intelecto a la protección de nuestros
vecinos animales, no en su contra. La naturaleza no es nuestra enemiga, los animales
no humanos tampoco, somos nosotros los únicos que no nos queremos adaptar y por
ello contraatacamos, debemos encontrar un modo de que nuestra búsqueda del placer
y la conservación del suyo no sea una confrontación de intereses.
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sábado, 1 de mayo de 2010
Representaciones socioculturales en el discurso
Representaciones socioculturales en el discurso
A propósito del caso Supa - Mariátegui•
Por Cinthia Peña Larrea
El jueves 23 de abril de 2009, la portada del diario Correo mostraba una imagen de la congresista nacionalista Hilaria Supa captada mientras tomaba notas en el Pleno. La fotografía, cuyo ángulo permitía verla desde arriba y por detrás, era complementada con una amplificación de lo que iba escribiendo en su libreta: “Jueves De abril – 16 – 2009 Pleno Del Comgreso De la rePoBleca si Discotio lasituasion de Brai Ovo Muchos Participasion custo No Presencia Del preme menistro Para subre Brasy subreatentado pindio el pleno. Vernes De abril 17 2009…”. Acompañando a la imagen, el titular “¡Qué nivel! Urge Coquito para congresista Supa” la sentenciaba: el nivel de la parlamentaria cusqueña destacada en primera plana era inferior al de los niños que superan los grados elementales de formación básica, es decir, aquellos que pasaron los primeros años de primaria y que, por lo tanto, ya no necesitan del libro emblemático de la formación letrada para los peruanos citadinos, Coquito. En la página central, se “analizaba el caso” en un artículo, “La congresista no tiene quien le escriba”, que no ofrecía de modo explícito una postura, pero sí una serie de datos colocados no de manera azarosa como para que cualquier lector fuese capaz de construir una interpretación (la interpretación) de la situación; paralelamente, en la primera página, el director de Correo, Aldo Mariátegui, bajo el título “Supa no supo”, exponía en su columna del día el valor del hallazgo de su reportero: los problemas ortográficos y gramaticales de la congresista, evidencias de pertenecer al grupo de los “mínimamente iluminados por las luces de la cultura”, eran una prueba contundente de que poco o nada podía aportar en las labores parlamentarias (legislar, fiscalizar, reflexionar) y de que, en consecuencia, se debía considerar como requisito para el cargo “el mérito académico y la preparación”. Pero ¿por qué nos interesa el caso de la congresista Supa y el director de Correo, Aldo Mariátegui?, ¿cuál es su relevancia en relación con el propósito de este artículo?
El objetivo de este breve ensayo es reflexionar sobre cómo, a través del lenguaje, se manifiestan las representaciones de la realidad de una sociedad, es decir, cómo ese conjunto de creencias, prejuicios o actitudes, que conforman la mirada que cada grupo social tiene de ciertos aspectos del mundo, se trasluce en las palabras, enunciados, discursos de sus miembros (VAN DIJK, 1994) . La columna del 23 de abril del director de Correo, así como sus posteriores respuestas en el mismo espacio, es una manifestación de un conjunto de creencias, prejuicios y actitudes lingüísticas discriminatorias, que no son más que otra de las caras del racismo en el Perú; en consecuencia, dichos textos constituyen una expresión de ese complejo entramado de supuestos y valoraciones negativas acerca de las personas según su forma de hablar (o actuar o pensar o etc.), que denominaremos ideología racista . Para sustentar este análisis, primero presentaremos la relación entre lengua y cultura; luego, definiremos qué son las representaciones socioculturales; y, finalmente, a la luz de lo anteriormente expuesto, reflexionaremos acerca del caso Supa - Mariátegui.
La relación entre lengua y cultura: la lengua como producto cultural
Las lenguas son también un producto cultural (así como biológico, pero ese no es un aspecto que nos interese abordar ahora), y ello se manifiesta de modo obvio en el léxico. El origen de la palabra “canguro”, sobre el que reflexiona Moreno Cabrera, nos puede dar algunas luces al respecto (2000: 101-103). La palabra se documenta por primera vez en 1770, luego de que el capitán Cook tomara contacto con los nativos de la zona nororiental del continente (hoy llamada Cooktown, ubicada a más de dos mil kilómetros de Sydney), quienes hablaban la lengua gugu yimidir. A la pregunta de los europeos por ese extraño animal que avistaban por primera vez, los nativos dieron el nombre [gaŋurru], que fue transcrito como kangooroo o kanguru. Posteriormente, cuando quiso emplearse este término con otros nativos australianos, hablantes de la lengua daruk, esta no fue reconocida. A partir de este hecho, se conjeturó desde que la palabra no había sido recogida con exactitud hasta que, en realidad, la expresión [gaŋurru] quería decir “no lo sé”. Sin embargo, nada de eso era cierto: cuando el capitán Cook había preguntado por el animal que estaba ante sus ojos, los nativos respondieron dándole el nombre del tipo de canguro que tenía ante él, uno grande de piel oscura. Es decir, “la palabra [gaŋurru] denota un tipo de canguro, pero no ‘canguro’ en general, igual que en español percherón denota un tipo de caballo o yegua y no este animal en general” (2000: 103). De ello, podríamos conjeturar, sigue reflexionando el autor, que los nativos no tienen palabras para designar genéricamente a distintas especies de animales a diferencia de nosotros; sin embargo, los nativos gugu yimidir sí habían proporcionado una palabra mucho más general, que era min-nar, la cual “denota ‘cualquier animal comestible’; el español (y creemos que el inglés) carece de una palabra tan general que tenga esa denotación” (2000: 103).
¿Qué evidencia el relato del origen de la palabra “canguro”, hoy término general para designar a la especie?, pues que no en todas las lenguas los hablantes categorizan el mundo de igual manera; es decir, las lenguas evidencian que los hablantes compartimentan la realidad de modo distinto. Si toda lengua es un sistema compuesto de signos y reglas, todo signo (como definiera Ferdinand de Saussure a inicios del siglo XX) es arbitrario, vale decir, que no hay una relación de necesidad entre el concepto (el significado) y el sonido (el significante), ni entre estos y el objeto que designan. En una lengua determinada, pudiera no existir un término general para agrupar un conjunto de elementos como pertenecientes a una misma clase, pero el concepto mismo de clase depende de quién lo esté exigiendo; es decir, siempre está supeditado a la visión de los hablantes de “la otra lengua”. Este es el caso de la lengua gugu yimidir, respecto del inglés, en relación con todos esos animales que, según la percepción europea, eran iguales (de la misma clase), pero distintos de una vaca o una gallina (por ello, no podrían ser min-nar).
La razón de las diferencias entre las lenguas la explica con mucha claridad Marvin Harris:
"[En la lengua] de los nativos brasileños tupi existen numerosas palabras para designar a los diversos tipos de papagayos, pero no existe un término para designar a los papagayos en general […] el grado en que el discurso es específico o general refleja la necesidad culturalmente definida de ser específico o general, no la capacidad lingüística de transmitir mensajes sobre fenómenos específicos o generales. Un indio brasileño tiene poca necesidad de distinguir los loros en general de otras aves, pero necesita distinguir un loro de otro, puesto que cada tipo es valorado por su plumaje. El individuo ordinario en una sociedad de pequeña escala del tipo de pequeños grupos o aldeas puede denominar e identificar de 500 a 1.000 especies diferentes de plantas, pero el habitante ordinario de una ciudad moderna normalmente sólo puede denominar de 50 a 100 de estas especies. Paradójicamente, los habitantes de la ciudad suelen tener un conjunto más complejo de términos generales, como planta, árbol, arbusto, enredadera, que los pequeños grupos o los habitantes de aldeas, para los que tales cualidades tienen poco valor práctico (2003) ."
En consecuencia, estas diferencias lingüísticas son expresión de necesidades culturales, las cuales pueden evidenciarse en el vocabulario. Observemos otro ejemplo interesante y contrastémoslo con lo que ocurre en nuestra lengua, el español. Se trata de una lista, proporcionada por una hablante nativa de chino, de los términos que corresponden a las relaciones de parentesco :
爸爸 Bà ba Papá
妈妈 Mā ma Mamá
哥哥 Gē ge Hermano mayor
姐姐 Jiě jie Hermana mayor
弟弟 Dì di Hermano menor
妹妹 Mèi mei Hermana menor
爷爷 Yé ye Abuelo por parte de papá
奶奶 Nǎi nai Abuela por parte de papá
外公 Wài gōng Abuelo por parte de mamá
外婆 Wài bó Abuela por parte de mamá
堂哥 Táng gē Primo mayor por parte de papá
堂姐 Táng jiě Prima mayor por parte de papá
堂弟 Táng dì Primo menor por parte de papá
堂妹 Táng mèi Prima menor por parte de papá
表哥 Biǎo gē Primo mayor por parte de mamá
表姐 Biǎo jiě Prima mayor por parte de mamá
表弟 Biǎo dì Primo menor por parte de mamá
表妹 Biǎo mèi Prima menor por parte de mamá
叔叔 Shú shu Tío
阿姨 Ā yí Tía
Pareciera obvio que, ante esta variedad de términos en chino para designar los distintos tipos de relaciones de parentesco, el español resulta poco preciso; sin embargo, nuevamente, serán las necesidades de cada comunidad de hablantes las que determinen qué es lo preciso y qué lo general en una lengua.
Ahora bien, toda lengua también es un producto cultural porque sus hablantes la usan, en una determinada cultura, para interrelacionarse con otros sujetos siguiendo ciertas pautas de comportamiento al estructurar sus discursos. A estas pautas se les denomina prácticas discursivas y se definen como el modo en el que, en determinados contextos, articulan sus discursos los hablantes. Un ejemplo de prácticas discursivas diversas es el que Brice Heath (1982 en Zavala 2004: 143-180) recoge en su investigación sobre el valor de la lectura de cuentos infantiles antes de dormir. Luego de observar cómo los adultos interactuaban con sus hijos en relación con la lectura de textos, concluye que el éxito o fracaso escolar de los niños está vinculado con el tipo de prácticas discursivas asociadas al evento de la lectura. Así, mientras que los eventos de lectura para los niños de clase media (hijos de profesionales), quienes luego tenían mayor éxito en la escuela, incluían preguntas sobre el contenido de las narraciones y juicios de valor sobre estos hechos (actividades que son valoradas en la escuela), los de los otros niños, de clase obrera, no. Este hecho evidencia, además, que no necesariamente todos los miembros de una sociedad articulan de modo semejante sus discursos. De hecho, como comprueba el estudio antes mencionado, contar un cuento antes de dormir no es lo mismo para todos; no obstante, hay que considerar que los miembros de una misma comunidad comparten ciertos esquemas comunes sobre cómo llevar a cabo esta práctica, esquemas de cómo usar su lengua en ese contexto.
Ello nos lleva a la última cuestión en la relación entre lengua y cultura: los hablantes usan su lengua de una determinada manera, de modo que generan lazos, vínculos entre ellos. En ese sentido, el empleo de las lenguas genera entre sus usuarios sentimientos de cohesión, de ser parte del grupo. Así, los hispanohablantes somos conscientes de que no todos empleamos el español de la misma manera; de hecho, existen distintas variedades o normas de español, que pueden ser delimitadas geográficamente (la norma argentina, la peruana, la dominicana, etc.) o socioculturalmente (la norma de los jóvenes frente a la de los adultos, la afroperuana en contraste con la norma de los hablantes de la Sierra o norma andina, etc.).
Representaciones socioculturales
El término representación nos coloca, por definición, en un tipo de construcción (re-presentar). Pensemos unos momentos en cómo usamos la palabra para esclarecer qué entendemos por representación. Cuando decimos, por ejemplo, “El delegado acudió a la reunión como el representante de la clase”, expresamos que hay un sujeto, denominado delegado, que ha asistido a un evento “en nombre de” otros sujetos; es decir, en lugar de que acudan todos los miembros de la clase a la reunión, ha sido él quien ha ido a proponer (o defender o lo que fuese) los intereses (o posiciones o etc.) de los demás. En este caso, el sentido de “representación” es ‘algo que se coloca en el lugar de otra cosa’; su validez como reemplazante reside, precisamente, en que recoge las características (o intereses) que son consideradas como fundamentales de la persona, objeto o realidad que sustituye. El representante de un grupo dejará de cumplir su función como tal en cuanto deje de lado los intereses de aquellos en nombre de los cuales se coloca; si esto ocurriera, la representación sería inválida.
Otro ejemplo cotidiano nos ayudará a aclarar este concepto desde otro ángulo. Si alguien dice: “Me representó como un sujeto obstinado”, está aludiendo a que hubo alguien que construyó una imagen de él, su representación, en la que destacó una característica suya (o que consideró como suya) por sobre las demás. En este caso, el sentido de “representación” es ‘caracterizar a algo o alguien’. Podría ser, además, que quien ha sido representado no se encuentre satisfecho con ello; ello se debería a que, probablemente, sienta que ese elemento que ha sido destacado de sí no lo define. En consecuencia, podemos afirmar que una representación contribuye a definir, es decir, comprender al objeto, sujeto o realidad que caracteriza. En ese sentido, una representación crea y constituye conocimiento: es una aproximación a la realidad, a su comprensión.
A partir del reconocimiento del sentido de este término, ¿qué podemos concluir?, ¿a qué clase de construcción aludimos cuando hablamos de representación? No cabe duda de que se trata de una construcción mental de algo, como un hecho de la realidad, por ejemplo. Por lo tanto, podemos afirmar que una representación es un hecho cognitivo y es la forma como aprehendemos, (hacemos nuestro, tomamos conciencia de) el mundo. Así, cuando digo que he tomado conciencia de un hecho, es decir, sé algo (lo que fuese) sobre él, lo que he generado en mi mente es una representación de ese hecho. En consecuencia, el conocimiento del mundo que cada persona posee constituye un conjunto de representaciones de este: es la forma como cada individuo se explica su entorno. Ahora bien, hay que señalar que, por conocimiento, estamos aludiendo entonces a esas “imágenes mentales” que yo he construido del mundo, a partir de las características que he destacado; por ello, se dice que se trata del conjunto de creencias sobre la realidad que el sujeto posee.
Entonces, a partir de lo expuesto, se colige que, en primera instancia, las representaciones mentales son construcciones individuales: cada sujeto se representa la realidad en su mente de acuerdo con las características que (para) él destaca(n) de la misma. Por ejemplo, todos los peruanos más o menos conscientes de lo que sucede en nuestro entorno tenemos una representación (o una serie de representaciones) acerca del actual gobierno del presidente García Pérez; gracias a ella, podemos explicarnos una serie de hechos de modo coherente: lo que se dice o deja de decirse en un mensaje presidencial o del Gabinete, lo que se hace o deja de hacerse en determinadas situaciones, lo que se propone o deja de proponerse, etc. Cada una de nuestras representaciones, como sujetos autónomos, variará dependiendo de nuestra propia experiencia —o de nuestro conocimiento, es decir, representaciones previas—. Así, por ejemplo, aquellos que vivieron su primera gestión presidencial en los años ochenta poseen una serie de experiencias (que constituyen representaciones) distintas de quienes no la vivieron; por lo tanto, es altamente probable que la representación de cada uno sea diferente. Ello nos permite concluir, además, que gracias a nuestras representaciones construimos conocimiento: procesamos la información nueva basándonos en la información antigua. Este proceso nos permite, además de incorporar información nueva a nuestro conocimiento, confirmar o desechar representaciones antiguas .
Hasta el momento, hemos definido una representación como una construcción cognitiva individual; no obstante, los individuos no vivimos aislados, sino que nos relacionamos con otros sujetos y, de hecho, esa es la manera como vamos generando representaciones (explicaciones) de lo que ocurre a nuestro alrededor. Por ello, podemos hablar de representaciones sociales en dos sentidos: representaciones que cada individuo posee de la sociedad y representaciones que los individuos comparten socialmente, es decir, con una comunidad. El primer sentido puede definirse a partir de lo que hemos expuesto líneas arriba; para ello, sólo sustituyamos las palabras “sujeto”, “objeto” o “realidad” por “sociedad” en el enunciado “El individuo genera representaciones de un sujeto, objeto o realidad”. El segundo sentido, más bien, lo trabajaremos a continuación y es el que nos interesa aquí.
¿Qué quiere decir que los individuos compartamos representaciones y, por lo tanto, hablemos de “representaciones sociales” en este sentido? Pongamos un ejemplo. En la mayoría de sociedades modernas, se considera la democracia como la mejor forma de gobierno; es decir, se prefiere por sobre otras formas (aristocracias, monarquías, dictaduras, etc.). Ello quiere decir que muchas personas alrededor del mundo comparten una representación acerca de cuál es el mejor camino para que una sociedad se organice social y políticamente. No obstante, ¿es la democracia lo mismo para un alemán que para un peruano o para un puertorriqueño? ¿Es la democracia lo mismo para todos los peruanos? ¿Es algo distinto para cada uno de ellos? Sin intención de hacer una reflexión política y social demasiado profunda, la realidad nos podría ofrecer información que nos ayude a responder estas preguntas (superficialmente) o, en todo caso, a conjeturar sobre ellas. Tomemos un elemento de los sistemas democráticos: la elección de los representantes; no hablemos de la conciencia o falta de ella al tomar decisiones sobre a quiénes encomendarles la responsabilidad de dirigir a la nación, sino del modo cómo lo hacemos. En el caso peruano, el sufragio, además de ser un derecho y un deber, es una obligación que, de no cumplirse, acarrearía una sanción: una multa. No podemos conjeturar acerca de qué pasaría si el voto fuese voluntario en el Perú (¿acudiríamos masivamente los ciudadanos a las urnas?), pero un indicativo de cómo se concibe (se representa) en la sociedad peruana el sistema democrático es, precisamente, el modo cómo funciona en este aspecto el sistema electoral: una obligación que, de no cumplirse, es sancionada pecuniariamente.
Ahora bien, podría discutirse si el ejemplo antes expuesto refleja en realidad la concepción de ese colectivo llamado “peruanos” o es solo una ley que ha quedado fosilizada en el sistema peruano, pero que no representa los intereses de la sociedad (y aquí aludimos a nuestra primera definición de representación); no obstante, ¿qué hacemos los peruanos con ella? Si no nos representa, ¿por qué sigue vigente?, ¿por qué no hacemos algo (proponer, protestar, exigir, etc.) para que cambie? Si lo anterior no era una evidencia certera de cómo los peruanos concebimos (en una parte) la democracia, quizás estos nuevos elementos sí nos proporcionen mayores luces: la actitud de los peruanos respecto de sus propios marcos legales. Por supuesto, alguien podría refutar afirmando “Hay cosas más urgentes (o quizás importantes) que hacer que preocuparse por si el voto debe ser obligatorio o voluntario”. Si esta fuese la opinión de solo este sujeto, en este punto de nuestra discusión, no nos interesaría mucho (claro está, sin intención de restarle valor), pero, si fuera más bien el sentir de algunos, varios, muchos, la mayoría o todos los peruanos, sería un elemento más de juicio para el razonamiento que estamos construyendo acá: ¿por qué este grupo de sujetos (algunos, varios, muchos, la mayoría o todos los peruanos) afirman que discutir si el voto debe ser obligatorio o voluntario no es trascendente en este momento? ¿Qué podemos inferir de sus palabras?, ¿qué es lo importante para los (o estos) peruanos en cuanto al sistema de elecciones?, ¿qué nos indica ello acerca de cómo conciben la democracia? En este caso, observemos que estamos indagando acerca de las representaciones sobre la democracia que tienen (algunos, varios, muchos, la mayoría o todos) los peruanos a partir de lo que hacen (o dejan de hacer) y dicen.
Es en el sentido antes expuesto que puede hablarse de cognición social: los esquemas o modelos sociales que comparte la gente de un mismo grupo social o comunidad (Van Dijk, 1994). Cuando hablamos de esquema o modelo, hacemos alusión a un conjunto de representaciones construidas socialmente y que forman parte del conocimiento previo, que le permiten al sujeto comprender aquello que no es explícito en un discurso. Así,
"Un modelo es una representación mental en la memoria, es la cognición de un evento, de una situación. Cuando estoy leyendo una noticia acerca de un accidente de tránsito en el periódico, no solamente estoy construyendo una representación del texto, sino que también estoy construyendo una imagen mental, un esquema mental de lo que pasó. Tengo una idea global de lo que pasó, aunque muchos de los aspectos que allí intervienen no aparecen en la noticia y esta noticia es completada por las informaciones que poseo en el modelo, como por ejemplo: «un coche tiene ruedas, tiene una velocidad, y un conductor», todas estas informaciones, que son parte de nuestros conocimientos generales, sociales y culturales, son las que integran el modelo. Poseemos una representación, un esquema de accidente, que se activa al leer una noticia (Van Dijk, 1994: 65). "
De acuerdo con Van Dijk, el modelo no está constituido solo por conocimientos, sino también por emociones; parte de lo que recordemos de un acontecimiento son también los sentimientos que despierta en nosotros, así que parte del modelo es también la opinión que tenemos sobre un evento (1994: 68). Por ejemplo, si escuchamos una noticia sobre el avance de las investigaciones acerca de lo ocurrido el 5 de junio de 2009 en la Curva del Diablo, en Bagua, no solo acudirán a nuestra memoria los datos que nos permitan entender de qué se trata la noticia (qué fue lo que ocurrió aquel día en ese lugar), sino también una serie de emociones y, en consecuencia, opiniones al respecto (fueron los nativos o el gobierno los responsables de los sangrientos sucesos, hubo o no participación de intereses extranjeros, hubo o no manipulación de los hechos, etc.).
A todo ello (conocimientos y opiniones), hay que agregar que en los modelos también hay actitudes, es decir, valoraciones. Estas valoraciones pueden basarse en prejuicios, es decir, juicios previos a la experiencia: “los prejuicios se llaman prejuicios porque no vienen del nivel empírico, sino que vienen directamente del nivel cultural. En este nivel encontramos estructuras generales que se construyen en la cultura, en la sociedad, en los grupos dominantes; actitudes que no nacen de la relación directa con otros grupos, que no son el resultado de una experiencia o de muy pocas experiencias locales y personales” (Van Dijk, 1994: 71). Muchas veces, las opiniones también se generan a partir de los prejuicios, es decir, de las actitudes negativas que tenemos acerca de las personas o situaciones. Por ejemplo, en el caso de Bagua, alguien podría opinar prejuiciosamente que los nativos fueron responsables de los acontecimientos porque son personas sin capacidad de razonar. En este caso, como es obvio, no solo no existen hechos empíricos que me puedan llevar a constatar mi afirmación, sino que, además, esta es absolutamente falsa e infundada (todos los seres humanos tenemos la capacidad de razonar).
Asimismo, estas representaciones, que forman modelos que nos permiten interpretar hechos, son las que se articulan y dan coherencia a nuestros actos, ya que forman nuestra manera de concebir el mundo, es decir, nuestra cultura. Tomemos otro ejemplo: nuestra concepción de la familia. ¿Cómo es?, ¿qué función consideramos que cumple la familia en relación con la sociedad, con su desarrollo?, ¿cuál, en el desarrollo de los individuos? De repente nos es complicado abordar estas preguntas, pero, nuevamente, acudamos a lo que la gente de una sociedad (un grupo de ella) dice o hace en relación con el tema. Por ejemplo, no son pocos los casos que se reportan de violencia familiar en el Perú (física o psicológica); en la mayoría de ellos, los agresores son los hombres y las víctimas las mujeres (cuando no los niños). Sin embargo, aún en esos casos, muchas mujeres permanecen junto a sus maridos. ¿Por qué ocurrirá algo así? Obviamente, habrá razones psicológicas (de autoestima, de conducta, etc.) o, quizás, hasta psiquiátricas de por medio; no obstante, siendo tantas las mujeres en una sociedad que se comportan del mismo modo, la explicación seguramente también se encamina por el aspecto social. Además, para la explicación social (de las representaciones sociales) de hechos como estos, se articularán una serie de creencias de distintos tipos, por ejemplo, aquellas que sostienen que los hombres tienen poder sobre las mujeres. Así, en una sociedad para la cual la familia implica un núcleo indisoluble y que, además, es machista, tiene sentido que muchas mujeres sigan involucradas en relaciones violentas o que acepten la infidelidad de sus parejas.
A todo ello, habría que agregar que, sin duda, nuestra visión de familia influye en otras creencias, por ejemplo, en cómo concebimos las relaciones de pareja. En el caso del párrafo anterior, la felicidad de los individuos (de cada uno de los dos sujetos que forma la pareja, si se trata de una sociedad monógama) puede sacrificarse (por ejemplo, ella sufre pero acepta las infidelidades de él); como consecuencia de ello, estos optarán por permanecer unidos, sobre todo si tienen hijos, pese a no desearlo.
¿Qué relación tienen las representaciones socioculturales con la lengua? A estas alturas, tender los nexos entre este apartado y el anterior debe resultarnos sencillo: si a través de la lengua (de su uso) se manifiesta la cultura, entonces, en todas nuestras prácticas discursivas (cada vez que empleamos nuestra lengua) ponemos en evidencia nuestras representaciones socioculturales. Esto quiere decir que no solo a través de nuestros actos se evidencian nuestras creencias (el que los peruanos no cuestionen sus normas legales electorales, el que muchas mujeres permanezcan unidas a una pareja que las agrede o les es infiel, etc.), sino a través de nuestras palabras. Además, podemos ver esta relación desde otro ángulo: cada vez que empleamos nuestra lengua, todas nuestras creencias se articulan y dan sentido a nuestro discurso, además de que se difunden.
Finalmente, ¿es posible que las representaciones socioculturales se modifiquen? Sin duda, si no, seguiríamos pensando lo mismos desde el principio de los tiempos; no obstante, no todos los cambios se producen con igual rapidez ni todos los sujetos tienen las mismas posibilidades de generar cambios profundos. Ahora sí dejemos de lado los actos y concentrémonos en los discursos, es decir, los hechos concretos de habla de los individuos. ¿Todos los discursos tienen igual influencia en los individuos? Aquí es necesario acudir a la noción de poder:
"La noción de poder involucra ante todo el concepto de control sobre dos instancias: los actos de las personas y la mente de las personas; es decir, hablar de poder es hablar de control […] El poder moderno consiste en influir en los otros por medio de la persuasión para lograr que hagan lo que se quiere. Los grupos que tienen acceso a esas formas de poder y de control social son generalmente grupos que han sido legitimados y tienen a su vez acceso al discurso público. Esto es lo que en Gramsci se conoce como hegemonía (Van Dijk, 1994: 10-11)."
En consecuencia, los discursos con poder son aquellos que pueden generar los cambios en las mentalidades de las personas o hacer que ciertas representaciones permanezcan. El discurso de las instancias gubernamentales, el académico, el de la prensa, el de los medios masivos de comunicación (como la televisión, el cine, la publicidad) son discursos con poder: llegan a las masas y tienen autoridad
Análisis del caso Supa-Mariátegui
Con las herramientas antes expuestas, revisemos el texto de Aldo Mariátegui, “Supa no supo”:
[…]
Pongo el parche... No nos anima ningún ánimo peyorativo, excluyente, racista, clasista, costeñista, anti-indigenista, etc. contra la congresista humalista Hilaria Supa. Esto que quede claro, pues lo "políticamente correcto" se está volviendo asfixiante en nuestro país. Y que quede claro también que más bien nos provoca pena que esta humilde mujer tenga esas carencias y no queremos hacer ninguna befa con ello. Pero no se puede pagar más de S/. 20 mil al mes y darle tanto poder y responsabilidades a quienes no están mínimamente iluminados por las luces de la cultura.
Pues aquí lo que se pone realmente en debate es si es sano para el país que pueda acceder al Congreso alguien con un nivel cultural tan bajo, cuya ortografía y gramática revelan serias carencias y sin aparente ánimo de enmienda, porque no me digan que no es evidente que Supa rara vez agarra un libro, ya que está probado que la gente que lee poco es la que peor escribe al estar menos familiarizada con las reglas más elementales de redacción. Nadie pide que cada congresista sea una Martha Hildebrandt, pero, por Dios, tampoco pueden escribir peor que un niño de ocho años.
Y es indiscutible que una persona con una instrucción tan, digamos, elemental -siendo generosos- poco puede aportar en la elaboración de leyes, en la fiscalización de casos complejos, en la reflexión diaria de hacia dónde debe ir la nave del Estado... Una persona así posiblemente sólo se va a limitar a repetir lugares comunes, a oponerse a todo sólo por oponerse, a estar a la defensiva ante cualquier idea nueva, a ser prejuiciosa, a buscar llamar la atención mediante el escándalo antes que por la excelencia de sus iniciativas, a descalificar al adversario con el eterno recurso de victimizarse, a ser agresiva... Lamentablemente, todo lo anterior ha caracterizado a la congresista Supa y estoy seguro de que su respuesta consistirá en acusarnos de ser nazis y hacerse la víctima.
No estamos en contra de que las personas elijan a congresistas con quienes se identifiquen, pero tampoco se puede ir a extremos y menos dejar de lado el mérito académico y la preparación. Por eso el voto debe ser voluntario y además debe haber requisitos extras para ser congresista, como grado universitario (aunque... ¿cómo escribirá la congresista humalista y abogada María Sumire?). Si no, vamos a acabar en una oclocracia, como los griegos denominaban a la degeneración de la democracia. Miren nomás a Bolivia...
[…]
[http://www.correoperu.com.pe/correo/columnistas.php?txtEdi_id=4&txtSecci_parent=&txtSecci_id=84&txtNota_id=43799]
Lo primero que debemos hacer es reseñar el contexto en el que aparece el texto . Se trata de la columna del director del diario; por lo tanto, si bien expresa la opinión de este, también evidencia la línea editorial del medio. Esta se halla en la segunda página del periódico, en el reverso de la carátula; en ese sentido, es el primer artículo que encuentra el lector luego del titular. Además, se halla antes que el artículo que analiza la situación (ubicado como dijimos en la página central) y, por lo tanto, le da sentido a este. Asimismo, el texto no ocupa toda la columna; de hecho, está enmarcado por dos párrafos que reflexionan, el primero, sobre el problema de la regulación de las leyes que sancionan a conductores ebrios y, el último, sobre el bloqueo de las carreteras cusqueñas como medida de protesta de los guías turísticos. Finalmente, la imagen, el reportaje y la columna sobre la congresista Supa aparecen el 23 de abril, simbólicamente Día del Idioma Castellano, a pesar de que las imágenes son captadas el 17 de abril (casi una semana antes).
Sobre estos puntos ya hay algo que decir, y es conveniente hacerlo antes de entrar al análisis del texto. Primero, en cuanto al espacio en el que aparece el artículo dentro de la columna, cabe destacar que las reflexiones que funcionan como suerte de “marcos” al texto presentan, de modo no directo, las consecuencias negativas para la sociedad peruana de las decisiones equivocadas, arbitrarias e, incluso, descaradas de algunos ciudadanos peruanos: el ex presidente Alejandro Toledo y los guías turísticos cusqueños. Sobre el primero, se dice que cambió “absurdamente” el límite de alcohol en la sangre permitido a los conductores, lo que hará que ninguna medida que se tome en el gobierno actual funcione. Sobre los otros, de quienes se dice que “hablan gruesas barbaridades” y que califica como “supuestos «guías», charlatanes que cuentan cualquier cosa sobre las ruinas y que hacen gala a menudo de un odio xenofóbico contra todo lo español y un ensalzamiento superlativo de lo quechua que linda con lo ridículo”, se señala que son obcecados, pues no permitirían que ni los más reputados arqueólogos cumplan las funciones de ellos; incluso, se burla abiertamente de su protesta: “Observo bloquear carreteras a los guías cusqueños de turismo y no puedo menos que sonreír ante su supuesta sapiencia exclusiva”. Todo lector conocedor de la realidad peruana puede encontrar una relación entre estos personajes: su procedencia andina, sus rasgos (probablemente) más indígenas que mestizos. Intencional o no, los personajes señalados en las dos anotaciones funcionan para activar (o, por lo menos, tener más alerta) algunas actitudes prejuiciosas sobre las personas de procedencia, rasgos o cultura andina.
Sobre el artículo en sí, cabe destacar las estrategias que emplea para presentar y abordar el problema . Analicemos, en primera instancia, la presentación y, para ello, la frase inicial (“Pongo el parche”) es reveladora. Además de estar expresada en una norma informal y de generar, con ello, un ambiente de cercanía (el autor es amigable, coloquial; por lo tanto, es esperable que el lector se identifique con su discurso), sirve para adelantarse a las posibles críticas. Este espíritu previsor tiene un objetivo: introducir —lo que en términos de Van Dijk se denomina— una presentación positiva del “nosotros” y negativa de los “otros”. Esta es la estrategia global de este discurso y, en función de ello, recurre a, por lo menos, dos estrategias más en la introducción: la negación aparente y la empatía aparente. La primera se evidencia cuando afirma que no lo mueve “un ánimo peyorativo, excluyente, racista, clasista, costeñista, anti-indigenista, etc.”, es decir, nada políticamente incorrecto, pero no puede dársele tanto dinero (del Estado, de los peruanos) y poder “a quienes no están mínimamente iluminados por las luces de la cultura”, en consecuencia, a quienes no lo merecen ni pueden manejarlo. La segunda se manifiesta cuando afirma que “más bien nos provoca pena que esta humilde mujer tenga esas carencias”, lo que lo lleva, más bien, a deslindar cualquier mala intención “no queremos hacer ninguna befa con ello”; es decir, parece ser capaz de ponerse en el lugar de ella y de comprender su realidad . Con ello, establece una serie de características positivas sobre sí mismo (no es partícipe de estas ideologías o conductas sancionables; por el contrario, es capaz de reconocer los problemas del otro y no hacer escarnio de ello) y negativos sobre la congresista Supa (no tiene la fundamental luz de la cultura —letrada—).
Estas mismas estrategias se repiten a lo largo del cuerpo del texto. Cuando se refiere a la congresista Supa, se revelan todas las características negativas de su persona: tiene un nivel cultural (¿educativo?) sumamente bajo, presenta graves carencias (¿intelectuales?) y, lo que es peor, no evidencia “ánimo de enmienda”, pues sus errores revelan que “rara vez agarra un libro”. A ello, se agrega que su capacidad expresiva escrita es menor a la de un niño de ocho años, es decir, podría conjeturarse, es una deficiente mental (en el sentido literal: está por debajo del desarrollo esperable para una mujer de su edad). Finalmente, siguiendo la lógica de su argumentación, debido a todo ello, la señora Supa está imposibilitada de “aportar en la elaboración de leyes, en la fiscalización de casos complejos, en la reflexión diaria de hacia dónde debe ir la nave del Estado”, pues, sumándose más características negativas, es prejuiciosa y agresiva, es desleal en sus argumentaciones (apela a hacerse la víctima) y es incapaz de destacar por sus habilidades.
Luego de ello, la lógica de su conclusión es impecable: “además debe haber requisitos extras para ser congresista, como grado universitario”. Lo curioso del asunto es que luego desautoriza su propia voz cuando ve, en el escenario que él mismo ha creado, alguien que cumple con los requisitos (es abogada) pero no encaja: la congresista María Sumire, también indígena. Nuevamente, la exclusión de dicha parlamentaria, entonces, se justifica por sus posibles deficiencias en el manejo de la escritura. El elemento de cierre funciona casi como un vaticinio catastrófico: convertirnos en una oclocracia, literalmente, ‘gobierno de la muchedumbre, de la plebe’, como Bolivia. Finalmente, la referencia al presidente Evo Morales, indígena, no parece estar en relación con sus ideas políticas tanto como con sus características culturales.
¿Qué podemos decir sobre la columna del periodista Mariátegui en relación con las representaciones socioculturales que esta manifiesta? Lo primero que habría que mencionar es que, tal como mencionamos en el primer apartado al señalar que la lengua era cultural en tanto que su uso implica manejar prácticas discursivas, el texto del director de Correo cumple con cada una de las estrategias reportadas en el análisis del discurso racista de las élites, lo que puede comprobarse contrastando el breve análisis anterior con los trabajos citados al respecto (en particular el excelente análisis de Zariquiey y Zavala). Sin embargo, ello no significa en principio nada: manejar una serie de estrategias y estructuras en la elaboración de un discurso no implica necesariamente que este se ajustará en tanto contenido a lo esperable. De hecho, los hablantes solemos tomar las estrategias de los discursos que queremos rebatir para demostrar sus falencias o falacias, o, simplemente, para burlarnos de ellos.
En cuanto a las representaciones socioculturales, es claro que el texto del señor Aldo Mariátegui revela una serie de creencias en cuanto a la escritura y su relación con el desarrollo de capacidades que podríamos considerar “superiores”: quien sabe leer y escribir sabe pensar lúcida e iluminadamente (por las luces de la cultura). De ahí, se deriva que quien no lo sabe hacer, además de acuerdo con las prácticas discursivas occidentales, es incapaz de desarrollar dichas habilidades. Estas creencias no tienen sustento científico, pues, como lo han revelado múltiples investigaciones en el campo de la Lingüística (y, particularmente, los Nuevos Estudios de Literacidad), son las prácticas culturales asociadas a la lectura y escritura del estilo de la escuela las que desarrollarán habilidades que, luego, serán altamente valoradas y reconocidas socialmente. Ello no implica que quien no se haya especializado en este tipo de prácticas culturales esté imposibilitado de desarrollar un pensamiento lúcido, lógico e iluminado. En consecuencia, el texto del director de Correo se basa en un prejuicio bastante generalizado en la sociedad peruana: una supervaloración de la cultura occidental (la difundida por la escuela a través de, entre otras cosas, las prácticas discursivas relacionadas con la lectura y la escritura) y una subvaloración de otras expresiones culturales (a las que ni siquiera se las considera). Los orígenes de este prejuicio en la sociedad peruana puede rastrearse desde la imposición de la misma desde épocas coloniales (Aguirre, 2009) .
Asimismo, hace evidente, además, una serie de prejuicios y actitudes negativas respecto de las capacidades verbales de los quechuahablantes bilingües de español (que, probablemente, se hacen extensibles a los hablantes de español andino en general), que, como es natural en todo proceso de adquisición de una segunda lengua, presentan interferencias de su lengua materna (el quechua) en la lengua que aprenden (el español). Decimos que son prejuicios, pues, ajustándonos a la definición expuesta líneas arriba, no se basan en juicios sustentados en la experiencia, en este caso, la que brinda una disciplina científica como la Lingüística . Al afirmar sobre la congresista Hilaria Supa que su “ortografía y gramática revelan serias carencias”, el discurso de Mariátegui reproduce una serie de ideas generalizadas en la sociedad peruana: los problemas de interferencia lingüística de los quechuahablantes bilingües de español son una manifestación de sus deficiencias y no de un proceso natural. Todos los hablantes de una segunda lengua, cuando aprenden esta siendo adultos, presentan problemas gramaticales, pues no desarrollan, necesariamente, una competencia lingüística equiparable a la de una hablante nativo.
Finalmente, y debido a todo lo anteriormente expuesto, no es difícil concluir que las características negativas atribuidas a la señora Hilaria Supa son una manifestación de una serie de creencias respecto de las personas indígenas o de la cultura andina, como ella. Estas pueden encontrarse en anteriores discursos del mismo autor y, además, pueden encontrarse en otros discursos racistas a lo largo de la historia del Perú . Por ello, el discurso del señor Mariátegui resulta racista, pues reproduce en este una serie de representaciones bastante difundidas en la sociedad peruana contra las personas de procedencia andina, aunque él afirme lo contrario (estrategia bastante común de los discursos racistas).
Para concluir, hemos dicho que las representaciones socioculturales se reproducen en el discurso de los hablantes, pero también se difunden a través de este. Asimismo, su difusión depende de quién es el sujeto que lo produce, si tiene o no tiene control, poder. Sin duda, la gravedad de un artículo como el del señor Aldo Mariátegui es que se encarga de alimentar y perpetuar este tipo de representaciones en la sociedad; sin embargo, quisiera destacar, siguiendo a Rodríguez Mondoñedo (2009), la real trascendencia de la foto de correo y, para ello, lo cito:
"En vez de verla meramente como un acto gratuito de discriminación (que sin duda es) veámosla también como la huella de que algo extraordinario ha ocurrido: se escribe español andino en el Congreso de la República. No solamente el quechua (y el aymara, y el piro y...) requiere defensa y reivindicación. También debemos reivindicar a los millones de usuarios de español andino, quienes sufren en forma constante burla y discriminación por su manera de hablar español. Y peor aun, a diferencia del uso del quechua, rechazar el español andino, no se considera algo malo o negativo, sino que al contrario, quienes así se burlan incluso creen que están haciéndole un favor a los discriminados, quienes supuestamente "no saben hablar castellano". Eso es lo que tenemos que rechazar: la premisa de que los hablantes de español andino están "hablando mal". En ese sentido, la portada de Correo representa un hito: después de 500 años de estar formándose por el contacto entre el quechua y el español, el español andino aparece en primera plana por primera vez. Es cierto, esa presencia viene acompañada de una interpretación negativa y prejuiciosa. Denunciemos y rechacemos el prejuicio, pero conservemos la noticia real: el español andino ha sacado la cabeza de los nichos de marginación y segregación a los que el discurso prescriptivo lo condenó, y ha puesto un pie en uno de los más visibles foros de la nación: el Congreso de la República. No es Supa quien no sabe; es el director de Correo, quien ignora por completo el verdadero significado de la noticia que reporta: el español andino toma el lugar que legítimamente le corresponde, sin pedirle permiso a nadie---ese también es un mérito de Hilaria Supa."
A propósito del caso Supa - Mariátegui•
Por Cinthia Peña Larrea
El jueves 23 de abril de 2009, la portada del diario Correo mostraba una imagen de la congresista nacionalista Hilaria Supa captada mientras tomaba notas en el Pleno. La fotografía, cuyo ángulo permitía verla desde arriba y por detrás, era complementada con una amplificación de lo que iba escribiendo en su libreta: “Jueves De abril – 16 – 2009 Pleno Del Comgreso De la rePoBleca si Discotio lasituasion de Brai Ovo Muchos Participasion custo No Presencia Del preme menistro Para subre Brasy subreatentado pindio el pleno. Vernes De abril 17 2009…”. Acompañando a la imagen, el titular “¡Qué nivel! Urge Coquito para congresista Supa” la sentenciaba: el nivel de la parlamentaria cusqueña destacada en primera plana era inferior al de los niños que superan los grados elementales de formación básica, es decir, aquellos que pasaron los primeros años de primaria y que, por lo tanto, ya no necesitan del libro emblemático de la formación letrada para los peruanos citadinos, Coquito. En la página central, se “analizaba el caso” en un artículo, “La congresista no tiene quien le escriba”, que no ofrecía de modo explícito una postura, pero sí una serie de datos colocados no de manera azarosa como para que cualquier lector fuese capaz de construir una interpretación (la interpretación) de la situación; paralelamente, en la primera página, el director de Correo, Aldo Mariátegui, bajo el título “Supa no supo”, exponía en su columna del día el valor del hallazgo de su reportero: los problemas ortográficos y gramaticales de la congresista, evidencias de pertenecer al grupo de los “mínimamente iluminados por las luces de la cultura”, eran una prueba contundente de que poco o nada podía aportar en las labores parlamentarias (legislar, fiscalizar, reflexionar) y de que, en consecuencia, se debía considerar como requisito para el cargo “el mérito académico y la preparación”. Pero ¿por qué nos interesa el caso de la congresista Supa y el director de Correo, Aldo Mariátegui?, ¿cuál es su relevancia en relación con el propósito de este artículo?
El objetivo de este breve ensayo es reflexionar sobre cómo, a través del lenguaje, se manifiestan las representaciones de la realidad de una sociedad, es decir, cómo ese conjunto de creencias, prejuicios o actitudes, que conforman la mirada que cada grupo social tiene de ciertos aspectos del mundo, se trasluce en las palabras, enunciados, discursos de sus miembros (VAN DIJK, 1994) . La columna del 23 de abril del director de Correo, así como sus posteriores respuestas en el mismo espacio, es una manifestación de un conjunto de creencias, prejuicios y actitudes lingüísticas discriminatorias, que no son más que otra de las caras del racismo en el Perú; en consecuencia, dichos textos constituyen una expresión de ese complejo entramado de supuestos y valoraciones negativas acerca de las personas según su forma de hablar (o actuar o pensar o etc.), que denominaremos ideología racista . Para sustentar este análisis, primero presentaremos la relación entre lengua y cultura; luego, definiremos qué son las representaciones socioculturales; y, finalmente, a la luz de lo anteriormente expuesto, reflexionaremos acerca del caso Supa - Mariátegui.
La relación entre lengua y cultura: la lengua como producto cultural
Las lenguas son también un producto cultural (así como biológico, pero ese no es un aspecto que nos interese abordar ahora), y ello se manifiesta de modo obvio en el léxico. El origen de la palabra “canguro”, sobre el que reflexiona Moreno Cabrera, nos puede dar algunas luces al respecto (2000: 101-103). La palabra se documenta por primera vez en 1770, luego de que el capitán Cook tomara contacto con los nativos de la zona nororiental del continente (hoy llamada Cooktown, ubicada a más de dos mil kilómetros de Sydney), quienes hablaban la lengua gugu yimidir. A la pregunta de los europeos por ese extraño animal que avistaban por primera vez, los nativos dieron el nombre [gaŋurru], que fue transcrito como kangooroo o kanguru. Posteriormente, cuando quiso emplearse este término con otros nativos australianos, hablantes de la lengua daruk, esta no fue reconocida. A partir de este hecho, se conjeturó desde que la palabra no había sido recogida con exactitud hasta que, en realidad, la expresión [gaŋurru] quería decir “no lo sé”. Sin embargo, nada de eso era cierto: cuando el capitán Cook había preguntado por el animal que estaba ante sus ojos, los nativos respondieron dándole el nombre del tipo de canguro que tenía ante él, uno grande de piel oscura. Es decir, “la palabra [gaŋurru] denota un tipo de canguro, pero no ‘canguro’ en general, igual que en español percherón denota un tipo de caballo o yegua y no este animal en general” (2000: 103). De ello, podríamos conjeturar, sigue reflexionando el autor, que los nativos no tienen palabras para designar genéricamente a distintas especies de animales a diferencia de nosotros; sin embargo, los nativos gugu yimidir sí habían proporcionado una palabra mucho más general, que era min-nar, la cual “denota ‘cualquier animal comestible’; el español (y creemos que el inglés) carece de una palabra tan general que tenga esa denotación” (2000: 103).
¿Qué evidencia el relato del origen de la palabra “canguro”, hoy término general para designar a la especie?, pues que no en todas las lenguas los hablantes categorizan el mundo de igual manera; es decir, las lenguas evidencian que los hablantes compartimentan la realidad de modo distinto. Si toda lengua es un sistema compuesto de signos y reglas, todo signo (como definiera Ferdinand de Saussure a inicios del siglo XX) es arbitrario, vale decir, que no hay una relación de necesidad entre el concepto (el significado) y el sonido (el significante), ni entre estos y el objeto que designan. En una lengua determinada, pudiera no existir un término general para agrupar un conjunto de elementos como pertenecientes a una misma clase, pero el concepto mismo de clase depende de quién lo esté exigiendo; es decir, siempre está supeditado a la visión de los hablantes de “la otra lengua”. Este es el caso de la lengua gugu yimidir, respecto del inglés, en relación con todos esos animales que, según la percepción europea, eran iguales (de la misma clase), pero distintos de una vaca o una gallina (por ello, no podrían ser min-nar).
La razón de las diferencias entre las lenguas la explica con mucha claridad Marvin Harris:
"[En la lengua] de los nativos brasileños tupi existen numerosas palabras para designar a los diversos tipos de papagayos, pero no existe un término para designar a los papagayos en general […] el grado en que el discurso es específico o general refleja la necesidad culturalmente definida de ser específico o general, no la capacidad lingüística de transmitir mensajes sobre fenómenos específicos o generales. Un indio brasileño tiene poca necesidad de distinguir los loros en general de otras aves, pero necesita distinguir un loro de otro, puesto que cada tipo es valorado por su plumaje. El individuo ordinario en una sociedad de pequeña escala del tipo de pequeños grupos o aldeas puede denominar e identificar de 500 a 1.000 especies diferentes de plantas, pero el habitante ordinario de una ciudad moderna normalmente sólo puede denominar de 50 a 100 de estas especies. Paradójicamente, los habitantes de la ciudad suelen tener un conjunto más complejo de términos generales, como planta, árbol, arbusto, enredadera, que los pequeños grupos o los habitantes de aldeas, para los que tales cualidades tienen poco valor práctico (2003) ."
En consecuencia, estas diferencias lingüísticas son expresión de necesidades culturales, las cuales pueden evidenciarse en el vocabulario. Observemos otro ejemplo interesante y contrastémoslo con lo que ocurre en nuestra lengua, el español. Se trata de una lista, proporcionada por una hablante nativa de chino, de los términos que corresponden a las relaciones de parentesco :
爸爸 Bà ba Papá
妈妈 Mā ma Mamá
哥哥 Gē ge Hermano mayor
姐姐 Jiě jie Hermana mayor
弟弟 Dì di Hermano menor
妹妹 Mèi mei Hermana menor
爷爷 Yé ye Abuelo por parte de papá
奶奶 Nǎi nai Abuela por parte de papá
外公 Wài gōng Abuelo por parte de mamá
外婆 Wài bó Abuela por parte de mamá
堂哥 Táng gē Primo mayor por parte de papá
堂姐 Táng jiě Prima mayor por parte de papá
堂弟 Táng dì Primo menor por parte de papá
堂妹 Táng mèi Prima menor por parte de papá
表哥 Biǎo gē Primo mayor por parte de mamá
表姐 Biǎo jiě Prima mayor por parte de mamá
表弟 Biǎo dì Primo menor por parte de mamá
表妹 Biǎo mèi Prima menor por parte de mamá
叔叔 Shú shu Tío
阿姨 Ā yí Tía
Pareciera obvio que, ante esta variedad de términos en chino para designar los distintos tipos de relaciones de parentesco, el español resulta poco preciso; sin embargo, nuevamente, serán las necesidades de cada comunidad de hablantes las que determinen qué es lo preciso y qué lo general en una lengua.
Ahora bien, toda lengua también es un producto cultural porque sus hablantes la usan, en una determinada cultura, para interrelacionarse con otros sujetos siguiendo ciertas pautas de comportamiento al estructurar sus discursos. A estas pautas se les denomina prácticas discursivas y se definen como el modo en el que, en determinados contextos, articulan sus discursos los hablantes. Un ejemplo de prácticas discursivas diversas es el que Brice Heath (1982 en Zavala 2004: 143-180) recoge en su investigación sobre el valor de la lectura de cuentos infantiles antes de dormir. Luego de observar cómo los adultos interactuaban con sus hijos en relación con la lectura de textos, concluye que el éxito o fracaso escolar de los niños está vinculado con el tipo de prácticas discursivas asociadas al evento de la lectura. Así, mientras que los eventos de lectura para los niños de clase media (hijos de profesionales), quienes luego tenían mayor éxito en la escuela, incluían preguntas sobre el contenido de las narraciones y juicios de valor sobre estos hechos (actividades que son valoradas en la escuela), los de los otros niños, de clase obrera, no. Este hecho evidencia, además, que no necesariamente todos los miembros de una sociedad articulan de modo semejante sus discursos. De hecho, como comprueba el estudio antes mencionado, contar un cuento antes de dormir no es lo mismo para todos; no obstante, hay que considerar que los miembros de una misma comunidad comparten ciertos esquemas comunes sobre cómo llevar a cabo esta práctica, esquemas de cómo usar su lengua en ese contexto.
Ello nos lleva a la última cuestión en la relación entre lengua y cultura: los hablantes usan su lengua de una determinada manera, de modo que generan lazos, vínculos entre ellos. En ese sentido, el empleo de las lenguas genera entre sus usuarios sentimientos de cohesión, de ser parte del grupo. Así, los hispanohablantes somos conscientes de que no todos empleamos el español de la misma manera; de hecho, existen distintas variedades o normas de español, que pueden ser delimitadas geográficamente (la norma argentina, la peruana, la dominicana, etc.) o socioculturalmente (la norma de los jóvenes frente a la de los adultos, la afroperuana en contraste con la norma de los hablantes de la Sierra o norma andina, etc.).
Representaciones socioculturales
El término representación nos coloca, por definición, en un tipo de construcción (re-presentar). Pensemos unos momentos en cómo usamos la palabra para esclarecer qué entendemos por representación. Cuando decimos, por ejemplo, “El delegado acudió a la reunión como el representante de la clase”, expresamos que hay un sujeto, denominado delegado, que ha asistido a un evento “en nombre de” otros sujetos; es decir, en lugar de que acudan todos los miembros de la clase a la reunión, ha sido él quien ha ido a proponer (o defender o lo que fuese) los intereses (o posiciones o etc.) de los demás. En este caso, el sentido de “representación” es ‘algo que se coloca en el lugar de otra cosa’; su validez como reemplazante reside, precisamente, en que recoge las características (o intereses) que son consideradas como fundamentales de la persona, objeto o realidad que sustituye. El representante de un grupo dejará de cumplir su función como tal en cuanto deje de lado los intereses de aquellos en nombre de los cuales se coloca; si esto ocurriera, la representación sería inválida.
Otro ejemplo cotidiano nos ayudará a aclarar este concepto desde otro ángulo. Si alguien dice: “Me representó como un sujeto obstinado”, está aludiendo a que hubo alguien que construyó una imagen de él, su representación, en la que destacó una característica suya (o que consideró como suya) por sobre las demás. En este caso, el sentido de “representación” es ‘caracterizar a algo o alguien’. Podría ser, además, que quien ha sido representado no se encuentre satisfecho con ello; ello se debería a que, probablemente, sienta que ese elemento que ha sido destacado de sí no lo define. En consecuencia, podemos afirmar que una representación contribuye a definir, es decir, comprender al objeto, sujeto o realidad que caracteriza. En ese sentido, una representación crea y constituye conocimiento: es una aproximación a la realidad, a su comprensión.
A partir del reconocimiento del sentido de este término, ¿qué podemos concluir?, ¿a qué clase de construcción aludimos cuando hablamos de representación? No cabe duda de que se trata de una construcción mental de algo, como un hecho de la realidad, por ejemplo. Por lo tanto, podemos afirmar que una representación es un hecho cognitivo y es la forma como aprehendemos, (hacemos nuestro, tomamos conciencia de) el mundo. Así, cuando digo que he tomado conciencia de un hecho, es decir, sé algo (lo que fuese) sobre él, lo que he generado en mi mente es una representación de ese hecho. En consecuencia, el conocimiento del mundo que cada persona posee constituye un conjunto de representaciones de este: es la forma como cada individuo se explica su entorno. Ahora bien, hay que señalar que, por conocimiento, estamos aludiendo entonces a esas “imágenes mentales” que yo he construido del mundo, a partir de las características que he destacado; por ello, se dice que se trata del conjunto de creencias sobre la realidad que el sujeto posee.
Entonces, a partir de lo expuesto, se colige que, en primera instancia, las representaciones mentales son construcciones individuales: cada sujeto se representa la realidad en su mente de acuerdo con las características que (para) él destaca(n) de la misma. Por ejemplo, todos los peruanos más o menos conscientes de lo que sucede en nuestro entorno tenemos una representación (o una serie de representaciones) acerca del actual gobierno del presidente García Pérez; gracias a ella, podemos explicarnos una serie de hechos de modo coherente: lo que se dice o deja de decirse en un mensaje presidencial o del Gabinete, lo que se hace o deja de hacerse en determinadas situaciones, lo que se propone o deja de proponerse, etc. Cada una de nuestras representaciones, como sujetos autónomos, variará dependiendo de nuestra propia experiencia —o de nuestro conocimiento, es decir, representaciones previas—. Así, por ejemplo, aquellos que vivieron su primera gestión presidencial en los años ochenta poseen una serie de experiencias (que constituyen representaciones) distintas de quienes no la vivieron; por lo tanto, es altamente probable que la representación de cada uno sea diferente. Ello nos permite concluir, además, que gracias a nuestras representaciones construimos conocimiento: procesamos la información nueva basándonos en la información antigua. Este proceso nos permite, además de incorporar información nueva a nuestro conocimiento, confirmar o desechar representaciones antiguas .
Hasta el momento, hemos definido una representación como una construcción cognitiva individual; no obstante, los individuos no vivimos aislados, sino que nos relacionamos con otros sujetos y, de hecho, esa es la manera como vamos generando representaciones (explicaciones) de lo que ocurre a nuestro alrededor. Por ello, podemos hablar de representaciones sociales en dos sentidos: representaciones que cada individuo posee de la sociedad y representaciones que los individuos comparten socialmente, es decir, con una comunidad. El primer sentido puede definirse a partir de lo que hemos expuesto líneas arriba; para ello, sólo sustituyamos las palabras “sujeto”, “objeto” o “realidad” por “sociedad” en el enunciado “El individuo genera representaciones de un sujeto, objeto o realidad”. El segundo sentido, más bien, lo trabajaremos a continuación y es el que nos interesa aquí.
¿Qué quiere decir que los individuos compartamos representaciones y, por lo tanto, hablemos de “representaciones sociales” en este sentido? Pongamos un ejemplo. En la mayoría de sociedades modernas, se considera la democracia como la mejor forma de gobierno; es decir, se prefiere por sobre otras formas (aristocracias, monarquías, dictaduras, etc.). Ello quiere decir que muchas personas alrededor del mundo comparten una representación acerca de cuál es el mejor camino para que una sociedad se organice social y políticamente. No obstante, ¿es la democracia lo mismo para un alemán que para un peruano o para un puertorriqueño? ¿Es la democracia lo mismo para todos los peruanos? ¿Es algo distinto para cada uno de ellos? Sin intención de hacer una reflexión política y social demasiado profunda, la realidad nos podría ofrecer información que nos ayude a responder estas preguntas (superficialmente) o, en todo caso, a conjeturar sobre ellas. Tomemos un elemento de los sistemas democráticos: la elección de los representantes; no hablemos de la conciencia o falta de ella al tomar decisiones sobre a quiénes encomendarles la responsabilidad de dirigir a la nación, sino del modo cómo lo hacemos. En el caso peruano, el sufragio, además de ser un derecho y un deber, es una obligación que, de no cumplirse, acarrearía una sanción: una multa. No podemos conjeturar acerca de qué pasaría si el voto fuese voluntario en el Perú (¿acudiríamos masivamente los ciudadanos a las urnas?), pero un indicativo de cómo se concibe (se representa) en la sociedad peruana el sistema democrático es, precisamente, el modo cómo funciona en este aspecto el sistema electoral: una obligación que, de no cumplirse, es sancionada pecuniariamente.
Ahora bien, podría discutirse si el ejemplo antes expuesto refleja en realidad la concepción de ese colectivo llamado “peruanos” o es solo una ley que ha quedado fosilizada en el sistema peruano, pero que no representa los intereses de la sociedad (y aquí aludimos a nuestra primera definición de representación); no obstante, ¿qué hacemos los peruanos con ella? Si no nos representa, ¿por qué sigue vigente?, ¿por qué no hacemos algo (proponer, protestar, exigir, etc.) para que cambie? Si lo anterior no era una evidencia certera de cómo los peruanos concebimos (en una parte) la democracia, quizás estos nuevos elementos sí nos proporcionen mayores luces: la actitud de los peruanos respecto de sus propios marcos legales. Por supuesto, alguien podría refutar afirmando “Hay cosas más urgentes (o quizás importantes) que hacer que preocuparse por si el voto debe ser obligatorio o voluntario”. Si esta fuese la opinión de solo este sujeto, en este punto de nuestra discusión, no nos interesaría mucho (claro está, sin intención de restarle valor), pero, si fuera más bien el sentir de algunos, varios, muchos, la mayoría o todos los peruanos, sería un elemento más de juicio para el razonamiento que estamos construyendo acá: ¿por qué este grupo de sujetos (algunos, varios, muchos, la mayoría o todos los peruanos) afirman que discutir si el voto debe ser obligatorio o voluntario no es trascendente en este momento? ¿Qué podemos inferir de sus palabras?, ¿qué es lo importante para los (o estos) peruanos en cuanto al sistema de elecciones?, ¿qué nos indica ello acerca de cómo conciben la democracia? En este caso, observemos que estamos indagando acerca de las representaciones sobre la democracia que tienen (algunos, varios, muchos, la mayoría o todos) los peruanos a partir de lo que hacen (o dejan de hacer) y dicen.
Es en el sentido antes expuesto que puede hablarse de cognición social: los esquemas o modelos sociales que comparte la gente de un mismo grupo social o comunidad (Van Dijk, 1994). Cuando hablamos de esquema o modelo, hacemos alusión a un conjunto de representaciones construidas socialmente y que forman parte del conocimiento previo, que le permiten al sujeto comprender aquello que no es explícito en un discurso. Así,
"Un modelo es una representación mental en la memoria, es la cognición de un evento, de una situación. Cuando estoy leyendo una noticia acerca de un accidente de tránsito en el periódico, no solamente estoy construyendo una representación del texto, sino que también estoy construyendo una imagen mental, un esquema mental de lo que pasó. Tengo una idea global de lo que pasó, aunque muchos de los aspectos que allí intervienen no aparecen en la noticia y esta noticia es completada por las informaciones que poseo en el modelo, como por ejemplo: «un coche tiene ruedas, tiene una velocidad, y un conductor», todas estas informaciones, que son parte de nuestros conocimientos generales, sociales y culturales, son las que integran el modelo. Poseemos una representación, un esquema de accidente, que se activa al leer una noticia (Van Dijk, 1994: 65). "
De acuerdo con Van Dijk, el modelo no está constituido solo por conocimientos, sino también por emociones; parte de lo que recordemos de un acontecimiento son también los sentimientos que despierta en nosotros, así que parte del modelo es también la opinión que tenemos sobre un evento (1994: 68). Por ejemplo, si escuchamos una noticia sobre el avance de las investigaciones acerca de lo ocurrido el 5 de junio de 2009 en la Curva del Diablo, en Bagua, no solo acudirán a nuestra memoria los datos que nos permitan entender de qué se trata la noticia (qué fue lo que ocurrió aquel día en ese lugar), sino también una serie de emociones y, en consecuencia, opiniones al respecto (fueron los nativos o el gobierno los responsables de los sangrientos sucesos, hubo o no participación de intereses extranjeros, hubo o no manipulación de los hechos, etc.).
A todo ello (conocimientos y opiniones), hay que agregar que en los modelos también hay actitudes, es decir, valoraciones. Estas valoraciones pueden basarse en prejuicios, es decir, juicios previos a la experiencia: “los prejuicios se llaman prejuicios porque no vienen del nivel empírico, sino que vienen directamente del nivel cultural. En este nivel encontramos estructuras generales que se construyen en la cultura, en la sociedad, en los grupos dominantes; actitudes que no nacen de la relación directa con otros grupos, que no son el resultado de una experiencia o de muy pocas experiencias locales y personales” (Van Dijk, 1994: 71). Muchas veces, las opiniones también se generan a partir de los prejuicios, es decir, de las actitudes negativas que tenemos acerca de las personas o situaciones. Por ejemplo, en el caso de Bagua, alguien podría opinar prejuiciosamente que los nativos fueron responsables de los acontecimientos porque son personas sin capacidad de razonar. En este caso, como es obvio, no solo no existen hechos empíricos que me puedan llevar a constatar mi afirmación, sino que, además, esta es absolutamente falsa e infundada (todos los seres humanos tenemos la capacidad de razonar).
Asimismo, estas representaciones, que forman modelos que nos permiten interpretar hechos, son las que se articulan y dan coherencia a nuestros actos, ya que forman nuestra manera de concebir el mundo, es decir, nuestra cultura. Tomemos otro ejemplo: nuestra concepción de la familia. ¿Cómo es?, ¿qué función consideramos que cumple la familia en relación con la sociedad, con su desarrollo?, ¿cuál, en el desarrollo de los individuos? De repente nos es complicado abordar estas preguntas, pero, nuevamente, acudamos a lo que la gente de una sociedad (un grupo de ella) dice o hace en relación con el tema. Por ejemplo, no son pocos los casos que se reportan de violencia familiar en el Perú (física o psicológica); en la mayoría de ellos, los agresores son los hombres y las víctimas las mujeres (cuando no los niños). Sin embargo, aún en esos casos, muchas mujeres permanecen junto a sus maridos. ¿Por qué ocurrirá algo así? Obviamente, habrá razones psicológicas (de autoestima, de conducta, etc.) o, quizás, hasta psiquiátricas de por medio; no obstante, siendo tantas las mujeres en una sociedad que se comportan del mismo modo, la explicación seguramente también se encamina por el aspecto social. Además, para la explicación social (de las representaciones sociales) de hechos como estos, se articularán una serie de creencias de distintos tipos, por ejemplo, aquellas que sostienen que los hombres tienen poder sobre las mujeres. Así, en una sociedad para la cual la familia implica un núcleo indisoluble y que, además, es machista, tiene sentido que muchas mujeres sigan involucradas en relaciones violentas o que acepten la infidelidad de sus parejas.
A todo ello, habría que agregar que, sin duda, nuestra visión de familia influye en otras creencias, por ejemplo, en cómo concebimos las relaciones de pareja. En el caso del párrafo anterior, la felicidad de los individuos (de cada uno de los dos sujetos que forma la pareja, si se trata de una sociedad monógama) puede sacrificarse (por ejemplo, ella sufre pero acepta las infidelidades de él); como consecuencia de ello, estos optarán por permanecer unidos, sobre todo si tienen hijos, pese a no desearlo.
¿Qué relación tienen las representaciones socioculturales con la lengua? A estas alturas, tender los nexos entre este apartado y el anterior debe resultarnos sencillo: si a través de la lengua (de su uso) se manifiesta la cultura, entonces, en todas nuestras prácticas discursivas (cada vez que empleamos nuestra lengua) ponemos en evidencia nuestras representaciones socioculturales. Esto quiere decir que no solo a través de nuestros actos se evidencian nuestras creencias (el que los peruanos no cuestionen sus normas legales electorales, el que muchas mujeres permanezcan unidas a una pareja que las agrede o les es infiel, etc.), sino a través de nuestras palabras. Además, podemos ver esta relación desde otro ángulo: cada vez que empleamos nuestra lengua, todas nuestras creencias se articulan y dan sentido a nuestro discurso, además de que se difunden.
Finalmente, ¿es posible que las representaciones socioculturales se modifiquen? Sin duda, si no, seguiríamos pensando lo mismos desde el principio de los tiempos; no obstante, no todos los cambios se producen con igual rapidez ni todos los sujetos tienen las mismas posibilidades de generar cambios profundos. Ahora sí dejemos de lado los actos y concentrémonos en los discursos, es decir, los hechos concretos de habla de los individuos. ¿Todos los discursos tienen igual influencia en los individuos? Aquí es necesario acudir a la noción de poder:
"La noción de poder involucra ante todo el concepto de control sobre dos instancias: los actos de las personas y la mente de las personas; es decir, hablar de poder es hablar de control […] El poder moderno consiste en influir en los otros por medio de la persuasión para lograr que hagan lo que se quiere. Los grupos que tienen acceso a esas formas de poder y de control social son generalmente grupos que han sido legitimados y tienen a su vez acceso al discurso público. Esto es lo que en Gramsci se conoce como hegemonía (Van Dijk, 1994: 10-11)."
En consecuencia, los discursos con poder son aquellos que pueden generar los cambios en las mentalidades de las personas o hacer que ciertas representaciones permanezcan. El discurso de las instancias gubernamentales, el académico, el de la prensa, el de los medios masivos de comunicación (como la televisión, el cine, la publicidad) son discursos con poder: llegan a las masas y tienen autoridad
Análisis del caso Supa-Mariátegui
Con las herramientas antes expuestas, revisemos el texto de Aldo Mariátegui, “Supa no supo”:
[…]
Pongo el parche... No nos anima ningún ánimo peyorativo, excluyente, racista, clasista, costeñista, anti-indigenista, etc. contra la congresista humalista Hilaria Supa. Esto que quede claro, pues lo "políticamente correcto" se está volviendo asfixiante en nuestro país. Y que quede claro también que más bien nos provoca pena que esta humilde mujer tenga esas carencias y no queremos hacer ninguna befa con ello. Pero no se puede pagar más de S/. 20 mil al mes y darle tanto poder y responsabilidades a quienes no están mínimamente iluminados por las luces de la cultura.
Pues aquí lo que se pone realmente en debate es si es sano para el país que pueda acceder al Congreso alguien con un nivel cultural tan bajo, cuya ortografía y gramática revelan serias carencias y sin aparente ánimo de enmienda, porque no me digan que no es evidente que Supa rara vez agarra un libro, ya que está probado que la gente que lee poco es la que peor escribe al estar menos familiarizada con las reglas más elementales de redacción. Nadie pide que cada congresista sea una Martha Hildebrandt, pero, por Dios, tampoco pueden escribir peor que un niño de ocho años.
Y es indiscutible que una persona con una instrucción tan, digamos, elemental -siendo generosos- poco puede aportar en la elaboración de leyes, en la fiscalización de casos complejos, en la reflexión diaria de hacia dónde debe ir la nave del Estado... Una persona así posiblemente sólo se va a limitar a repetir lugares comunes, a oponerse a todo sólo por oponerse, a estar a la defensiva ante cualquier idea nueva, a ser prejuiciosa, a buscar llamar la atención mediante el escándalo antes que por la excelencia de sus iniciativas, a descalificar al adversario con el eterno recurso de victimizarse, a ser agresiva... Lamentablemente, todo lo anterior ha caracterizado a la congresista Supa y estoy seguro de que su respuesta consistirá en acusarnos de ser nazis y hacerse la víctima.
No estamos en contra de que las personas elijan a congresistas con quienes se identifiquen, pero tampoco se puede ir a extremos y menos dejar de lado el mérito académico y la preparación. Por eso el voto debe ser voluntario y además debe haber requisitos extras para ser congresista, como grado universitario (aunque... ¿cómo escribirá la congresista humalista y abogada María Sumire?). Si no, vamos a acabar en una oclocracia, como los griegos denominaban a la degeneración de la democracia. Miren nomás a Bolivia...
[…]
[http://www.correoperu.com.pe/correo/columnistas.php?txtEdi_id=4&txtSecci_parent=&txtSecci_id=84&txtNota_id=43799]
Lo primero que debemos hacer es reseñar el contexto en el que aparece el texto . Se trata de la columna del director del diario; por lo tanto, si bien expresa la opinión de este, también evidencia la línea editorial del medio. Esta se halla en la segunda página del periódico, en el reverso de la carátula; en ese sentido, es el primer artículo que encuentra el lector luego del titular. Además, se halla antes que el artículo que analiza la situación (ubicado como dijimos en la página central) y, por lo tanto, le da sentido a este. Asimismo, el texto no ocupa toda la columna; de hecho, está enmarcado por dos párrafos que reflexionan, el primero, sobre el problema de la regulación de las leyes que sancionan a conductores ebrios y, el último, sobre el bloqueo de las carreteras cusqueñas como medida de protesta de los guías turísticos. Finalmente, la imagen, el reportaje y la columna sobre la congresista Supa aparecen el 23 de abril, simbólicamente Día del Idioma Castellano, a pesar de que las imágenes son captadas el 17 de abril (casi una semana antes).
Sobre estos puntos ya hay algo que decir, y es conveniente hacerlo antes de entrar al análisis del texto. Primero, en cuanto al espacio en el que aparece el artículo dentro de la columna, cabe destacar que las reflexiones que funcionan como suerte de “marcos” al texto presentan, de modo no directo, las consecuencias negativas para la sociedad peruana de las decisiones equivocadas, arbitrarias e, incluso, descaradas de algunos ciudadanos peruanos: el ex presidente Alejandro Toledo y los guías turísticos cusqueños. Sobre el primero, se dice que cambió “absurdamente” el límite de alcohol en la sangre permitido a los conductores, lo que hará que ninguna medida que se tome en el gobierno actual funcione. Sobre los otros, de quienes se dice que “hablan gruesas barbaridades” y que califica como “supuestos «guías», charlatanes que cuentan cualquier cosa sobre las ruinas y que hacen gala a menudo de un odio xenofóbico contra todo lo español y un ensalzamiento superlativo de lo quechua que linda con lo ridículo”, se señala que son obcecados, pues no permitirían que ni los más reputados arqueólogos cumplan las funciones de ellos; incluso, se burla abiertamente de su protesta: “Observo bloquear carreteras a los guías cusqueños de turismo y no puedo menos que sonreír ante su supuesta sapiencia exclusiva”. Todo lector conocedor de la realidad peruana puede encontrar una relación entre estos personajes: su procedencia andina, sus rasgos (probablemente) más indígenas que mestizos. Intencional o no, los personajes señalados en las dos anotaciones funcionan para activar (o, por lo menos, tener más alerta) algunas actitudes prejuiciosas sobre las personas de procedencia, rasgos o cultura andina.
Sobre el artículo en sí, cabe destacar las estrategias que emplea para presentar y abordar el problema . Analicemos, en primera instancia, la presentación y, para ello, la frase inicial (“Pongo el parche”) es reveladora. Además de estar expresada en una norma informal y de generar, con ello, un ambiente de cercanía (el autor es amigable, coloquial; por lo tanto, es esperable que el lector se identifique con su discurso), sirve para adelantarse a las posibles críticas. Este espíritu previsor tiene un objetivo: introducir —lo que en términos de Van Dijk se denomina— una presentación positiva del “nosotros” y negativa de los “otros”. Esta es la estrategia global de este discurso y, en función de ello, recurre a, por lo menos, dos estrategias más en la introducción: la negación aparente y la empatía aparente. La primera se evidencia cuando afirma que no lo mueve “un ánimo peyorativo, excluyente, racista, clasista, costeñista, anti-indigenista, etc.”, es decir, nada políticamente incorrecto, pero no puede dársele tanto dinero (del Estado, de los peruanos) y poder “a quienes no están mínimamente iluminados por las luces de la cultura”, en consecuencia, a quienes no lo merecen ni pueden manejarlo. La segunda se manifiesta cuando afirma que “más bien nos provoca pena que esta humilde mujer tenga esas carencias”, lo que lo lleva, más bien, a deslindar cualquier mala intención “no queremos hacer ninguna befa con ello”; es decir, parece ser capaz de ponerse en el lugar de ella y de comprender su realidad . Con ello, establece una serie de características positivas sobre sí mismo (no es partícipe de estas ideologías o conductas sancionables; por el contrario, es capaz de reconocer los problemas del otro y no hacer escarnio de ello) y negativos sobre la congresista Supa (no tiene la fundamental luz de la cultura —letrada—).
Estas mismas estrategias se repiten a lo largo del cuerpo del texto. Cuando se refiere a la congresista Supa, se revelan todas las características negativas de su persona: tiene un nivel cultural (¿educativo?) sumamente bajo, presenta graves carencias (¿intelectuales?) y, lo que es peor, no evidencia “ánimo de enmienda”, pues sus errores revelan que “rara vez agarra un libro”. A ello, se agrega que su capacidad expresiva escrita es menor a la de un niño de ocho años, es decir, podría conjeturarse, es una deficiente mental (en el sentido literal: está por debajo del desarrollo esperable para una mujer de su edad). Finalmente, siguiendo la lógica de su argumentación, debido a todo ello, la señora Supa está imposibilitada de “aportar en la elaboración de leyes, en la fiscalización de casos complejos, en la reflexión diaria de hacia dónde debe ir la nave del Estado”, pues, sumándose más características negativas, es prejuiciosa y agresiva, es desleal en sus argumentaciones (apela a hacerse la víctima) y es incapaz de destacar por sus habilidades.
Luego de ello, la lógica de su conclusión es impecable: “además debe haber requisitos extras para ser congresista, como grado universitario”. Lo curioso del asunto es que luego desautoriza su propia voz cuando ve, en el escenario que él mismo ha creado, alguien que cumple con los requisitos (es abogada) pero no encaja: la congresista María Sumire, también indígena. Nuevamente, la exclusión de dicha parlamentaria, entonces, se justifica por sus posibles deficiencias en el manejo de la escritura. El elemento de cierre funciona casi como un vaticinio catastrófico: convertirnos en una oclocracia, literalmente, ‘gobierno de la muchedumbre, de la plebe’, como Bolivia. Finalmente, la referencia al presidente Evo Morales, indígena, no parece estar en relación con sus ideas políticas tanto como con sus características culturales.
¿Qué podemos decir sobre la columna del periodista Mariátegui en relación con las representaciones socioculturales que esta manifiesta? Lo primero que habría que mencionar es que, tal como mencionamos en el primer apartado al señalar que la lengua era cultural en tanto que su uso implica manejar prácticas discursivas, el texto del director de Correo cumple con cada una de las estrategias reportadas en el análisis del discurso racista de las élites, lo que puede comprobarse contrastando el breve análisis anterior con los trabajos citados al respecto (en particular el excelente análisis de Zariquiey y Zavala). Sin embargo, ello no significa en principio nada: manejar una serie de estrategias y estructuras en la elaboración de un discurso no implica necesariamente que este se ajustará en tanto contenido a lo esperable. De hecho, los hablantes solemos tomar las estrategias de los discursos que queremos rebatir para demostrar sus falencias o falacias, o, simplemente, para burlarnos de ellos.
En cuanto a las representaciones socioculturales, es claro que el texto del señor Aldo Mariátegui revela una serie de creencias en cuanto a la escritura y su relación con el desarrollo de capacidades que podríamos considerar “superiores”: quien sabe leer y escribir sabe pensar lúcida e iluminadamente (por las luces de la cultura). De ahí, se deriva que quien no lo sabe hacer, además de acuerdo con las prácticas discursivas occidentales, es incapaz de desarrollar dichas habilidades. Estas creencias no tienen sustento científico, pues, como lo han revelado múltiples investigaciones en el campo de la Lingüística (y, particularmente, los Nuevos Estudios de Literacidad), son las prácticas culturales asociadas a la lectura y escritura del estilo de la escuela las que desarrollarán habilidades que, luego, serán altamente valoradas y reconocidas socialmente. Ello no implica que quien no se haya especializado en este tipo de prácticas culturales esté imposibilitado de desarrollar un pensamiento lúcido, lógico e iluminado. En consecuencia, el texto del director de Correo se basa en un prejuicio bastante generalizado en la sociedad peruana: una supervaloración de la cultura occidental (la difundida por la escuela a través de, entre otras cosas, las prácticas discursivas relacionadas con la lectura y la escritura) y una subvaloración de otras expresiones culturales (a las que ni siquiera se las considera). Los orígenes de este prejuicio en la sociedad peruana puede rastrearse desde la imposición de la misma desde épocas coloniales (Aguirre, 2009) .
Asimismo, hace evidente, además, una serie de prejuicios y actitudes negativas respecto de las capacidades verbales de los quechuahablantes bilingües de español (que, probablemente, se hacen extensibles a los hablantes de español andino en general), que, como es natural en todo proceso de adquisición de una segunda lengua, presentan interferencias de su lengua materna (el quechua) en la lengua que aprenden (el español). Decimos que son prejuicios, pues, ajustándonos a la definición expuesta líneas arriba, no se basan en juicios sustentados en la experiencia, en este caso, la que brinda una disciplina científica como la Lingüística . Al afirmar sobre la congresista Hilaria Supa que su “ortografía y gramática revelan serias carencias”, el discurso de Mariátegui reproduce una serie de ideas generalizadas en la sociedad peruana: los problemas de interferencia lingüística de los quechuahablantes bilingües de español son una manifestación de sus deficiencias y no de un proceso natural. Todos los hablantes de una segunda lengua, cuando aprenden esta siendo adultos, presentan problemas gramaticales, pues no desarrollan, necesariamente, una competencia lingüística equiparable a la de una hablante nativo.
Finalmente, y debido a todo lo anteriormente expuesto, no es difícil concluir que las características negativas atribuidas a la señora Hilaria Supa son una manifestación de una serie de creencias respecto de las personas indígenas o de la cultura andina, como ella. Estas pueden encontrarse en anteriores discursos del mismo autor y, además, pueden encontrarse en otros discursos racistas a lo largo de la historia del Perú . Por ello, el discurso del señor Mariátegui resulta racista, pues reproduce en este una serie de representaciones bastante difundidas en la sociedad peruana contra las personas de procedencia andina, aunque él afirme lo contrario (estrategia bastante común de los discursos racistas).
Para concluir, hemos dicho que las representaciones socioculturales se reproducen en el discurso de los hablantes, pero también se difunden a través de este. Asimismo, su difusión depende de quién es el sujeto que lo produce, si tiene o no tiene control, poder. Sin duda, la gravedad de un artículo como el del señor Aldo Mariátegui es que se encarga de alimentar y perpetuar este tipo de representaciones en la sociedad; sin embargo, quisiera destacar, siguiendo a Rodríguez Mondoñedo (2009), la real trascendencia de la foto de correo y, para ello, lo cito:
"En vez de verla meramente como un acto gratuito de discriminación (que sin duda es) veámosla también como la huella de que algo extraordinario ha ocurrido: se escribe español andino en el Congreso de la República. No solamente el quechua (y el aymara, y el piro y...) requiere defensa y reivindicación. También debemos reivindicar a los millones de usuarios de español andino, quienes sufren en forma constante burla y discriminación por su manera de hablar español. Y peor aun, a diferencia del uso del quechua, rechazar el español andino, no se considera algo malo o negativo, sino que al contrario, quienes así se burlan incluso creen que están haciéndole un favor a los discriminados, quienes supuestamente "no saben hablar castellano". Eso es lo que tenemos que rechazar: la premisa de que los hablantes de español andino están "hablando mal". En ese sentido, la portada de Correo representa un hito: después de 500 años de estar formándose por el contacto entre el quechua y el español, el español andino aparece en primera plana por primera vez. Es cierto, esa presencia viene acompañada de una interpretación negativa y prejuiciosa. Denunciemos y rechacemos el prejuicio, pero conservemos la noticia real: el español andino ha sacado la cabeza de los nichos de marginación y segregación a los que el discurso prescriptivo lo condenó, y ha puesto un pie en uno de los más visibles foros de la nación: el Congreso de la República. No es Supa quien no sabe; es el director de Correo, quien ignora por completo el verdadero significado de la noticia que reporta: el español andino toma el lugar que legítimamente le corresponde, sin pedirle permiso a nadie---ese también es un mérito de Hilaria Supa."
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